Fotografías: Patricia Martín
Ser mujer y artista, ser una persona cada vez más conocida y reconocida profesionalmente, sobrellevar los sinsabores de la vida y de las relaciones personales, intentar ubicarse en una sociedad cada vez más individualista y menos colectiva… son muchas las cargas que Valeria Castro ha cargado y carga sobre sí misma. Al final, es el propio cuerpo el que se resiente de todo ello y conocer cómo funciona es intentar conseguir una sanación interior. De todo esto, y de la manera de afrontar estos últimos años de su vida en los que se ha visto envuelta en una vorágine que ni ella misma esperaba, habla el cuerpo después de todo, el segundo larga duración de la artista de La Palma.
La ternura y el cariño a que nos tenía acostumbrados, abre camino a un lado algo más oscuro de Valeria, en el que cabe la insatisfacción, la pesadumbre, la soledad y el reproche. Pero todo esto, lo enfoca siempre con una rendija abierta a la esperanza, a la cura interior, en un camino que aún es puro aprendizaje a nivel profesional y emocional. Con todos estos ingredientes y mucha reflexión en torno a una misma y al mundo en el que vive, la joven cantautora ha dado forma a un álbum precioso, emocionante hasta la lágrima y repleto de verdad. La honestidad de no ser solo un rostro sonriente, la sinceridad de poner sus propios demonios en primera línea y la seguridad que da saber que esta manera de componer va a servir a su propio yo y muy probablemente a mucha gente que se sienta identificada con estas historias.
Tres semanas antes de que el cuerpo después de todo vea la luz, quedamos con Valeria Castro en su cafetería favorita, cerca de donde ella vive, y nos adentramos a fondo en lo que estas 11 canciones cuentan y transmiten. Ya conocemos bien a nuestra interlocutora de encuentros anteriores y constatamos que sigue siendo la misma persona humilde y agradecida por todo lo que le está pasando. El éxito y el reconocimiento no cambian la personalidad de una artista con una sensibilidad especial y una forma de contar las cosas capaz de arañar el corazón casi sin pretenderlo. Valeria ha hecho uno de los álbumes más emocionantes y bonitos de lo que va de año. Uno de esos que nos acompañarán durante mucho tiempo.
Tercera vez que te entrevisto y me da la impresión de que cada vez que lo hago me siento delante de una artista aún más importante. Como que cada vez que charlamos has conseguido nuevos hitos. Desde la última vez, cuando sacaste con cariño y con cuidado, ha crecido mucho el aforo de tus conciertos, el nivel de las colaboraciones que has hecho, premios conseguidos, nominaciones a los Goya… Cuéntame cómo estás viviendo todo esto.
Pues lo intento ver siempre con todo el agradecimiento del mundo porque te pones a enunciar cosas, a poner en una libreta todo lo que ha ocurrido, y dices, «¡Guau! Tengo una vida que sé que mucha gente querría». Sé que hay que estar muy agradecida de eso, pero también creo que he intentado estos dos años humanizar todo el rato lo que está ocurriendo, que nada me quite los pies de la tierra. Eso es un poco lo que al final ha terminado construyendo la radiografía de este disco.
Han sido cosas muy bonitas, pero a la vez sigo siendo la misma, sigo siendo esa chica que viene de un sitio pequeñito y que tiene que ir adaptándose a lo que le ocurre y que no le abrume. Yo soy una persona que tiende a las cosas pequeñas, a la tranquilidad, a la normalidad, y han pasado cosas muy anormales, la verdad.
Han sido dos años en los que últimamente he tenido que tratar de ver cómo he llegado. Es decir, ha sido muy bonito, pero tampoco puedes nublar todo lo que vives con la alegría de las cosas y de lo bueno que te ocurre… no tienes que olvidarte de que hay un ser humano que está recogiendo toda esa información y que es el que te sostiene para afrontar las responsabilidades.
Desde luego, aquel disco te ha llevado a lugares que no sé si tú misma imaginabas cuando lo estabas componiendo y preparando. Si miras hacia atrás y vuelves a esos días en los que aún el álbum no era una realidad, ¿visualizabas que te fueran a ocurrir cosas tan grandes?
Cuando tú y yo hablamos en aquella ocasión, antes de que saliera con cariño y con cuidado, evidentemente soñaba con muchas de las cosas que han pasado: poder hacer una gira que llega a Latinoamérica, poder hacer conciertos que vayan creciendo en público… pero no por ambición, sino porque es bonito que lo que haces llegue a más gente. Y los premios siempre son esa bizarrada que te ocupa la cabeza de «ay, ¿qué pasa si de repente voy a los Latin Grammy?», y llega y dices: «No sabía yo que era posible».
Pero también, a la vez que van ocurriendo las cosas, me voy dando cuenta de que la importancia no era esa, la importancia era que pueda seguir haciendo canciones que a mí me sanen y con las que la gente se pueda sentir identificada. Entonces, yo creo que también todas estas cosas tan bonitas y tan locas que han ido pasando han ayudado a que me vaya reubicando en donde residía lo importante y mi propio cerebro. No el cerebro de un equipo, no la ambición de una empresaria que tienes que terminar siendo, sino dónde ubica una su foco como persona: en que mi madre siga bien, mi abuela siga bien y que yo misma siga bien con todo esto, que abruma muchas veces y hay que saber situarse para que no te consuma.

«Este disco tiene un poco más de oscuridad, de darte cuenta que el mundo también es incómodo, no puede ser todo alegría»
Ahora que queda poco para que salga el cuerpo después de todo [como decíamos al principio, esta entrevista se hizo casi tres semanas antes de que se publicara el disco], ¿sientes algo de presión? Al final siempre se habla de que el segundo disco debe ser una confirmación.
Sentí la presión a lo largo de estos años, claro, porque te ocurren cosas buenas y ahora hay que mantenerlo. De repente, llenas un Circo Price, el Alma Festival en el Tierno Galván… «ahora mantente ahí». Esa presión supongo que sí es algo que he tenido, pero no ahora que publico el disco. La presión me ha ido ubicando a qué quería contar en este disco.
Siempre recuerdo que para mí este segundo disco, la composición, el empezar a trabajar en ello, se activó el día que me desperté con el pensamiento de «no pasa nada si haces un disco mediocre, Valeria». Es que me vi como uno o dos meses que decía: «Tengo que escribir más canciones porque tengo que vivir de esto. Y tengo que hacerlas bien porque ya hay un público esperando». Y de repente me di cuenta de, «primero, no operas a corazón abierto, no pasa nada si haces malas canciones, y segundo, no haces canciones para que sean buenas canciones, haces canciones para sanarte las heridas que tengas dentro». Tengo la enorme suerte de que mi trabajo es mi propia terapia también, aparte de la terapia a la que voy con mi psicóloga.
A partir de ahí, me puse a escribir. Creo que las circunstancias definen mucho, y me di cuenta que quería que las circunstancias que definieran las canciones fueran estas en las que me he focalizado: cómo me he quedado después de todas estas vivencias laborales locas, pero también de las relaciones personales que he tenido o la mirada al espejo mientras todo esto ocurría. Ahí era donde tenía que estar el foco, no en que tengo que dar buenas canciones a la gente, ni tengo que hacer un segundo disco que me asiente, ni llegar otra vez a premios o no. Eso no tiene que ser lo importante porque si está ahí el foco, entonces no está cantando la compositora o la intérprete, sino una empresaria que ha creado una industria musical.
Creo que siempre hay que tener claro que, aunque esto es un trabajo y hay que desromantizarlo, a la vez no puede comerte el capitalismo en el que vivimos, sino que tenemos que dejar hueco a lo que define el discurso y nuestra forma de hacer las cosas. Al fin y al cabo, eso es el arte, y a través de él contar lo que necesitemos, que en mi caso era cómo había quedado después de toda la vivencia humana. También quería que tuviese ese punto colectivo porque creo que a cualquiera le han atravesado de una manera u otra todos estos años.
En con cariño y con cuidado las canciones seguían un poco la senda abierta por chiquita en cuanto a hablar de las raíces, pero te centrabas también mucho en el amor propio. Con este me da la impresión que ocurre algo similar, la columna vertebral parte de ese amor propio para hablar de otras cosas. Veo que hay conceptos que unen tus trabajos.
Esta mañana pensaba también en cómo se relacionan las canciones que he ido haciendo. Creo que chiquita partía desde lo inocente; con cariño y con cuidado desde que hay que asumir y poner el foco en lo colectivo también, de la tierra y de los tuyos; y en este disco de repente me vi que quería hablar de mí misma, pero ojalá apele también a mucha gente. Así como en con cariño y con cuidado, creo que el amor propio se abordaba desde un punto súper esperanzador, este disco tiene un poco más de oscuridad, como tiene la madurez humana, de darte cuenta que el mundo también es incómodo, no puede ser todo alegría, sino que tiene que haber una incomodidad que defina dónde va a estar tu mirada puesta. En este disco me veo más madura que antes y me alegra de alguna forma.
Sí, con el anterior hablábamos mucho de ternura…
La ternura ha mutado ahora [risas].
Antes de meternos en eso, cuéntame cuándo y de qué manera comienzas a dar forma a las ideas que van a articular tu discurso de este nuevo disco. ¿Recuerdas el momento en el que dices «quiero hablar de esto» o ha sido un proceso más natural en el que las canciones te iban surgiendo, sin pretenderlo, bajo una misma idea?
Yo no puedo ser tan práctica. Los conceptos se van formando después de que van ocurriendo los eventos en la vida de una misma. Sí que me fui dando cuenta de que este disco también parte del desamor, pero desde el principio tuve claro que no quería ponerle el foco a la otra persona, sino que quería saber qué le pasa a una después de un desamor, qué pasa por el cuerpo, qué sentimientos ocurren… Era como «vamos a dignificar todos los sentimientos del después. No vamos a contar la historia que ha ocurrido, sino que vamos a dignificar cómo queda una».
Entonces, fui empezando a escribir, tuve una época más compositiva en enero del año pasado, que paré la gira durante un mes y luego la retomé, y fue en septiembre, en un viaje que hicimos a México para empezar a orientar el disco a nivel musical, en el que nos juntamos unos cuantos músicos en el estudio, empezamos a tocar algunos temas que tenía, para ver por dónde podían ir las cosas y la musicalidad, que es algo a lo que le he dado mucha importancia en este disco. Y en ese viaje, un día que me quedé yo sola en la casa, en dos horas salió la canción de el cuerpo después de todo, del tirón, y pensé: «Esto es lo que llevo contando estos meses».
Cuando ocurre eso, debe ser una sensación muy bonita…
Sí. Es como cuando estás en terapia y con tu psicóloga te das cuenta que algo cambió, pues para mí la terapia propia y personal fue la escritura de el cuerpo después de todo. Ahí ubiqué qué había ocurrido en esos meses, qué estaba pasando en la persona, no en la cantante o artista. Todo eso me hizo darme cuenta que había estado hablando de la somatización de mi propio cuerpo, de cómo me estaba mirando a mí misma y de todas esas cosas… De repente, supe que tenía ahí un disco, tenía una historia que era la radiografía de lo que me había estado ocurriendo.
Al final, creo que aunque últimamente también parece que todos los discos tienen una historia o una narrativa, hay que tener cuidado de que esto no sea algo que necesitemos, sino que tiene que ser el fin último. Poner un concepto antes de ponerse a escribir, creo que va a limitar de lo que quieres hablar. A lo mejor es una forma de hacerlo, pero no es la mía. Para mí era prioritario dejar hablar a la inspiración y luego ya ubicar lo que le fuéramos a presentar a la gente, pero hay que dejar a la honestidad hablar antes que nada.


«Quiero que mi historia y mi forma de componer estén en pro de la música»
En el cuerpo después de todo hay amor, hay desamor, hay amor propio… y hay dolor.
Pero estoy bien [risas]. Efectivamente, hay más dolor que otras veces.
Pero es un dolor del que logras reconstruirte. A nivel emocional, entiendo que las canciones parten un poco de ahí, de momentos más bajos.
No es tanto que esta vez haya sufrido más y haya escrito más desde el sufrimiento, sino que me he permitido hablar de ello. Al final, yo creo que el dolor siempre está presente en la vida de una, no todo es bonito. Las cosas han ido creciendo y todo era como un globo que se va expandiendo, así que necesitaba hablar de esto para que no explotara ese globo. Es verdad que hay amor propio en este disco, pero también habla de que muchas veces el amor propio es un consejo que doy pero que no tengo para mí.
De repente, he plasmado una crueldad que no me había atrevido nunca a plasmar. Siempre había querido hablar del dolor y de los demonios que tengo dentro. También es una forma de dignificarlo y ponerlo en el mapa, para que eso luego no ocupe tanto lugar. Si lo identificamos, ahí está el inicio para tratar de sanar esas heridas.
Entonces, para mí este disco es el camino a la madurez humana que estoy intentando tener como persona, para también plasmar la incomodidad. No solo tenemos que hablar desde un punto súper positivo, sino que tenemos que hablar también de lo que nos duele, para partir de ahí y tratar de sanar las cosas. Me siento orgullosa de haberme permitido poner esta versión más cruda de mí y también es la vez que puedo decir que tengo un cierto miedo a que la gente vea esa otra cara mía. Hay una oscuridad que tengo que contar para ver si de esa manera la consigo sanar.
El anterior disco partía de nuestras raíces y había ese clic del volcán que me había hecho, poco a poco, con el tiempo, sanar. Pero esta vez, siento que estoy todavía en un proceso de sanación. Me siento vulnerable, sigo en este proceso terapéutico de hablar de los dolores propios y de las cosas de las que todavía estoy aprendiendo. Estoy tratando de ver cómo queda el cuerpo después de todo y, a partir de eso, saber cómo seguir para adelante sin que duela o tratando de reducir ese dolor. La incomodidad siempre va a estar, pero hay que aprender a vivir con ella y convivir con ella.
Escuchando el disco con atención, he encontrado bastante sentido al orden de las canciones, porque empiezas como con un perfil bajo hablando un poco de ti, de la soledad, y terminas apelando directamente a otra persona, diciendo las cosas claras. No sé si este orden lleva una cronología personal implícita en cuanto a esa sanación de la que hablas.
He intentado no darle tanta importancia a la cronología de los hechos, sino que en este disco he puesto mucha importancia en lo musical, quería que las cosas musicalmente funcionaran en ese orden. Entonces, hay cierto orden que cronológicamente ha cuadrado, pero había más foco puesto en que la sonoridad encajase bien en el momento. Es que muchos de esos sentimientos conviven: un día estoy llorando y al otro celebrando, en el cuerpo todo ocurre a la vez. Entonces, he intentado no ponerle un orden cronológico porque al final no soy oradora, soy compositora, cantante y escribo canciones, por eso me gustaba que convivieran también en su orden, pero sin poner el foco entero en la historia. Quiero que mi historia y mi forma de componer estén en pro de la música.
El disco anterior estaba muy ligado a tus raíces canarias, aunque había cierta mirada a Latinoamérica, pero en el cuerpo después de todo esa mirada se amplía. Has hablado antes del viaje que hiciste a México y hace unos días ponías en Instagram que allí has vivido las experiencias musicales más lindas de tu vida. Cuéntame cómo ha influido todo eso en la musicalidad del disco a la que le has dado tanta importancia.
Ha influido muchísimo porque la parte musical es el clic de «aquí empezamos a enfocar el disco». Yo llevaba trabajando junto con Campi Campón, que es el productor del disco, desde enero del año pasado. Durante 6 meses nos juntábamos en el estudio, básicamente a escuchar música, porque primero queríamos entrar cada uno en el universo del otro. Nos fuimos dando cuenta que había una priorización musical muy grande, queríamos que la música mandara mucho, y entonces dijimos: «Oye, antes de ponernos frente a una pantalla o un ordenador a probar cosas, grabar y meter capas, ¿qué pasa si primero suenan las canciones?».
Entonces decidimos hacer este viaje a México, juntar a 5 o 6 músicos de allí y ponernos 5 días en torno a 5 canciones, a tocarlas sin pretensión de hacer un directo o un disco, sino simplemente buscar ahí las cosas que en una tocata de un local de ensayo sonaran y funcionaran. Ahora ya solo quiero hacer discos de esta manera [risas], primero tocarlo y luego ya grabarlo. Esto me ha abierto un mundo súper bonito. Ponerte enfrente del ordenador creo que también deshumaniza la labor del músico y tocar siempre en directo hace que te pierdas el universo del teclado del ordenador, que también es un instrumento maravilloso.
Es verdad que hubo una cosa tan humana y tan colectiva de ponernos a tocar allí que, de repente, sentí que esto lo tenía que hacer de esa manera y así lo hice luego en Madrid también, que nos juntamos otro grupo de músicos para seguir buscando sonoridades de las siguientes canciones. Latinoamérica siempre ha sido para mí una fuente de inspiración, y tocar con esa inspiración y con la autocrítica general de estar todos mirándonos y que la cara de uno ya te diga si eso está funcionando o no, fue impregnando las canciones de un ADN. Son canciones que habían salido del borde de la cama con una guitarra, pero que tenían un universo musical que podía ir bastante más allá. Me siento muy orgullosa del punto al que han llegado.
Y entiendo que por eso también has introducido instrumentos de allá.
Eso es. Por ejemplo, debe ser la canción que hago con Silvia [Pérez Cruz], se termina con ese aire mariachi de México. El otro día lo comentaba con Campi, que hay instrumentos de todos sitios. Aunque también sigue el timple canario y las raíces bien presentes, de repente también hay cosas más baterísticas, hay incluso guitarras eléctricas, también está el pop incluido… Siento que es el disco más pop y más folclórico que he hecho nunca, con ese tinte también de cosas ajenas y exóticas como podía ser esa sonoridad de México. Entonces, para mí es muy bonito que hayan podido convivir tantas cosas. Luego está el elemento orquestal de los vientos, que tienen una importancia bastante grande en este disco y que nunca había incluido en mi música, salvo en la corriente, que tenía un pequeño clarinete.

«Soy una persona que ha tenido que ir aprendiendo a disfrutar de la soledad»
De momento, creo que las canciones que más me gustan son tiene que ser más fácil y el cuerpo después de todo.
¿En serio? Qué bien… porque mucha gente me está diciendo eso y son mis dos favoritas también.
O sea, que no soy nada original… Es que me gusta muchísimo el ritmo que tienen.
¡Qué bien! Muchas gracias por valorarlo. Es una alegría para mí oírte decir eso.
En el disco anterior ya ocurrió con ‘dentro’, que era una especie de intro. No sé si con ‘devota’ ocurre lo mismo a nivel de concepto del disco, pero desde luego que musicalmente sí que funciona así, como una introducción, con tu voz a capella y van entrando poco a poco otros elementos. Cantas, «Dueña del cuerpo que habito. A mí hace un tiempo me enseñaron, son las mías, no tus manos, las que necesito».
Es como una declaración de intenciones, ¿verdad? Me siento muy orgullosa de la letra de devota porque ha sido como un ejercicio de dignificación de una misma. A lo largo de estos años también me he dado cuenta, como ser humano y como mujer que va creciendo, que hay muchas cosas aprendidas que tienes que recolocar y reubicar. Ese dignificar y poner en una canción «dueña del cuerpo que habito», es también para mí una responsabilidad a nivel femenino, de decir a todas las mujeres que me escuchen: «Por favor, no dejen que ese cuerpo que les habita, que ese cuerpo que les aguanta el peso de la vida, se sienta dueño otra persona que no sean ustedes».
Empezar el disco con esa frase también es una diferencia con respecto a con cariño y con cuidado, que venía desde tanta ternura, desde un punto más naif, y esta vez, si veníamos con cierta oscuridad, teníamos que dejar las cosas claras desde el principio. Una declaración de intenciones de lo que va a venir.
Aparte del título del álbum, hay varias canciones en las que haces referencia al cuerpo, a la piel… De hecho, no las he contado, pero la palabra «cuerpo» se repite un montón de veces.
Efectivamente, siempre hay ese hilo conductor. Así como en el anterior disco era el cariño o las raíces. Para mí, el título del disco siempre tiene que resumir eso de lo que veníamos hablando.
En ‘la soledad’, que fue el primer adelanto que conocimos del disco, te preguntas «¿cuánto me va a querer la soledad pa no soltarme?». Háblame de ese momento en el que escribes esa canción, en el que sientes esa soledad que no te suelta, y cuéntame si tú eres de las que eres capaz de disfrutar de la soledad.
Estoy en proceso. Bueno, la soledad fue una de las primeras canciones que compuse, también en enero del año pasado. Para mí fue ese momento de decir, «esto es un sentimiento con el que tenemos que convivir, y parte de ver cómo me ha quedado todo después de toda esta vorágine, ha sido tener que convivir con esa soledad». Tantos escenarios preciosos, tanta gente delante, y te bajas del escenario y tienes que estar tú sola. Es difícil y aparte yo sigo teniendo esa mentalidad de que estoy lejos de mi familia. No es solo la lejanía, sino la soledad de esa situación.
Entonces, para mí ese concepto también era coherente con todo lo que venía. Yo soy una persona que ha tenido que ir aprendiendo a disfrutar de la soledad, y creo que lo estoy llevando bastante bien para lo que podría, pero hay mucho de la incoherencia humana en este disco, de que un sentimiento no va a habitarme todo el rato, hay días que la voy a disfrutar, hay días que la voy a sufrir y hay días que me voy hasta a burlar un poco de ella con cierta ironía, como en esta canción. Me gustaba poner un tema, como es la gestión de la soledad humana, desde ese punto un poco más irónico. Pero es verdad que sigue siendo algo que aún estoy aprendiendo a gestionar.
Entiendo que no debe ser fácil rodearse de tanta gente a lo largo de todos los días de tu vida, pero llegar luego a casa y sentirte de esa manera.
Claro, yo hablo desde mi perspectiva de la soledad del artista, pero también he sido muy consciente en este proceso de que estamos hablando de un sentimiento universal, que hablamos de cosas que nos pasan a todos y que también eso ayuda a que una se sienta menos sola. Al final, esta canción y el videoclip de Joana Colomar, me ayuda a poner este contexto visual de que todas estas que están aquí también se sienten solas y eso es lo que nos hace sentir acompañadas de alguna manera.
Es verdad lo que dices, que puede ayudar a la gente. En el disco anterior hablabas de raíces y, aunque todos tenemos raíces, igual en esas cosas podemos diferir un poquito más, pero cuando se habla de sentimientos y de situaciones así, la conexión es más directa. Además tú escribes de una manera directa, clara, poética, sin metáforas rebuscadas…
Sí, me gusta jugar entre lo directo y la metáfora.
Eso es. Yo creo que para la gente va a ser muy bonito descubrir esas cosas y se va a sentir muy identificada con mucho de lo que cuentas.
Qué alegría que digas eso, de verdad. Yo tengo muchas ganas de compartirlo y ver qué ocurre.
«El miedo a perder a los míos me hace temblar»
En ‘tiene que ser más fácil’ hablas de sostener mucho peso a la espalda y de tener ganas de encontrar una salida. ¿Qué presión sientes más a menudo sobre ti y que se te hace más complicado sobrellevar? ¿Cómo mujer, como artista, como personaje público, como hija, como nieta…?
La presión a la que más atención le he prestado, yo creo que por buscar lo colectivo de ello, es la de ser mujer. Creo que esa abarca muchas de las otras cosas: abarca el ser hija, porque como mujer te ponen unas cargas como hija; el ser artista, porque por ser mujer tienes que actuar de una determinada manera… Entonces, creo que termina siendo lo colectivo, lo femenino, lo que más me pesa sobre la espalda. La presión estética tiene mucho que ver también. Yo creo que es con lo que más me quedo porque es lo que más me une a un ejército. Si siento que formo parte de algo tan humano y tan colectivo como el ser mujer, también siento que hay más fuerza para corregir todas estas cosas.
Aunque también te digo, hay mucho de lo femenino en este disco, pero comprendo y sé, al hablar con muchos amigos, que también es algo masculino. La mirada cruel en el espejo es un peso social que cargamos todos. Todo lo que me rodea también me deja muy claro que soy artista, soy premiada o lo que sea, pero eso lo veo tan banal, dentro del peso que tiene lo humano de la realidad en la que vives, que prefiero focalizarme más en lo político y lo social que en lo circunstancial de mi vida. Para mí, el peso de lo femenino es lo que abarca más cosas.
Es muy bonito eso que dices y debe ser muy bonito también sentir que ese colectivo, que muchas mujeres se sienten identificadas con tu mensaje.
La verdad que sí, me siento muy orgullosa.
En ‘honestamente’ deseas a la otra persona que «ojalá le vaya bonito». Clara influencia de México.
¡Chavela Vargas! Es verdad que esto nació antes de ir a México, pero bueno… al final Chavela está tan presente en el imaginario que tengo que me parecía muy bonito que apareciera.
En ‘debe ser’ has contado con Silvia Pérez Cruz y, aunque te lo preguntarán mucho en las entrevistas que hagas, quería que me contaras cómo ha surgido todo esto y lo que ha supuesto para ti contar con ella en tu disco.
Bueno, esta es la primera colaboración que hago y que soy yo la que la pide, hasta ahora siempre me las habían pedido a mí. Imagínate el vértigo que me dio hacerlo, pero fue precioso porque además me dijo que se unía el día que yo estaba en París tocando. Enfrente de Notre Dame me llegó un mensaje de Silvia de que se unía a canción. Me pareció súper bonito.
La verdad que es uno de los sueños de mi vida. Silvia ha sido una de las artistas que más han definido mi forma de mirar y hacer música, y me ha inspirado muchísimo. A mí me ha costado siempre eso de ver mis canciones en otra gente, por el vértigo, por el miedo al rechazo… y bueno, porque a veces también en la zona de confort, en la cama con la guitarra, se vive muy bien [risas].
El caso es que estábamos en México, haciendo debe ser. Yo siempre tenía la ilusión de que en algún tema mío estuviera Silvia, pero siempre era como, «cuando se lo plantee, tiene que ser un tema del que me sienta muy orgullosa, no quiero hacer una colaboración por hacerla, sino que sea un tema que de verdad disfrute». Y recuerdo que estábamos escuchándola todos súper emocionados, y Jaime, mi mánager, me dijo «ese ‘laralala’ [lo dice tarareando], me recuerda al Domus de Silvia…» [ahora tararea la canción de Silvia Pérez Cruz] Y dije, «es que estaba pensando enseñársela a ella». Entonces él me animó: «Venga, Valeria, mándasela». Mira qué mexicano todo, porque yo coincidí con Silvia y canté junto a ella en Guadalajara, en México, hace año y medio. Es como si se cerrara el círculo.
¿Cuándo la componías pensabas en ella?
Bueno, cuando la componía estaba sanándome de esa herida que tenía. Pero sí es verdad que esa inspiración musical sabía que venía de ella, ese «laralala» final, de esas melodías que ella también tiene en su imaginario. Fue un sueño para mí poder trabajar con ella.
Te hablaba antes de ‘el cuerpo después de todo’, que es una de mis favoritas. Me gusta mucho su ritmo, la cadencia, que crea como una expectativa…
Hemos dado muchísima importancia en todo el disco a que las cosas caminaran mucho, que la percusión fuera muy caminante.
Es justamente eso. No sabía muy bien cómo explicarlo…
Qué bien que se genere eso porque era el objetivo, que llegara así a la gente.
En ‘el tiempo que no estés’ hablas de un nudo en la garganta y eso me recordó a que cuando hablamos de con cariño y con cuidado me comentaste que tuviste esa sensación física que te atenazó a la hora de hacer el disco, por todo lo que ocurrió en La Palma con el volcán. ¿Sigues teniendo nudos en la garganta que te atenazan?
Totalmente. Ya estoy aprendiendo a vivir con ellos. Hay gente que aprende a vivir con su propia enfermedad, pues un nudo en la garganta no es una enfermedad, no nos vamos a poner así de dramáticos, pero son las incomodidades con las que hay que aprender a vivir. Este el tiempo que no estés, para mí además, es una canción que tiene mucho peso, que significa mucho porque habla de ese miedo que yo tengo a perder a mi abuela, básicamente.
Estamos hablando de todo lo que ocurre en el cuerpo, la mirada propia que genera todo esto en el cuerpo, el miedo por la presión que somatiza tanto en el cuerpo, las rupturas… también este miedo a perder a los míos es lo que me hace temblar, me hace anudar la garganta de esta manera y me parecía importante poner esa presencia familiar en todo esto que define cómo está quedando el cuerpo. Esas situaciones familiares también van a definir cómo quede yo en esta circunstancia que es vivir.

«Siempre había tenido mucho miedo a escribir de amor»
‘sentimentalmente’ es quizás la canción más animada del disco, pero solo a nivel musical. En cuanto a la letra, se lee bastante reproche ente líneas.
Hombre, también hay que desahogarse [risas]. Se trata de dignificar todo tipo de sentimientos.
En este punto del disco llegan las canciones que yo creo que son más directas, en las que ya directamente apelas a otra persona, dices cómo te sientes, te arrepientes de cosas, te alegras de otras. Estos temas son ‘sentimentalmente’, ‘distinto’, ‘parecido a quererte’ y ‘sobra decirte’. ¿Sientes que pasas página, cierras una puerta y dices, «ya está, lo he soltado»?
Yo creo que voy soltando a medida que compongo canciones. Hay otras canciones con las que también he soltado pero que no se publican. Igual a mí no me parecen lo suficientemente buenas, pero también está bien hacer ese ejercicio de permitirse ser mediocre. Si estas canciones que estoy componiendo me sirven para desahogar, voy a escribir, aunque quede algo malo… luego no lo publico y ya está, es tan sencillo como eso. Pero sí que con todas ellas he ido cerrando pequeñas etapas, y otras que todavía siguen abiertas y que seguirán dando motivos para componer.
Al final, yo creo que cuando publicas discos sí que cierras etapas un poquito. Aunque, como te decía antes, sigo en un proceso terapéutico de lo que estoy contando en el disco, el cuerpo va a seguir habitando las circunstancias que me toquen, pero hay cosas que hay que ir cerrando, y a nivel romántico sí que he cerrado ya etapas.
Lo romántico tiene bastante peso en el disco también.
Sí, sí. El amor al final ocupa tanto lugar en la gente… Siempre había tenido mucho miedo a escribir de amor, porque ya se han escrito muchas canciones de amor o desamor. Al final, me siento bastante orgullosa de cómo lo he plasmado, intentando poner el foco en todo eso a través de mí misma, a través de esta visión, de este cuerpo, y de cómo se sienten y canalizan todos esos sentimientos: el reproche, la rabia, el enamoramiento… Me he permitido dignificar todo eso.
Para terminar, quería hacer mención al post que pusiste cuando anunciaste el título del disco. Ahí decías que este es un disco que te ha agitado y sanado a partes iguales.
Hay dos de las canciones del disco, tiene que ser más fácil y el tiempo que no esté, en las que he llorado componiendo. De repente, me he permitido cantar y hablar desde un punto con el que no había conectado públicamente todavía. Entonces, me parece bonito haberme permitido hablar de dolor, hablar de procesos que a lo mejor no han terminado de cerrar, pero que cerrarán en algún punto. No he asumido esta vez que «pasó lo que tenía que pasar» y ya está, como en la raíz, pero sí que digo que «tiene que ser más fácil, tiene que haber una salida». Esa canción la compuse llorando…
O sea que has llorado literalmente. ¿Y cuando las cantas también te pasa? Creo que en otra ocasión que hablamos te pregunté algo parecido y me dijiste que te emocionas antes, pero que luego cantando no.
Pues esta vez sí que he llorado en el estudio. En tiene que ser más fácil hay una parte de llorar de emoción. A pesar de la crudeza de la letra, me parece esperanzadora también. Y la de el cuerpo después de todo, la primera vez que nos juntamos en el estudio unos cuantos músicos a tocarla, me eché a llorar.
Valeria, ha sido un placer volvernos a encontrar y poder hablar tranquilamente de todo esto.
Muchas gracias. Estoy encantada porque es una de las primeras entrevistas que hago y también hay algo como lo que digo en el cuerpo después de todo: «un pensamiento que no cabe en el lenguaje». Hay parte de este proceso en el que, ahora que tengo que promocionar el disco y hablar de él, no estoy segura de que sepa hacerlo. Creo que hablan mejor las canciones que yo misma. Pero bueno, con preguntas como las tuyas es precioso hacer esto, la verdad. Te lo agradezco mucho.