Fotografías: Alejandro García-Cantarero
Vamos a decirlo sin tapujos, sin medias tintas y sin titubeos: Dime dónde estamos, el nuevo trabajo de Vera Fauna, es una barbaridad de álbum y, como tal, está destinado a encabezar muchas listas de mejores discos de este 2025 (al menos en mi caso, seguro que estará posicionado en la parte alta). En él se aglutinan todas las virtudes de la banda sevillana, con un exquisito y majestuoso sonido, unas melodías impecables, unas letras perfectamente construidas dentro del particular universo del grupo y una manera directa y clara de transmitir el mensaje, que apela directamente a lo que muchos sentimos con el mundo que nos rodea y que nos pone frente al espejo en más de una ocasión.
Vera Fauna venían de un año complicado como grupo, en el que muchas dudas se cernieron sobre ellos y del que salieron reforzados como colectivo. Optaron por el camino de las canciones y de la conexión con la gente para hablarnos precisamente de los vínculos que todos tenemos, bien sea con nuestras amistades, familia o pareja, con nuestra profesión o con la ciudad en la que vivimos. Sin perder de vista lo social, Kike, Jaime, Alex y Juanlu se centran en todo esto mirándose a sí mismos y haciendo que nosotros también hagamos lo propio al escuchar sus nuevas canciones.
Estamos en la semana del lanzamiento de Dime dónde estamos y, lo que en principio iba a ser una conversación con los tres primeros componentes del grupo, finalmente lo ha sido únicamente con Kike (cantante y compositor), Jaime se incorporó más tarde a la charla y Alex tuvo que ausentarse a última hora por otros compromisos con Lori Meyers. El caso es que nos sentamos con Kike y, de manera pausada y reflexiva, hablamos de todo lo que rodea y contiene este tercer larga duración de Vera Fauna. Como decíamos, un disco incontestable y completamente adictivo del que, una vez nos hallamos dentro, resulta muy difícil salir indemne.
Estamos ante vuestro tercer álbum y no sé si tenéis la misma sensación que nosotros, pero creo que todos los que llevamos tiempo escuchando este disco coincidimos en que puede llegar a ser un punto de inflexión en vuestra carrera, con el que pueden pasar cosas diferentes.
A ver si es verdad… Yo creo que es un disco con el que va a ser más fácil conectar con la banda, eso seguro. Es un disco en el que le hemos dado mucho más peso a la canción, lo cual hace la escucha mucho más agradecida. A ver… con quien tiene que pasar cosas es con el público, y yo espero que pasen, la verdad. El disco está hecho pensando mucho en la persona que lo va a escuchar.
A nivel más empresarial o de la banda como institución, yo creo que las cosas más importantes, porque son los cimientos de todo, ya han pasado: estamos en una buena discográfica, tenemos una buena oficina detrás y estamos muy bien cubiertos.
Dices que habéis hecho un disco de escucha más fácil, como más accesible para el público. ¿Eso era una premisa que teníais vosotros antes de hacer el disco?
No en un primer momento, pero sí que es cierto que empezaron a salir canciones que nos motivaban a hacer eso. Ahí le tenemos que dar las gracias a Noni [cantante de Lori Meyers] porque escuchando Tu voz dijo: «Quillo, aquí hay una pedazo de canción. O sea, sois muy tocones, pero igual tenéis que dejar que la canción hable y el free jazz dejarlo para otro momento». Entonces, ahí empezó un proceso muy natural de desnudar las canciones para que el significado se abriese camino y pudiéramos contar lo que queríamos contar, que era lo importante.
Ahora que comentas eso, y como es la primera vez que os entrevisto, me gustaría conocer un poco más, a nivel general, cómo es vuestra manera de trabajar como banda. Entiendo que en este disco habéis trabajado de una manera diferente a los anteriores…
Sí, muy diferente. Antes éramos una banda que bebía mucho del directo para componer y ahora hay mucha más planificación. Antes tocábamos en directo y, con esas sensaciones que se generaban, surgían cosas. Eso en verdad está bien, pero cuando trabajas grupalmente puede ser la muerte a pellizcos, porque no todo el mundo en la banda está del mismo humor todos los días. Ahora hemos trabajado mucho más sobre el boceto y el boceto es mucho más perdurable y recreable. No necesitas que te dé un pellizco en el estómago haciendo un movimiento concreto en un momento dado. Entonces, el cambio de método de trabajo nos ha ayudado mucho. Es como una sofisticación súper necesaria.
Hablas del boceto y entiendo que te refieres a un boceto que tú llevas, porque las canciones parten de ideas tuyas…
Sí, pero al final los bocetos viajan de un formato a otro. Al final, el propio boceto evoluciona en su dimensión y en su complejidad. Desde una nota de voz que mandas con la guitarra desde tu casa o que grabas en el local de ensayo, a una rueda de acordes dibujada en un folio, a un proyecto en un programa de edición de audio… Hay un viaje, pero el boceto tiene mucho protagonismo. Antes, esa primera anotación, ese primer dibujo a mano alzada, era un dictador. Ahora eso ha perdido protagonismo y lo que tiene protagonismo es el concepto que hay detrás de eso.

«La ciudad ya ha perdido el sentido como alojamiento de la clase trabajadora y ahora es un bien que produce en sí mismo»
Al margen de la temática de las canciones, vuestra propuesta es fiel reflejo del lugar del que venís. Las referencias a vuestro entorno son continuas y lo lleváis con orgullo…
Pero no somos nuevos. Carolina Durante también, por ejemplo.
Por supuesto, pero lo que te quería preguntar es si Vera Fauna existiría si no fuerais de Sevilla.
Sí, pero tendría el punto de su sitio. Y si fuéramos unas personas criadas en unas condiciones casi idénticas, pero variando el enclave geográfico y el acervo cultural, creo que seríamos igual de disfrutones y, yo qué sé, hablaríamos de Logroño con la misma pasión que lo hacemos de Sevilla o con la pasión con la que habla la gente de Logroño. Al final, Sevilla es verdad que tiene una trayectoria poética muy grande y que eso nos ayuda porque ya hay un andamiaje hecho para que tú crees. Pero no sé… música de barrio, desde Leño hasta la Mala Rodríguez, pasando por Papá Levante… es una cosa que surge y que sucede.
Te hacía la interrupción antes diciendo lo de Carolina Durante porque parece que la idiosincrasia se nos remarca a nosotros y, en cambio, nosotros vemos muy idiosincrásicos a los grupos de aquí que se dan por sentados. Por ejemplo, lo del «molómetro del dragón suertudo»… Yo porque conozco el Lucky Dragon, porque conozco el faranduleo, pero me molaría ver el significado que le da mucha gente…
Aunque no es algo nuevo, sí que creo que actualmente hay muchas bandas jóvenes que están sacando discos con un orgullo de barrio. Ya no tanto de ciudad, sino de barrio. Quizás hace 10 años no existía tanto, era todo mucho más difuso y generalista.
El momento que dices tú, de 10 años para acá, en verdad me parece súper significativo. La peña que llegamos a la universidad justo después de la crisis de 2008, salimos al mundo en el 2015 y yo creo que empezamos a hacer canciones en aquella época. Y ahí hay una especie de nostalgia por algo que no hemos conocido nunca y que nos lleva incluso a ficcionar nuestros barrios. Muchas veces cuando nos dicen «le cantáis a Sevilla», yo pienso que muchas veces la Sevilla a la que le canto no existe, y a veces dudaría si ha existido.
Eso que dices es muy interesante. Yo soy más mayor que vosotros y sí que he crecido con música de ese tipo. En los 80 y 90 había mucha música así, pero luego hubo un momento en el que no.
Sí, en el momento de la España de las piscinas…
Exacto. De repente, todos somos clase media y todo el mundo es global.
Todos somos de ningún sitio.
Creo que ahora está muy bien que se reivindique eso. Es algo que se echaba en falta y por eso nos atrae mucho a generaciones posteriores el tipo de música que se está haciendo ahora, de Carolina Durante, Alcalá Norte, vosotros mismos…
Es que somos una generación que no ha tenido más narices que vivir así. Ahí hay un poco de autovalidación, de «mira, pesaban unas expectativas sobre mí y creo que me voy a quedar en el barrio del que salieron mis padres».
A diferencia de Los años mejores, que tenía una mirada puesta en la sociedad que nos rodea y todo lo que eso condiciona nuestra propia vida, este disco se centra más en las relaciones y vínculos personales, aunque lo social siga estando presente. ¿Por qué tenéis la necesidad de hablar de esto?
Ha sido muy inmediato y muy irreflexivo. Es verdad que a medida que avanza el disco, este empieza a hablarte y tú te empiezas a dar cuenta de lo que estás haciendo. Ahí te das cuenta de que esta es una veta muy productiva, pero no ha habido una planificación ni una intención de hacer un disco conceptual. Cuando cerramos el primer tercio del disco dijimos: «Hostia… Estamos por aquí y aquí hay una herida muy productiva».
¿Y de dónde surgen a nivel emocional y personal estas canciones? Por lo que os he podido escuchar, el último año ha sido duro para vosotros.
Muy duro. Institucionalmente ha habido mucho cambio. Nos fuimos de Ernie [su anterior sello discográfico] sin tener nada garantizado fuera. Yo creo que fue una decisión dura porque nos une amistad y admiración a ese sello, pero bueno, cuando algo se rompe, se rompe. No hay cosa más dura que buscar cómo sobrevivir juntos como banda. Es verdad que sí que hay una ruptura en medio de todo esto, sí que hay una necesidad de sostenimiento, hay cosas que te dan las relaciones que en ese momento te ayudan a crear el instante creativo propicio, por así decirlo. Pero yo creo que hay una serie de cosas que pasan en los últimos cinco años, como enamorarme de mi novia, movimientos migratorios de mis amigos, pérdida de significado de la ciudad para nosotros, entrar en la industria musical y vivirla de primera mano… que son muchísimo más claves en todo esto.
Hablas de la pérdida de identidad de tu ciudad. Es algo que me interesa mucho porque yo vivo en Madrid, así que puedes imaginar cómo veo yo esto.
Tío, pues está guay que me lo preguntes porque empiezo a arrepentirme de haber hablado mucho de pérdida de identidad de la ciudad. Es como una manera de fijar el foco en otra movida mucho más importante que es el movimiento poblacional y la expulsión de la gente de la ciudad.
La ciudad ha perdido su identidad… No, tío, la ciudad no es un decorado, la ciudad es un sitio donde vivimos. Y claro, yo creo que el duelo es porque la ciudad ya no está para ti, los servicios públicos no están destinados a ti, sino que están volcados en dar las condiciones para que el sector servicios pueda funcionar a todo tren… No sé… la ciudad ya ha perdido el sentido como alojamiento de la clase trabajadora y ahora es un bien que produce en sí mismo. Entonces, hay un montón de momentos y de movimientos que nos llevan a estar muy perdidos, como la empresarialización de las administraciones públicas.
Igual no siempre lo vemos con la perspectiva adecuada, pero todo esto es verdaderamente dramático.
Es un desahucio. Un desahucio masivo.

«En este disco nos hemos sentido más libres que nunca»
El álbum arranca con ‘Tu voz’. Has hablado antes de movimientos migratorios de amigos y esta canción precisamente habla de eso.
Además habla de uno muy específico, que es de mi colega Abraham, que se fue a Asturias. Él estudió en Andalucía, la Junta le pagó sus estudios y se fue a otra región a ejercer. Entonces, esta canción habla un poco desde la parte del que se queda y ve cómo van desapareciendo vínculos… Bueno, no desaparecen, pero sí que se interfiere mucho más.
‘Tu voz’ además la elegisteis como primer adelanto. ¿Lo hicisteis así porque entendéis que es una declaración de intenciones del disco o simplemente la veíais como un single efectivo? Al final, es una canción muy personal…
Ayer, Jaime y Ale decían una cosa y es que nosotros siempre sabemos cómo empiezan y cómo terminan los discos. Sabíamos que íbamos a empezar nuestro primer disco con Candelaria porque tiene unos versos que definen un poco la filosofía de nuestra música, que es una música que requiere un poquito de cariño y de espera, que dice, «Solo quiero decirte por un momento, espera aquí, si tienes tiempo, me gustaría. Quiero contarte algo de mí». En los primeros temas de los discos hay bastante implicación personal y bastante exposición de uno mismo, la verdad. Y en el caso de Tu voz, habla de una situación muy desesperada que vive uno.
Es como si con la primera canción recibiéramos una bofetada de realidad o un puñetazo…
Me gusta mucho la metáfora pugilística [risas]. Te llevas la primera directa y ahora a ver qué pasa.
En ‘Un atraco’ te destapas rapeando.
Exacto. Yo de adolescente me he hartado de rapear, pero yo se lo decía a esta gente y no lo veían muy claro.
¿Pero tú has seguido haciéndolo desde entonces, aunque sea en la intimidad?
No, no, qué va. Pero porque yo aprendo a rapear en un momento en el que, si ahora retomase aquello, estaría con los rudimentos de hace mucho tiempo y sería un poco anacrónico, la verdad. Pero bueno, sí que con el lenguaje creativo que tenemos nosotros, bascula un poquito, y ahí se puede.
‘No me digas la verdad’ es «la rumbita» del disco.
Exacto. De hecho, se llamaba La rumbita desde el minuto uno.
Llevamos tres canciones y cada una viene musicalmente de un lugar diferente. ¿Sentís que este es el disco con el que más libres os habéis sentido estilísticamente hablando?
Es que hacemos lo que nos da la gana, tío. Y sí, en este disco nos hemos sentido más libres que nunca. Hay una cosa muy clara, en Vera Fauna todos tenemos mucha identidad haciendo lo que hacemos: Jaime es un bajista que tiene un sello personal y creo que tenemos el privilegio de ser de los pocos grupos de España que tienen un bajista así; Juanlu con la batería tiene una sensibilidad brutal; Javi, que aunque ya no está con nosotros, en los dos discos anteriores, con la guitarra, las armonías que ha creado y las cosas que ha hecho, le dan una dimensión increíble; yo, con mi voz de porterillo electrónico, también aporto desde mi lado cosas que son complicadas de encontrar.
Entonces, ¿qué pasa? Que cuando todo el mundo tiene un estilo tan personal, de repente aparece Ale en la ecuación, que yo creo que es un maestro del disfraz, así que nos hemos ido colocando en posiciones que nos han apetecido por pura diversión y hemos cerrado canciones que nos han sorprendido a nosotros mismos. Eso ha sido lo guapo de este disco.
Cuando escribes estas historias, entiendo que hay mucha de implicación personal, pero ¿cuánto hay de autobiográfico y cuánto de cronista?
Se diluye un poco. Por ejemplo, Un atraco no va de mí y Casa Carreras, por ejemplo, es una canción que habla completamente de mí, igual que Tu voz. Yo en la vida metería la palabra Kike en una letra de Vera Fauna. Las letras las escribo yo, pero las siento de mis compañeros. Cuando nos subimos al escenario, tenemos tanta confianza entre nosotros que lo individual se diluye un poco y somos una especie de mente colmena que lleva mucho tiempo funcionando ya. Entonces, hay un personaje que se ha ido creando que, cuando se termina Vera Fauna, se va a descansar, y cuando volvemos a darle vida al grupo, vuelve. Pero yo soy otra persona diferente en mi vida cotidiana.
Decís que ‘Mi cabeza’ es hermana de ‘Me extraño’, de Manola. Esa canción, según me contó ella misma, es la primera que hizo para su disco El sótano y habla de que no se reconocía a sí misma en un momento determinado de su vida en el que le estaban pasando cosas buenas y no conseguía ser feliz. Yo percibo que en ‘Mi cabeza‘ hay también algo de autoconocimiento, de mirarte al espejo…
[Piensa un instante] Buena esa… La interpretación me parece guapísima. No está escrita desde ese punto de vista, pero me parece un flipe que se pueda leer así, la verdad. Eso de que ambas canciones son hermanas lo mantiene Ale más que yo. Sí entiendo por qué lo dice él, pero Mi cabeza está escrita en segunda persona y Me extraño está escrita en primera persona. Entonces, sí creo que estaba tratando ahí el no reconocerse, la angustia… el no verbalizarse más que no reconocerse.

«Creo que si nos hubiéramos envuelto en la bandera de Andalucía y hubiéramos empezado a hablar del legado, a lo mejor nos habría ido un poquito mejor»
En ‘Sale el sol’ cantas: «Es mi tercera crisis existencial de esta semana». Es una canción que habla con resignación de la ausencia y de la soledad.
Es que ser y estar en el mundo es una cosa compleja. Son unos versos que al final hablan de la angustia, que ponen un poco el preámbulo a lo que al final te acaba diciendo la canción: que nos necesitamos los unos a los otros para recomponernos cuando viene la angustia o vienen los problemas. Y bueno… lo de «es mi tercera crisis existencial de esta semana» es un poco como el lloriqueo de un niño pequeño, de «¿esto se va a acabar en algún momento?» [risas]
Hay dos frases que me gustan bastante de la canción ‘Dime dónde estamos’: «Vivo en los grises de una vida de verdad» y «Todos me ven, pero nadie me está mirando». La letra es bastante clara en lo que dice.
Ahí hay ideas al aire. Es que hablamos del postureo como si fuese algo inocente, pero vivimos un momento en el que tú conoces a alguien digitalmente y está medido el número de «seguidores» que tiene, ¿sabes? Al final, la palabra «seguidor» no me parece nada inocente. Entonces, se habla de la distopía de China, de los créditos sociales esos, que si te portas bien puedes acceder ciertas cosas… Yo creo que aquí estamos en eso, a lo vasto. Con todo el apoyo del sistema propagandístico del sistema en el que vivimos, pero tener seguidores te abre las puertas a sitios.
Como banda, ¿sentís también una presión extra por cómo se está moviendo ahora la industria?
Buena pregunta. A ver, como banda hemos hecho siempre lo que nos ha salido de las narices, la verdad. Pero, tío, hemos querido ser una banda, y ser una banda supone cumplir los mínimos. Tampoco hemos querido ser unos outsiders. El contexto de tener una banda tiene unas exigencias y hay una socialización, y nosotros hemos sido críticos con una parte de esa socialización y hemos sido indulgentes o hemos pasado por el aro en otras partes. Pero creo que no nos hemos quebrado con ninguna de las decisiones que hemos tomado.
¿Y vosotros creéis que tendríais más repercusión si estuvierais más metidos dentro de la industria en cuanto a creación de contenido y a seguir los ritmos y tendencias marcados?
Yo creo que la movida no va tanto por ahí, sino que creo que si nos hubiéramos envuelto en la bandera de Andalucía y hubiéramos empezado a hablar del legado, a lo mejor nos habría ido un poquito mejor, porque la gente decía «sois un grupo de Andalucía, pero no se os lee como tal». A mí me entran ganas de decirle: «Tú no has pisado Andalucía en tu vida. ¿En serio me vas a decir a mí con toda la poca vergüenza que no te sueno suficientemente andaluz?». Me parece una falta de respeto bestial. Es la dinámica de la exotización por la exotización. Entonces, nosotros por ese aro sí que no hemos pasado, fíjate. Es como cuando hace tiempo hablamos en un hilo de Twitter de aquello que salió de «la nueva escena de bandas de guitarra». ¿Nueva desde cuándo?, ¿No será que hay otras dinámicas económicas flotando?
Háblame de la colaboración de Ángeles Toledano en ‘Me destruyes’. Es algo muy emocionante.
Sí, sí. Te coge y deja seco. Es que poco se puede decir de Ángeles, la verdad. Ella es muy amiga, se le puso el disco a su disposición y ella eligió dónde colocarse.
Antes has comentado que teníais claro desde el principio cómo se abriría y cómo se cerraría el disco. La última canción, ‘Como no te veo’, es casi como un mantra que repites. Al final, el mensaje es claro, a modo de resumen del álbum: reforzar nuestros vínculos por mucho que otros factores de nuestra sociedad se empeñen en impedirlo.
A nivel musical, sabíamos que esta canción iba a cerrar el disco porque es como una especie de fuegos artificiales. La metáfora de fuegos artificiales está muy presente durante todo el tiempo que hemos estado haciendo la canción. El mantra es como una metáfora de una resignación, de «bueno, esto va a pasar todo el tiempo. Entonces, me lo resuelvo así».
Es interesante porque le estamos dando importancia mucho a los vínculos, nos quejamos porque mi amigo se ha ido, perdemos la relación con la ciudad… y al final lo que queda es resignarse.
Sí, y buscar maneras de conservar el calor.
Decís que este es uno de los ejercicios creativos más interesantes del disco.
Sí, porque fue sacarnos a todos de nuestra zona de confort.
Cuando cerráis el disco, lo tenéis ya grabado y lo entregáis a la compañía, ¿sentís que habéis conseguido esos objetivos de trabajar con más libertad, salir de vuestra forma de confort, reforzar los vínculos que tenéis entre vosotros…? ¿Os habéis quedado a gusto?
Sí, completamente. Es verdad que han pasado casi seis meses o así desde que se terminaron las mezclas y, entre ese momento y ahora, han pasado muchas cosas, hemos escuchado mucha música y a lo mejor tenemos otras inquietudes en la cabeza, pero yo creo que en el momento nos quedamos a gustísimo, la verdad.
Eso es lo que se ha percibido en este tiempo desde fuera, que estáis realmente satisfechos.
Igual yo verbalizando satisfacción soy el más cauto de todos. Si se lo preguntas a mis compañeros, están volando [risas].
Para terminar, quería volver a la primera pregunta en la que te comentaba que yo creo que es un disco con el que pueden pasar cosas. ¿Qué expectativas tenéis vosotros depositadas en él?
Mira, por lo pronto, el 3 de abril tenemos la primera prueba de fuego en la Copérnico. Yo, con que la gente cante, me doy con un canto en los dientes. Con que la gente reciba el disco y que lo reciba más rápido de lo que recibieron Los años mejores, porque ese fue un disco que tuvo que tener más recorrido, me vale. Que lleguemos a Sevilla el 25 de abril y la gente se lo sepa de verdad, en Barcelona lo mismo… Yo ahí ya estaría satisfecho. Y ya en el mundo de los números y todo eso, esos objetivos los tiene otra gente que hace con nuestra música otras cosas, pero yo, en el plano estrictamente artístico, de lo que tengo ganas es de que el disco le llegue a la gente y que la gente cante.