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Wild Honey: «Este es un disco muy personal, sin llegar a ser un diario íntimo» (2021)

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Wild Honey es el proyecto que Guillermo Farré lleva a sus espaldas desde que lanzó su primer álbum en 2009, Epic Handshakes and a Bear Hug (Lazy Recordings), el cual tuvo una crítica favorable llegando a meterse en buenas posiciones en las listas. En 2013 lanza el segundo LP, también en lengua sajona, Big Flash (Lazy Recordings). Es en 2015 cuando decide cambiar a su idioma nativo, y prueba con el EP Medallas de Plata antes de lanzar el primer larga duración en castellano; en este cambio se le abren nuevas posibilidades de creación que se reflejan en Torres Blancas (Lovemonk, 2017). Le siguen dos bandas sonoras en colaboración con Remate, 2001 Sparks in the Dark (2018) y Peckinpah Suite (2019)

El próximo 28 de Mayo verá la luz su segunda «colección de canciones en castellano», Ruinas Futuras (Lovemonk), y gracias a la tecnología, podemos encontrarnos unos días antes de forma virtual. En este último trabajo nos encontramos diez tracks íntimos, muy personales, en los que nos cuenta diversas vivencias personales; aunque su maestría y la ambigüedad de sus letras, pueden dar pie a otros puntos de vista. Y en esa visión centro esta entrevista, desde la escucha como consumidor de su música.

Después de solucionar algunos problemillas de conectividad que surgieron, tengo el placer de conocer a Guillermo Farré y, dentro de los parámetros normales de nervios e ilusión, empezamos una breve charla en la cuál me doy cuenta de la naturalidad y sencillez de Guillermo, que me recibe como a un amigo más. Transmite paz y cercanía, y eso se nota en sus canciones.

La entreviste trascurre alrededor de un ambiente risueño y con un trato muy personal por parte de ambos. Solo me queda agradecer la veracidad de sus respuestas.

Has hecho un disco brutal, a mi parecer, y dentro de una situación atípica. ¿En qué punto de la realización del álbum te pilló la pandemia?

El disco lo empecé a hacer antes de la pandemia, después del nacimiento de mis hijos. Tuve una pequeña crisis emocional después de este acontecimiento, en relación al poco tiempo que disponía para hacer música y porque tuve que parar un tiempo. Entonces empecé a escribir sobre esa crisis personal de desorientación y luego empezó la pandemia. De repente, muchas de las cosas que estaba escribiendo sobre esa desorientación personal tenían que ver con la pandemia y mucha gente me dice: «Ostras, ¡has hecho un disco sobre la pandemia!». Pero no.

Está grabado sobre la pandemia pero está escrito antes, aunque luego me di cuenta que se puede asociar ese sentir que tenía yo, a la sensación que hemos tenido a partir de la cuarentena. Cuando saqué la primera canción, un amigo me dijo que era la primera canción sobre la pandemia que le gustaba; yo le dije que la canción no hablaba de la pandemia, aunque se pudiera asociar. Por eso le gustó, porque no hablaba de la pandemia [risas].

Luego, a nivel logístico, social, y de grabación, tuve que arreglármelas como todo el mundo; aunque hemos tenido más tiempo, hemos tenido que ir inventándonos procesos, pero todo bien. Al final, es un aprendizaje más; si cada disco, para mí, es un aprendizaje, pues este tiene el añadido de esta situación atípìca.

Es el sexto álbum como Wild Honey. Los dos primeros en inglés; en el tercero cambias al castellano y le siguen dos bandas sonoras. En este último trabajo sigues con el castellano, ¿Te es más cómodo que componer en inglés?

Lo empecé a hacer en castellano por luchar contra el aburrimiento. Cuando llevas mucho tiempo haciendo música, te tiene que motivar hacer canciones; yo siempre digo que no soy una persona especialmente prolífica, siempre tengo que tener algo que tire de mí para hacer música porque a veces prefiero ver una peli u otra cosa, antes que hacer canciones. Cuando saqué el segundo álbum en inglés, cambié al castellano para marcarme un reto y tener una motivación. Entonces empecé el EP Medallas de Plata, que es el primero en castellano, y con nuestro idioma se te abren un montón de posibilidades creativas. También tiene que ver con una etapa personal, recursos estéticos… y me es más cómodo.

Al no ser el inglés mi lengua materna, me supone un ejercicio más físico que componer en castellano que, al ser mi lengua materna, me encuentro más cómodo. Con el castellano hay un punto de alto reflejo y todo fluye más. Ahora mismo se me haría raro volver al inglés. Considero que es una etapa diferente.

Foto: Felipe Hernández

LA PARÁLISIS MUNDIAL QUE SUPUSO LA CRISIS ES UN DRAMA GIGANTESCO, PERO A MI ME DIO UNA OPORTUNIDAD. DEJé DE VIAJAR Y EMPECÉ A TENER MÁS TIEMPO PARA ORGANIZAR LAS IDEAS QUE HABÍA IDO GENERANDO E IR FORMANDO LAS CANCIONES

Dices que empezaste la producción del disco en el inicio de la crisis sanitaria. ¿Qué experiencia te gustaría destacar de este proceso?

La parálisis mundial que supuso la crisis es un drama gigantesco, pero a mí me dio una oportunidad. Yo, por trabajo, viajo mucho; entonces dejé de viajar y empecé a tener más tiempo para organizar todas las ideas que había ido generando de forma automática durante mucho tiempo, de canciones que eran como pequeños embriones. Por lo tanto tuve tiempo para ordenar esos embriones y formar las canciones.

También tenía una obsesión, que creo que nos pasaba a todos; los días se parecían mucho. Entonces me dije que tenía que hacer algo que me ordenase las ideas, que me ordenase el tiempo y cuando mirase hacia atrás poder ver lo que ha ocurrido en este año o en estos dos años. Y qué mejor que un disco para recordarlo, que es una especie de fotografía muy concreta de tu vida. A la vez quería que se recordara como algo bonito, más allá del drama, el muermo y la desorientación.

Otra experiencia que me llevo es el esfuerzo de darle orden al desorden, dentro de este caos que nos ha ocurrido que no tiene ningún sentido.

Se nota que cuidas al máximo, el mínimo detalle y que todo va enlazado a la perfección. El ritmo y los arreglos de producción encajan mágicamente con el significado de las letras. ¿Has contado con alguna colaboración para este disco?

El disco, como lo suelo abordar yo, tiene una parte de generar ideas, de qué quieres contar; luego de composición pura y dura de las canciones, y luego de producción. Todas estas fases las he hecho con Remate, con quien ya hice dos bandas sonoras, y me ha ayudado guiándome en la composición, diciéndome qué le gustaba y qué no. Y luego en la producción, que es donde se saca el sonido que se le quiere dar a cada canción. En esta fase me ha ayudado mucho ya que me planteé cuidar el detalle, que es lo que me gusta, pero sin que llegue a saturar. Hay cierto equilibrio en todo ello.

Luego, el punto final en las mezclas lo ha dado Ali Chant, un reconocido productor de Bristol. Contacté con él porque me gusta cómo trabaja y, como no se podía viajar, le envié el material. Me gusta cómo ha quedado.

Foto: Felipe Hernández

LA CANCIÓN ‘RUINAS FUTURAS’ NO TIENE UN NORTE CLARO. ESTÁ CONTANDO MI HISTORIA, PERO TAMBIÉN HABLA DE ESAS IMÁGENES QUE ME INTERESAN.

Empiezas el disco con la canción Ruinas Futuras, en la que se intuye un futuro incierto y escabroso, ¿A qué te refieres exactamente?

Es una reflexión sobre los momentos que en su día te parecían importantísimos y, según pasan, son meros recuerdos. Yo lo suelo comparar con el síndrome del campamento de verano, que haces amistades que te crees que van a ser para toda la vida y al poco tiempo se te olvidan. O, en mi caso, el nacimiento de mis dos hijos que fue un momento inolvidable y luego vas haciendo otras cosas y ya no te parecen tan importantes o no los recuerdas tanto. Entonces hablo de eso, de esos momentos tan importantes que a los cinco años son como ruinas. Más que algo social que nos rodea, era una manera de ilustrar todo eso de una manera gráfica.

Y también tiene que ver con un edificio que hay en las afueras de Madrid, el cual desentona brutalmente con el entorno paisajístico que lo encuadra. Entonces pensé cómo sería en el futuro cuando eso se abandone, esas ruinas…

La canción no tiene un norte claro. Está contando mi historia, pero también habla de esas imágenes que me interesan. Esos son los dos significados, que terminan en esta canción.

Eres un artista que no suele hacer videoclips de sus canciones. ¿Tienes pensado inmortalizar visualmente algún tema del álbum?

[Entre risas]. Yo trabajo en audiovisual, en televisión. Entonces el cine es el medio artístico que más me interesa, más que la música, a nivel de espectador. Sin embargo, nunca me ha llamado la atención, ni siquiera videoclips ajenos, siempre me ha dado pudor hacerlos.

Sí que tengo pensado hacer alguno en este LP, pero será en modo animación. Aunque tengo que admitir que has dado en el clavo, no soy de videoclips.

En, Me Dijeron Que Ya No Vives Aquí, haces referencia al ritmo en que pasa la vida, en especial cuando eres niño. ¿Qué te lleva a escribir sobre eso?

El germen de la canción era que mis hijos, durante la cuarentena, se hicieron muy amigos de los hijos de los vecinos; se veían de ventana a ventana y hablaban todos los días de manera muy intensa. Entonces me imaginaba a mi hijo mayor buscando a esos niños con los que había convivido, al cabo de unos años, para hablar de esa época tan intensa.

Es la comunicación infantil vista desde los ojos de un adulto

Personalmente, creo que, En Los Márgenes De Lo Que Llamabas Realidad, haces referencia a la forma en la que nos hemos tenido que relacionar, pero ¿Quién es Julien?, ¿te refieres a Julien Assange?

No, en realidad es más curioso. Esta canción es pre-pandemia y surge después de una videollamada que hice con mi familia durante un viaje de trabajo en la que me quedé medio vacío. Por un lado me quedé satisfecho pero por otro lado, tenía la sensación de encontrarme solo, pensando «me siento más triste que hace veinte minutos». Y algo pre-pandemia es lo que hemos vivido durante la pandemia todo el rato. La sensación esa de estar cerca pero lejos a la vez. Lo que estamos haciendo tú y yo ahora mismo, un contacto profundo y superficial al mismo tiempo e irreal.

Y Julien es un compañero de trabajo en el que me apoyo muchas veces y con el que estuve hablando después de esa videollamada con mi familia. No es Assange, aunque por la frase de la canción, «ahogados en un mar de datos, ya me avisó Julien«, bien podría referirse al fundador de Wikileaks.

Foto: Yago Castromil

ME APETECÍA SALIR EN UNA PORTADA PORQUE NUNCA HABÍA SALIDO EN NINGUNA.

La portada del disco representa una caída o un resbalón en unas escaleras, ¿Se podría considerar el significado visual del disco? ¿Quién ha llevado a cabo la ilustración?

Es una idea de Pablo Serret (Grande Graphix), con el que siempre trabajo porque le encuentra el punto visual que quiero para Wild Honey. Él está muy metido en el mundo del skate y tenía una serie de imágenes en las que cogía a skaters a punto de caerse, pero que no sabes si están levitando o cayendo. Y él quería hacer algo parecido para la portada. Entonces yo le dije: «mira, yo no he patinado en la vida y me parece de intruso jugar con la estética de skater». Pero al mismo tiempo me interesa muchísimo ese momento que no sabes si es caída o ascenso, de congelar un instante que tenga ese significado. A partir de esa idea, contactamos con un fotógrafo que se llama Yago Castromil e hizo esta foto, en la que salgo yo de traje; pero no de skater [risas]. Y la verdad que me gusta mucho porque la portada cuenta mucho del disco. Ese momento de desorientación… Y, como el disco tiene una historia y tiene reflexión sobre todos estos temas, pues lo va genial.

También me apetecía salir en una portada, que nunca había salido en ninguna portada. Y aunque no se vea muy claro, los que me conocen saben que soy yo.

Escuchando el disco detenidamente, se encuentra cierta conexión entre todas las canciones. ¿Hablas de accidentes ajenos o de vivencias propias?

Todas las canciones hablan de cosas muy personales y privadas. Me gusta que veas conexiones con el exterior y me interesan esas interpretaciones. Es un disco muy personal, sin llegar a ser un diario íntimo, pero basado en vivencias personales.

Foto: Felipe Hernández

SOLÍA PASAR LOS VERANOS CON MI PRIMA ADRIANA, PERO NO LOS INVIERNOS CON SUS DÍAS CORTOS Y GRISES. ESE CONTRASTE ME LLEVÓ A ESCRIBIR LA CANCIÓN

¿Entonces tienes «prima Adriana» realmente?

La canción va sobre mi prima Adriana. Mi prima Adriana existe y vino a vivir con mi familia cuando éramos adolescentes. Y la historia surge porque me llegaron unas fotos que nos capturan a mi prima y a mí. Hay una serie de fotografías del fotógrafo Nicholas Nixon en las que, durante 30 años, fotografió cada día a su mujer y a sus hermanas, las hermanas Brown, se llaman. Entonces me imaginaba el paso del tiempo de esas fotografías de las hermanas Brown, con las fotos que salimos mi prima y yo.

También pasó una cosa muy curiosa con ella, y es que yo solía pasar los veranos con mi prima, pero no los inviernos con sus días cortos y grises. Y ese contraste de los días de verano, a esas edades, que parecen que no acaben, con el invierno de viento helado de Madrid y los días de instituto, me llevó a escribir la canción.

Una de las canciones que más me gustan a nivel de producción es Dos Accidentes. Como hablas de vivencias personales, parece que tienen relevancia en tu vida. ¿Fue algo gordo?

Son dos accidentes reales. Hace diez años, entre el primer disco y el segundo, de Wild Honey, dimos un concierto en Londres; y al día siguiente de concierto me atropelló un coche. Me rompí el hombro y la rodilla, imagínate con todos los amplificadores y todas las guitarras allí, que había que traerlo a Madrid. Y yo con silla de ruedas y con un solo brazo. Un lío tremendo.

Luego ya me recuperé, todo fue bien… pero se me quedó una manía en la cabeza. Como ya me había atropellado un coche, pensaba que si me volvían a atropellar, ¿cómo lo explicaba para no parecer gilipollas?. Porque una vez podía ser normal, pero dos…

Entonces jugué con esa idea, que al final son los recuerdos; recuerdos que en su día han dado la vuelta a tu vida pero luego quedan como meras anécdotas. Entonces a mí me ayudan esos recuerdos y los discos que saco, para estructurarme el tiempo.

Nos acercamos a Nueva Zelanda, la última canción del disco. Escuchando la melodía y la letra de la canción. Me da la impresión que es un divorcio.

No es un divorcio como tal, pero sí que habla de dos personas que se separan. No en la edad adulta, sino en la post-adolescencia.

Habla de la sensación que tienes de huir lejos y empezar de cero convirtiéndote en otra persona, ficticia, después de una separación sentimental. Y buscas el lugar más remoto para hacerlo, que en este caso es Nueva Zelanda. Y más que de esa separación, la canción habla de la persona en que te conviertes tras esa separación.

Has dado en el clavo, no me había dado cuenta que era tan explícita la canción.

Foto: Felipe Hernández

EL GERMEN DEL DISCO ESTÁ EN UN SUPERMERCADO, RODEADO DE NIÑOS QUE TIENEN UN dinosaurio AL LADO

En Dinosaurios y Supermercados hablas de un agujero, desde la ambigüedad de las letras. ¿Te refieres al cambio climático?

No, no. Dinosurios y Supermercados es, de nuevo, una reflexión sobre la paternidad. Los supermercados es un lugar al que acabas yendo un montón durante la paternidad, para abastecerte y tal. En la frase «quizás todo cambiará mucho más de lo que habríamos imaginado», hago una reflexión sobre la paternidad. Sin embargo, durante los primeros días de la pandemia, me di cuenta que esa letra, que era una reflexión sobre la paternidad, se convertía en una sensación global, para todos.

«Un día encontrarás notas de voz que congelaron dinosaurios y supermercados», ahí me refiero al proceso de captación de ideas, en las que iba grabando notas de voz mientras estaba en el supermercado (todo el disco lo grabé en fragmentos con notas de voz en el móvil). Y en concreto, hay una nota de voz muy graciosa, que soy yo en el supermercado cantando y un niño al lado jugando con dinosaurios; y a la vez hay una voz flotando en el aire que dice que… «las lentejas están de oferta».

Esta canción, habla de un momento muy concreto, pero a la vez habla de lo que es este disco; que son esos momentos fugaces de creatividad que están pegadísimos a la rutina del día a día. El germen del disco está en un supermercado rodeado de niños que tienen un dinosaurio al lado.

En cuanto al agujero, es un momento muy concreto de mi vida en el que tuvimos un pequeño percance en casa [risas].

Para resumir el disco y entender la estructura del mismo. Es una unión de los recuerdos, que empiezas con Ruinas Futuras, cuentas tu historia entre medias, y terminas con Nueva Zelanda, que a la vez es una separación, tanto personal como anímica.

Nueva Zelanda es la última canción porque es como una especie de elipsis de lo que he ido contando a lo largo del disco. Y, aunque el disco no es una única historia como una novela, sí que está secuenciado para que todo tenga que ver.

Por eso Ruinas Futuras, abre; y Nueva Zelanda vimos muy claro que tenía que cerrar.

Y para terminar, ¿hay gira en el horizonte?

Me gustaría tocar el disco en directo, son canciones en las que me siento muy a gusto, me siento cómodo cantándolas. Pero siempre he tenido el síndrome del impostor tocando en directo, no me he sentido cómodo. Y no sé por qué, estas canciones es lo más cercano a sentirme cómodo cantando, entonces me apetece hacer una gira; pero sin prisa porque tal como está ahora la cosa, pues, si se puede sí y, si no, pues me quedo contento con haber podido sacar el disco. Y ojalá haya oportunidades, pero ahora mismo no hay nada a la vista, todavía.

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