Mié 4 diciembre 2024

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Sensible Soccers: «El ilusionismo ha sido una constante en la composición de Aurora» (2019)

Originarios del norte de Portugal, Sensible Soccers son una de las bandas más interesantes de la escena lusa actual. El pasado mes de marzo lanzaban su tercer álbum, ‘Aurora’, tras una pausa de tres años que siguió a la salida de Filipe Azevedo, guitarra, y que llevó a una reconfiguración de miembros y un replanteamiento de la dirección sonora del proyecto.

Este trabajo se libera de la guitarra y el uso más convencional de la instrumentación y la canción, para alcanzar ahora una electrónica que entreteje pasajes sonoros a base de bajo, percusión y sintetizadores que emulan sonidos atmosféricos, orgánicos o tropicales. Un trabajo dinámico, puntilloso, cargado de complejidades y matices.

El trío portugués —reconvertido en quinteto para el directo— ha pasado por España en contadas ocasiones —Festival de Les Arts, WOS Festival—, pero la presentación de su nuevo disco sólo ha tenido lugar, hasta ahora, en Portugal. Es por ello que aprovechamos su concierto este año en festival luso Paredes de Coura para hablar acerca de ‘Aurora’ con André Simão (bajo y drumpads de Sensible Soccers), quien compone el núcleo duro de la banda junto a Manuel Justo (teclados e sintetizador) y Hugo Gomes (batería). A ellos se suman, en el directo, el teclista Sérgio Freitas y el percusionista Jorge «Cientista» Carvalho.

Aunque sois uno de los grupos más potentes de la escena portuguesa, lo cierto es que en España hay cierto desconocimiento de lo que se cuece al otro lado de la frontera. Así que, ¿por qué no me cuentas un poco la trayectoria del grupo y en qué momento estáis?

El grupo tiene ahora casi 10 años. Empezó siendo una banda un poco más experimental, con el tiempo se volvió más electrónica y ahora está en una fase nueva más orgánica. Un pop nostálgico que enraíza en pasados extraños y oscuros, un poco psicodélico, muy electrónico y en el que además se mezclan instrumentos convencionales con percusiones. También, en la primera fase había guitarra, y ahora ya no.

Esta nueva fase se corresponde con vuestro tercer disco, ¿no? ‘Aurora’, que salió el pasado mes de marzo.

Sí; cuando el guitarrista salió, comenzamos a pensar qué queríamos hacer y cómo hacerlo. La primera decisión fue que no íbamos a tener guitarra. Así, se cerró una puerta pero muchas otras se abrieron: íbamos a tener más sintes y teclas, incluimos a un percusionista y dimos mayor peso al bajo, muy procesado, con un papel travestido: a veces iba a ser guitarra, a veces bajo. El disco desprende un gran ilusionismo: suenan flautas, pero son sintes; hay saxo, pero son sintes; hay guitarras, pero es el bajo. Hay percusiones electrónicas que se mezclan con las convencionales.

Ese ilusionismo ha sido una constante en la composición del disco. Además, como la guitarra llevaba el papel principal en los trabajos anteriores, ahora la atención queda dividida entre todos los músicos. Ha dejado de haber una melodía principal y la música se ha convertido en un pulpo, con numerosos tentáculos.

Ha dejado de haber una melodía principal y la música se ha convertido en un pulpo con numerosos tentáculos.

Para el disco, trabajásteis con el artista y productor portugués B Fachada. ¿Cómo fue esta colaboración?

Decidimos correr muchos riesgos con este disco, y uno de los cambios fue en la producción. Queríamos salir de la zona de confort, y pensamos en no trabajar con la persona que había producido todos los discos anteriores, por lo que llamamos a B Fachada, que es un músico de Lisboa.

En Portugal, en la música existe bastante una división entre el norte [de donde son Sensible Soccers] y el sur; y es algo extraño porque B Fachada es una especie de símbolo de lo mejor que se hace en la música del sur. Además, tiene fama de ser un tipo idiosincrático, extraño, inaccesible. Pero decidimos apostar por él, y fue una sorpresa increíble. Nos gustó mucho trabajar con él y a él con nosotros. Cambió un poco el sonido, que era más lo-fi en los primeros discos, y ha quedado un disco más pop por un lado, y por otro es más complejo y laberíntico. Más groovy, más difícil. Aunque hay muchas melodías y frases simples, las canciones son todas muy diferentes y presentan mucho cambio.

Cuando le contactamos, no sabíamos qué iba a pasar, ni qué tipo de productor sería. Pero lo que nos gustaba de él es que es muy bueno componiendo canciones y que tiene una forma muy bonita de sonar, muy bien pero precario y barato. El sonido de sus discos es lo-fi sin serlo. Y eso nos interesaba. Cuando produjimos teníamos la idea de que él iba a intervenir mucho más en las canciones tocando y sugiriendo melodías, armonías, pero no es lo que pasó. Se centró en las estructuras, las modulaciones, las mezclas. Fue más un mastermind de estudio que un compositor.

¿Cómo fue el proceso de composición y grabación?

Pues primero, los tres Sensible Soccers [él, Manuel Justo y Hugo Gomes ] estuvimos grabando ideas en el ordenador; muchos más tracks que para los discos anteriores. Todo sonaba confuso y diferente, y de ahí seleccionamos algunos temas que nos gustaban más, empezamos a quitar información y llamamos a los otros dos músicos, para tratar de tocar las músicas nuevas. Fue en ese momento cuando llamamos a B Fachada para discutir la estructura de las canciones. Él acostumbraba a rechazar algunas diciendo: «esa no, esa suena demasiado a instrumental, no me gusta, ¿queréis que escriba una voz por encima?» [Risas].

Cuando seleccionamos el grupo de canciones que iban al estudio nos fuimos a Arouca, una tierra en el interior del país, con João Brandão, que es el ingeniero de sonido que grabó con B Fachada, y estuvimos diez días aislados, en residencia, para grabar el disco. Ahí montamos todo nuestro set up e intentamos tocar, tocar y tocar; aprovechar el estar todos juntos en una sala, en vez de grabar al ordenador y después corregirlo. Este proceso, que nos llevó un año en total, conduciría ese laberinto inicial hacia algo más compacto. Abandonamos todas las demos y los sonidos de antes, para ir a buscar sonidos nuevos y mejores, para aprovechar esa residencia, donde el ingeniero de sonido había trasladado todo su equipo.

¿En qué os habéis inspirado para el trabajo?

Si el tema central en la composición ha sido ese ilusionismo del que hablaba antes, el tema lírico fundamental ha sido nuestra infancia, las cosas que pasaban en Portugal en los años noventa. Las discotecas gigantes, las vacaciones con los padres en la playa, la música que oíamos en esos momentos…

¿Ha habido influencias de otros grupos, músicas que os hayan marcado?

Lo que sucede es que muchas veces estamos hablando durante dos horas sobre la banda sonora de Miami Vice, o la de Street Fighter, y hablamos mucho más sobre estas cosas, estas memorias extrañas, como uno de esos días que estaba hablando con Manuel [Justo] sobre The Cranberries, que no tiene nada que ver con nosotros.

Cada uno de nosotros tenemos sus gustos: hay referencias muy diversas entre los cinco. El percusionista sabe mucho de músicas del mundo, pero hay cosas elementales para quien escucha electrónica que él no conoce ni quiere conocer; el teclista es profesor de piano clásico y está muy ligado al pop a la vez; nosotros, los tres, oímos muy poco pop. Por eso, las conversaciones son más sobre cosas extrañas y pasadas, que propiamente lo que has estado escuchando ahora o qué ha salido ayer.

El tema lírico fundamental ha sido nuestra infancia, las cosas que pasaban en Portugal en los años noventa.

¿Y el nombre, ‘Aurora’, de dónde sale?

Primero, ‘Aurora’ era el nombre de una canción del disco, que se llama ahora «Um Casal Amigo». Cuando estábamos escogiendo los nombres miramos ‘Aurora’ y pensamos que el término se refiere a la aurora del día, algo que está comenzando, igual que la banda, que se estaba reconfigurando. Además, la palabra transmite cierta idea de psicodelia: aurora astral, boreal. Y también, en algunos de nuestros nombres ya hay nombres femeninos, igual que Aurora. Todo esto llevó a escogerlo.

¿Y cómo ha sido la recepción?

Hasta ahora ha ido muy bien. Cuando estábamos grabando pensábamos: «Joder, hay cambios en la banda, ha salido la guitarra, tenemos nuevos músicos«… y nos planteábamos qué iba a pasar. Pero todos esos fantasmas se apagaron en un mes. El disco ha sido muy bien recibido y todos los conciertos hasta ahora han despertado mucho interés en torno al disco. Estamos súper contentos.

En el directo, ¿cómo lo afrontáis?

La experiencia de este álbum en el estudio ha sido muy diferente, y en el directo también lo está siendo. Es súper difícil de tocar. Hay muchos momentos muy rápidos, muy técnicos, que tenemos que ensayar mucho. En la fase anterior, era más cuestión de feeling, de estar conectados, y sentir: «esto funciona», «está creciendo», etc; pero ahora es más complejo, más rápido: «¡aquí!», «¡allí!», y como hemos perdido la voz principal ahora el concepto está más distribuído, y se ha convertido en algo mucho más animado. Estamos mirándonos los unos a los otros, y hay mucha comunicación en palco: «un, dos, tres: ¡vamos!». Lo que lo hace algo más festivo, más colorido, y menos mental, menos abstraído.

También tocamos alguna canción antigua, de forma más o menos parecida, ya que intentamos jugar con el patrimonio de la banda. Solemos dedicar una primera sección en torno a ‘Aurora’, para ir avanzando hacia sonidos más progresivos, para ir «alcanzando el cielo».

El directo de ‘Aurora’ es más festivo, más colorido, y menos mental, menos abstraído que los anteriores álbumes.

El nuevo sonido de ‘Aurora’, ¿es algo que queráis seguir explorando?

Pues en los ensayos ya hicimos algunas cosas nuevas y está naciendo una identidad que no es la primera, ni es la de ‘Aurora’, sino que es una cosa muy progresiva, más progresiva que ‘Aurora’, pero con esta instrumentación —más deslizada, más tropical, más orgánica—. Me estoy aventurando, pero es posible que el próximo disco tenga cuatro canciones de diez minutos cada.

¿Y cuál es vuestro impacto fuera de Portugal?

Pues en los discos anteriores ha sido muy intermitente: algún concierto en Francia, otro en España…, pero en este disco intentaremos organizar un poco la «embestida exterior» de cara a 2020.

La verdad es que tenéis un sonido muy internacional, que parece capaz de enganchar con audiencias de fuera.

Sí, eso es lo que sentimos, pero yo creo que nunca ha habido un momento en la banda en el que hubiera una estrategia o apuesta decidida por hacerlo. Ha sido todo muy casual hasta ahora, pero es algo que puede, que va a ir cambiando.

¿Veis cierto ese desconocimiento entre España y Portugal que comentaba antes? ¿Cómo es la escena alternativa portuguesa?

Pues hace unos diez o quince años, comenzó a surgir una nueva generación de grupos influídos por la música internacional inglesa y norteamericana, y desde entonces todo el mercado se ha organizado. Empezó a haber técnicos de sonido profesionales, han aparecido las redes sociales, el mercado se ha profesionalizado; y todo ello ha dado la ilusión de que estaba explotando la música.

Pero al principio, esta explosión era un poco vacía, había mucha cosa pero no era toda buena aunque tuviese esa apariencia anglosajona, internacional. Y los últimos cinco años ha habido un filtro. Los mejores grupos han sobrevivido y ganado espacio, y los más pequeños han perdido peso. Muchos de estos grupos, por ejemplo, eran apoyados por la blogosfera, y ahora hay una prensa especializada que se ha organizado un poco mejor. Ya se puede sentir el resultado de toda esa tempestad.

Tendría mucho sentido para las bandas portuguesas que su trayecto pudiera ser ibérico.

¿Y se conocen cosas de España?

Solo en nichos muy específicos, grupos como Migala, o Refree. En los noventa se oía mucha música española: Héroes del Silencio, La Frontera, La Unión… Estas súperbandas de estadio. Hoy no mucho la verdad, y pienso que en España tampoco llega la escena portuguesa.

Esto es extraño, porque tendría mucho sentido, sobre todo para las bandas portuguesas, que su trayecto pudiera ser ibérico. Eso aumentaría mucho las posibilidades en un tour normal de una banda pequeña. Portugal es un país pequeño. Muy denso pero pequeño, y España incrementaría el alcance de las bandas.