InicioConciertosCrónica Nada Surf en Bilbao (Kafe Antzokia, 2020)

Crónica Nada Surf en Bilbao (Kafe Antzokia, 2020)

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Nada Surf son unos auténticos supervivientes de la música. En una industria tan cambiante como esta, la banda neoyorquina ha conseguido mantener su formación durante más de 20 años, con una gran base de seguidores que les ha permitido permanecer al pie del cañón todo este tiempo. Además, a diferencia de contemporáneos del power pop noventero (ejem, Weezer, ejem), lo han hecho fieles a su sonido, dejando por el camino nueve álbumes sin grandes experimentos y con buenas canciones.

El grupo presentó esta semana el último de estos trabajos, Never Not Together, en una escala española que les llevó a un puñado de ciudades. En Bilbao, en el Kafe Antzokia, actuaron este viernes 7 de marzo con una sala casi llena cuatro años después de su última visita al Botxo. En todas estas citas del tour, estuvieron acompañados por el compositor y músico de culto John Vanderslice, una apuesta muy disruptiva en cuanto a propuesta y sonido.

Productor de álbumes de The Mountain Goats o Spoon y padrino de artistas como St. Vincent o Sufjan Stevens en sus inicios, Vanderslice tiene una extensa carrera a sus espaldas de experimentación con sonidos analógicos. Todo lo contrario a Nada Surf, vaya. Presentó las canciones de su última novedad discográfica, The Cedars (Native Cat Recordings, 2019), como bien recordó y mostró en directo, una ambiciosa colección de piezas que mezcla impredecibles capas de cajas de ritmo y sintetizadores.

Salió en solitario, con una amalgama de pedales, su guitarra eléctrica, cajas de ritmo y unos folios con las letras de las canciones. La propuesta, que miraba de reojo al alt rock noventero, se hizo demasiado pesada a ratos para un público descentrado y confuso. Ni las apariciones de Matthew Caws en uno de los temas y del batería Ira Elliot y el teclista Louie Lino, reconvertido en cuarto miembro de atrezo de Nada Surf, en Exodus Damage sirvieron para acallar el murmullo latente en sus 45 minutos de actuación.

Repetir la fórmula

Se apagaron las luces, sonó música ambiental de fondo y salieron a escena entre vítores y aplausos Nada Surf, es decir los tres mencionados previamente junto al bajista rastafari madrileño Daniel Lorca, que salió piti en boca dispuesto a desgarrar su instrumento como acostumbra. No está en esta gira el guitarra solista Doug Gillard (Guided By Voices), y la baja se notó en el sonido de la banda en los temas más lentos, que derivaron en plomizos y edulcorados.

Empezaron fuerte con el último single So Much Love, una Hi-Speed Soul que terminó siendo lo mejor de la cita y The Plan, uno de los dos cortes que sonaron de su debut producido por el fallecido Ric Ocazek (The Cars) en 1996. Todo parecía encaminarse hacia un concierto top. Sin embargo, la banda entró en una travesía de temas con el piloto automático puesto y con la fórmula muy clara: dejar las piezas más enérgicas al final para que el público se vaya con buen sabor de boca.

El bajista Daniel Lorca fue el encargado de interactuar con el público. Foto: Unai Macias

Así pues, no recuperaron su reciente nuevo trabajo hasta el final del concierto y sometieron a la audiencia a una colección de cortes de todas sus referencias en largo. Killian’s Red, reforzada por luces infrarrojas, se hizo eterna; Inside Of Love subió el azúcar hasta otro nivel; Cold To See Clear sirvió para despertar los primeros saltos entre el respetable; y Blonde on Blonde resultó plana y sin pegada.

Un ímpetu que sí llegó en el tramo final del recital y puso la nota positiva en dos de las novedades: Looking For You, con la gente coreando los laralas, y Something I Should Do, con el rapeo de Caws motivando a la peña. El cantante dejó la responsabilidad de dirigirse al público a Lorca, que comentó lo mucho que les gusta que vaya gente joven a sus conciertos —una niña portaba un cartel en primera fila en el que se leía «I Love Nada Surf»— y que luego estarían en el stand de merchandising, donde tocaron un par de temas en acústico cuando acabó el bolo.

Dejaron para el final su trío de ases particular después de iniciar el primero de los bises con la nueva Just Wait, que fue la mejor lenta de la noche gracias a la participación de Vanderslice. Always Love, Blankest Year, con el público animándose con los «fuck it», y Popular, en el segundo de los bises, pusieron el colofón final a un recital que agradó a su fiel parroquia, pero que en general dejó bastante que desear.

Matthew Caws en uno de los momentos del concierto. Foto: Unai Macias

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