InicioSonidos Latinoamericanos: Astro, una estrella potente, pero fugaz

Sonidos Latinoamericanos: Astro, una estrella potente, pero fugaz

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A pesar de estar escrito completamente en español, el disco homónimo de debut de Astro fue seleccionado por la prestigiosa publicación norteamericana NPR como uno de los 50 mejores del 2012. Apodados “los MGMT de Chile”, el grupo Astro actuó en los festivales más importantes del mundo como Lollapalooza Chicago, Vive Latino, Primavera Sound y Mysteryland, entre otros. En siete frenéticos años de actividad los chilenos giraron por el mundo publicando un EP y dos álbumes. Pero la formación se apagó en 2016 debido a la voluntad de perseguir sueños individuales en solitario, además de un descontento del cantante principal por el lugar adonde había llegado el sonido de la formación. Esta es su historia.

El cuarteto astral se formó a partir de dos duetos: el de Andrés Nusser y Octavio Caviares (compañeros de la Escuela Moderna de Música) y el de Nicolás Arancibia y Daniel Varas. Estos dos últimos tenían ya su propia formación de dj set llamada Moustache!. En sus dos primeros años de existencia los cuatro artistas pusieron sonido y producción a las canciones que Andrés Nusser ya tenía compuestas, dando lugar a la publicación de su primer EP, Le Disc de Astrou, lanzado hace ya 11 años, en octubre de 2009. Este primer trabajo auguraba lo que vendría después, la fuerte corriente electro pop de la que los chilenos harían gala de dominación a través de los siguientes años: un enorme uso de synths resultando en un sonido salvajemente psicodélico y bailable. La opinión extranjera se hizo eco del sonido de esta discreta formación chilena: apareció en listas de lo mejor del año en 2009 y 2010, y conocidos artistas como Gepe y Pedropiedra hicieron versiones de Maestro Distorsión, uno de los temas más reconocidos de su ópera prima.

Tras la publicación de su primer EP fueron invitados a actuar en países vecinos como Argentina y Uruguay, así como al popular festival Vive Latino de Mexico. El éxito fue incluso mayor con la publicación de su segundo disco, Astro. NPR diría del mismo que “cuando tu cerebro está en llamas tras escuchar a la parte más politizada de la música chilena, Ana Tijoux, oir a Astro es como estar de vacaciones. El synth pop-heavy y las imágenes de vuelta a la naturaleza de este disco le han valido a Astro el apodo de los MGMT de Chile”. La posición apolítica (no en la vida en general, sino en sus creaciones musicales) fueron motivo de polémica para la banda, sobre todo en un país donde una feroz dictadura prohibió durante muchos años determinada música.

En una entrevista con el diario El País, los chilenos se justificaban: “Somos una banda sin ataduras ni causas. Aunque me tilden de hedonista, prefiero hacer temas inspirados en lo imaginativo, en historias fantásticas o fábulas antes que en el movimiento estudiantil. Quizá el único mensaje que tenemos es ecológico, pero inclusive es de segunda vuelta, porque no estamos pidiendo que salven a las ballenas o a los árboles, sino expresando que son bonitos. Es erróneo pensar que una banda tiene una responsabilidad social: su único compromiso es artístico”, afirmaba la voz líder de Astro. “Chile es en este momento una nación de subculturas muy fuertes, de nichos, de personas que piensan distinto. La gente más vieja es la que vive el tema de la dictadura, a diferencia de las generaciones más jóvenes, que no lo consideramos tanto, lo que significa que es bueno porque el país se está reunificando. No somos los indicados para manifestarnos acerca de la política ni de nada, porque somos un grupo de ‘nerds’ que sólo sabe hablar de música”, añadía.

Definitivamente, el sonido de Astro traslada a un mundo de colores, energía y baile, lejos de las preocupaciones políticas del país y de sus conflictos. Ese sonido tan bien logrado en los dos primeros trabajos no lo fue tanto en el tercero y último. En mayo de 2016 Nesser publicaba en las redes que el grupo llegaba a su fin. En una entrevista con la revista Paula, el vocalista confirmaba la separación de Astro acusando cierto desgaste interno y la necesidad de probar con proyectos individuales. Estas declaraciones no solo sorprendían a los fans, sino también a los propios miembros de la banda: “Estamos digiriendo aún la noticia, es medio fuerte pero ya es definitivo”, declaraba el tecladista Arancibia, quien si bien reconocía “que las energías habían decaído y estábamos trabajando casi por inercia”, aclaraba que la decisión de la separación fue exclusiva de Nusser. “No sé si estoy muy de acuerdo, creo que Astro tenía mucho más por delante. Quedamos como una banda más, una que no trabajó lo suficiente”, dice Arancibia, quien detalla que ya planeaban grabar el sucesor de Chicos de la luz, el tercer disco, del que dice no sentirse representado. “Me quedo con la espina clavada porque creo que faltó en la banda el aporte del resto, y porque nos vamos con un disco que no funcionó”.

El éxito de sus canciones, los rankings, los conciertos y la admiración de su no muy extensa pero fiel base de fans fue breve pero muy intensa. Astro no salió por la puerta grande precisamente, pero el destello de su estrella fue los suficientemente prominente como para que hoy se siga hablando de ellos.

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