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LADY GAGA – CHROMATICA

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Parece irónico que desde hace meses Lady Gaga dejara claro que con su nuevo lanzamiento abandonaría la Tierra y su destino sería un lugar utópico en el que las historias se enmarcan bajo la palabra Chromatica. Y mientras las fases avanzan y el mundo real empieza a desengrasarse, ella ya tiene marcada su fecha de emisión desde su universo paralelo, uno el que el ritmo no cesa y que es escuchado en el planeta donde salir a bailar públicamente aún está complicado. Por fortuna más que desgracia, este LP ha visto la luz estratégicamente poco antes del mes del Orgullo y eso ha sido toda una ventaja.

Dieciséis pistas conforman su sexto álbum, el regreso de Stefani Germanotta a la verdadera y teatral esencia de Lady Gaga. Aquella que tomaba su nombre de una transgresora canción de Queen y que es sinónimo de ambición y movimiento. Chromatica es un álbum en el que no caben baladas y en el que el ritmo insaciable se da un respiro gracias a cortes orquestales. Los antipsicóticos y la agresión sexual sufrida por la artista en su adolescencia fueron, en gran medida, la fuente de inspiración del disco. Sus letras son sencillas y no se detienen en metáforas más de lo necesario. Lo que más contrasta, de primeras, es su portada, que dista mucho de ser colorida o “arcoírica” y se define como una obra más bien industrial.

Frente al personal sonido pop de Gaga que irrumpió a finales de los 2000, aquí hay una ambientación noventera en la que la música electrónica de Alice funciona como carta de presentación. El house de época será una constante en este incansable trabajo que comienza con Gaga pasando por el agujero y, empieza aclarando que su “nombre no es Alice”, dice seguir “buscando el País de las Maravillas” y mantendrá su mensaje como estribillo. La esencia pasada de la neoyorkina se deja ver más notablemente en la tercera canción. Stupid Love cuenta con una base que recuerda a otro tema de hace casi una década, Born This Way, y, además de funcionar como primer adelanto, viene acompañada de un galáctico videoclip contextualizado en un árido planeta estilo Star Trek.

Mientras que el álbum Born This Way (2011) mantenían un ambiente oscuro digno de un cabaret gótico, Chromática se presenta con instrumentales brillantes y coloridas. Eso sí, con una grandiosidad sonora que sí es comparable a la de su predecesor.

Rain On Me fue la segunda apuesta para anunciar el retorno de Gaga. Un fuerte dueto vocal con Ariana Grande como compañera que muestra lo mejor de ambas voces y que rescata el sonido discotequero de los principios del largo. Free Woman mantiene la inagotable agilidad en este segmento y funciona como una potente canción sobre el empoderamiento personal, en particular, el femenino.

Chromatica I, Chromatica II y Chromatica III hacen las veces de apertura e interludios orquestales y acotan el trabajo en tres partes no necesariamente por su trama argumental. Una triada que encaja como los fragmentos de una versión extendida de las canciones a las que preceden y que son obra de Morgan Kibby (M83, White Sea). 911, por ejemplo, juega con la modificación de voz para dar a Germanotta una presencia robótica mientras homenajea a la olanzapina, la medicación antipsicótica que la salvó la vida.

Ya por su título, es evidente que Plastic Doll hablará del estigma Barbie aún acomodado en la sociedad occidental. Un coro reverberado responde a los versos de Gaga y las letras no defraudan ante lo esperado. Por el contrario, Sour Candy pierde un poco el norte que guiaba a Chromatica. La colaboración con las coreanas Blackpink es, en lo que instrumentación y sonido se refiere, lo menos acertado del disco. No una mala canción, pero sí un tema que no sigue la línea del resto dentro de unos márgenes considerables.

Antes del tercer acto, Enigma trae el enérgico ambiente hasta la comodidad del hogar. Su “misterioso” nombre es un guante recogido del apelativo que define la residencia de Germanotta en Las Vegas. Gaga cuestiona si la realidad es una simulación mientras un saxofón suelta líneas melódicas de fondo. El cierre de esta segunda parte se titula Replay, que no trata sobre la nostalgia sino sobre cicatrices.

No es Bradley Cooper ni Tony Bennett, esta vez es Elton John quien da el contraste masculino a la obra, y se hace esperar. Sine From Above recuerda Swedish House Mafia y muestra al veterano británico fuera de sus estándares y sonando a ritmo de EDM. El contraste tímbrico de ambos encaja más que decentemente y, dado que el rango vocal de ambos es amplio, permite florituras y juegos tonales bien combinados.

1000 Doves es un breve tambaleo que recarga fuerzas para el cierre. Un final con cantos de pájaro, con un saxofón que vuelve a sonar y que eleva a un piano haciendo los acordes propios del house noventero que ha funcionado en pistas anteriores. Babylon parte de un ritmo que incita a caminar con pantalones de campana que mama, además, de la música disco y que se acompasa con coros de época.

Chromatica tiene clichés pop y sigue fórmulas de éxito, pero es desenfadado y no lleva frenos. No consigue fácilmente la evasión a un mundo, por ahora, distópico, mas sí que sumerge hogares en ambientes cerrados de club nocturno. Tras doce años en el mundillo, el alter ego de Germanotta ha conseguido presentar un nuevo trabajo que suena cohesionado y que recuerda a Bad Romance, ApplauseLady Gaga ha vuelto tal y como la conocíamos. Se ha enfundado una vez más en su personaje y dejado de lado las baladas acústicas y el sonido country cinematográfico para inundar musicalmente las pistas de baile. Todo lo que los fans podían esperar de la antigua Gaga, con una buena idea de base y una gran ejecución que ofrecen un brillante resultado final.

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