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MILKY CHANCE – MIND THE MOON

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Uno de los lastres que cargan los “one hit wonders” es la necesidad de reinvención tras su repentino éxito puntual. Tal canción suele suponer la atribución de un sonido concreto al solista o banda en cuestión y lo siguiente que se pide es dar un paso más sin perder la esencia que los hizo grandes. El dúo alemán Milky Chance tocó techo con su sencillo «Stolen Dance» en 2013 y desde entonces no han vuelto a llegar a esos niveles. Se quedaron con un poso considerable de fans que les han impulsado a seguir y ahora, más de un lustro después, han publicado su tercer álbum de estudio titulado ‘Mind The Moon’.

Clemens Rehbein y Philipp Dausch han lanzado un largo notable con un par de temas destacados y un problema general que hace que esta docena de pistas pasen sin pena ni gloria. Hay quien considera que, sin prestar la suficiente atención, las canciones sin suceden sin altibajos reseñables y el tracklist se queda algo más que “monocorde”. En general, el sentimiento que ha levantado es decepción, aunque sería más correcto llamarlo aserción. En otras palabras, no dice nada.

Arranca con un melancólico tema de base electrónica. «Fado» toma su nombre del folclore musical portugués y se presenta como una salida de estilo dentro de la línea general del grupo. Se atisba la esencia del estilo tras una revisión y modernización en la producción, pero a estos ritmos fáciles se le añaden versos confusos y un bajo a negras que copia la fórmula del éxito del «Stolen Dance». Salvo porque el estribillo insiste en decir “this is fado”, no hay nada canónigo útil y es mejor disfrutar de la melodía que centrarse en la letra.

«Oh Mama» es un tema sin más que curiosamente coincide en duración con su sucesora. Riman “mama” con “drama” y no arriesgan líricamente sobre la base instrumental cíclica y monótona. «The Game» se apoya en el reggae para hablar de vivir la vida sin saltarse las “reglas del juego”, sin intentar desmontar lo establecido. «Rush» es una de las mayores pecadoras del trabajo pues, aun siguiendo la línea simplista de los temas, la firma, además, la cantante belga Téme Tan. Desgraciadamente, y ahí está el error, dos puntos de vista no enriquecieron el resultado y, de no ser por un breve puente en francés, la aportación se siente más bien banal. Una colaboración desaprovechada sin duda.

«Long Run» mantiene el ambiente en reggae mas es en «Daydreaming», principal single, donde se aprecia una buena cohesión entre el estilo y el sonido del dúo. Aquí sí que la ayuda de la australiana Tash Sultana es perceptible y tiene sello propio. La voz dejada de Rehbein contrasta dulcemente con la suavidad de Sultana para y ambos hablan de hacer frente a la realidad sin tener que escapar a mundos donde el camino se ha separado y, por ello, todo parece más fácil. Contar la facilidad de salirse de la vía y todo lo creado ante la adversidad es su mayor apuesta y una de sus canciones mejor valoradas y conseguidas.

Ya pasado el ecuador, «We Didn’t Make It To The Moon» enfoca la cuestión desde otro lugar. Aceptar y disfrutar lo que se tiene es el mensaje que transmite con buenas vibras. Una idea potente eclipsada por demasiados momentos repetitivos que acaban difuminando el concepto y dejando una historia incompleta y parcial. Para algunos, el verdadero hit viene justo después. «Eden’s House» cuenta con Ladysmith Black Mambazo, conjunto sudafricano, para crear una atmósfera oscura con apenas un bajo, voces y reverberación. Una guitarra se deja oír sutilmente y los coros guían al oyente por una sensación constante de paz. La letra se centra en las emociones que se escapan, en el dolor como motor y las armonías vocales son las protagonistas del tema dando mayor peso a lo que se quiere contar. Es lo más denso y fuerte del disco, su mejor salida de tono y resultado.

El contraste ante una escucha de seguido del tracklist hace que «Scarlet Paintings» suene vibrante y juguetón. Quizá este tema quede camuflado por no contar con una colaboración, pero tiene una de las producciones más conseguidas. El uso de la electrónica y su empaste con los diferentes componentes acústicos, así como las voces dobladas, hacen de ella una gran canción. «Right From Here», por el contrario, juega con sintetizadores “retro” sin despegarse de la fórmula y, por ello, pierde en innovación destacable.

«Fallen» intenta aprovechar la influencia afrobeat y, gracias a un slap de bajo no muy forzado, aportar agilidad a un panorama bucólico mientras que «Window» cierra dramáticamente el largo. Abriendo con «Stolen Dance» y sumando una gran cantidad de pistas de este álbum, Milky Chance podría hacer una sesión musical considerablemente larga a base de ritmos bum-clap-bum-bum-clap. Se han perdido en su propio éxito y, aunque sí que hay experimentación, no existen grandes apuestas. Sin duda hay canciones que gustarán, pero ‘Mind On The Moon’ cae por ser inofensivo. Hay colaboraciones desaprovechadas, mensajes sin rematar y demasiadas pistas repetitivas. No por ello es malo, pero sí digno de un simple notable.

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