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Nuevos Valores: Verde Prato

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A pesar de su juventud, la artista multidisciplinar Ana Arsuaga (Tolosa, 1994) ya cuenta en su currículo con tres proyectos musicales. El último, Verde Prato, es su primera aventura en solitario, después de cerrar el efímero capítulo de Mazmorra y publicar en 2019 Krisanteilu con sus compañeras de Serpiente. Ahora, además de continuar con el trío de post punk, apuesta claramente por su nueva propuesta y adelanta la llegada de un debut en largo durante los próximos meses.

Arsuaga reside y trabaja en Bilbao, donde inició su carrera musical y cursó sus estudios de Bellas Artes. Sin embargo, la pintora comenzó a tocar mucho antes gracias a la academia que gestionan sus tías en Tolosa. Allí estudió piano y hace un lustro empezó a llevar lo aprendido a la banda que la mantiene más activa: Serpiente. “Cada proyecto me aporta cosas diferentes”, asegura.

Recientemente llegó la ocasión, a modo de “experimento”, de probarse como solista: “Jon Mantxi (Gora Japon, Txaranga Urretabizkaia) organizó unos conciertos en Larraskitu (Bilbao) y me invitó a participar en solitario. Me animé y a raíz de aquello me salieron más conciertos, así que decidí seguir con ello”.  De esa forma nació Verde Prato, un proyecto con un trasfondo tradicional y local tanto en su sonido como en su nombre.

No en vano, Arsuaga se inspiró en un cartel de una obra del taller de teatro de Tolosa que dirigió su madre cuando ella era una niña y que “siempre ha estado en casa”. “Me encantaba y me vino a la cabeza al tener que poner nombre al proyecto. Después mi madre me contó que venía de un cuento de Giambattista Basile”, explica la cantante y teclista sobre el origen de Verde Prato.

Por tanto, el caso de Verde Prato es uno de esos en los que llegan antes los conciertos que el material de estudio. De hecho, la vocalista no vacila al corregir que lo que hay subido ahora mismo a las plataformas digitales no es un EP, sino una colección de canciones recogidas de una sesión en directo. El trabajo homónimo cuenta con seis temas que mezclan el castellano, el euskera y el ruso. “No sé hablar ruso, solo me aprendí esta canción”, aclara.

La pieza en cuestión a la que se refiere Ana es To ostatnia niedziela, un tango de origen polaco que se erige como un clásico en el este de Europa y ha tenido una alta presencia cinematográfica. La historia lo sitúa como “el tango suicida” y ha sido reinterpretado en múltiples ocasiones. Arsuaga lo descubrió en la película Quemado por el sol de Nikita Mijalkov y también lo escuchó en Tres colores: Blanco de Krzystof Kieslowski.

Esta versión cierra el conjunto minimalista y de raíces vascas ideado por Arsuaga. Se grabó en un solo día en una sesión en El Tigre Estudios de Bilbao junto a Jon Aguirrezabalaga (guitarrista de WAS hasta su disolución), quien también la está ayudando como productor en el proceso de su primer LP. El resultado es heterogéneo, gracias a la variedad de influencias en las bases (desde ritmos latinos que apuntan a Nicola Cruz hasta arreglos fríos que evocan a tierras lejanas y gélidas), e ilustra una misteriosa historia contada a través de diferentes personajes de una misma familia (Neskaren Kanta, Mutilaren Kanta, Anaien Kanta, Amaren Kanta y Aitaren Kanta).

Así, los cortes parten del castellano para después profundizar con el euskera, idiomas en los que dice sentirse igual de cómoda: “Tengo preferencia por escribir en euskera. Sus características me dan más libertad a la hora de jugar con las palabras, me da la sensación de que es más plástico”. Asimismo, Arsuaga también resalta el poder de la voz y el tipo de melodía como referencias que ha tenido en cuenta de la canción popular vasca.

Ana Arsuaga, compositora detrás de Verde Prato. Foto: María Muriedas.

En palabras de Arsuaga, su música “parte de pocos elementos para experimentar, sobre todo dando protagonismo a la voz”. “Se notan distintas influencias, desde la música folclórica a fuentes más actuales; una mezcla que pretende no tener prejuicios para encontrar nuevas formas”, añade la intérprete. Esta labor experimental es fundamental para entender su obra: “Me gusta aislar los elementos que me interesan de lo tradicional y llevarlos a sitios que me sorprendan y con los que me identifique”.

Ante estas características, parece complicado ver a Verde Prato lejos de recintos cerrados. Ha dado menos de una decena de conciertos en este formato y tiene claro que es algo pensado “para hacerlo en petit comité”: “Me interesan los escenarios pequeños, ya sea en sala o en festival, donde no haya demasiada gente, porque es donde más fuerza y sentido tiene Verde Prato”.

Próximamente la veremos buscando esta intimidad para presentar el LP que está cocinando en estos momentos. “Mis objetivos cercanos son quedarme satisfecha con él, hacer algo bonito, sacarlo y dar conciertos”, anticipa Arsuaga, quien ensalza la música como “algo misterioso”: “Un espacio desde el que conectas con otros de un modo muy particular, tanto desde el lugar del oyente como el del músico”.

Por último, Arsuaga nos recomienda diferentes proyectos emergentes de su área. Obviando a los ya contrastados y afines Vulk, la artista se decanta por otras propuestas solitarias y esotéricas: Mursego, proyecto de la guipuzcoana Maite Arroitajauregi; el músico vizcaíno Ibon RG; la electrónica acústica de Miguel Ángel García; y la acordeonista Garazi Navas, licenciada en Musikene, Centro Superior de Música del País Vasco.

Ana Arsuaga nos deja finalmente los tres álbumes que más escuchó en 2019 y una playlist de 10 canciones que conjuga diferentes tradiciones y culturas.

  • Nuevo DíaLole y Manuel
  • Caramel Connan Mockasin
  • Stone FlowerAntonio Carlos Jobim

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