En estos días, y en general en la vida, pero sobre todo en estos días, es una buena idea y práctica apuntarse las cosas que por una razón u otra nos han hecho olvidar por un instante esos momentos en los que la realidad se ha puesto más bien insoportable. Un libro, una película, un paseo, una conversación, un disco. Una canción, que nos ha elevado y nos alegrado por unos minutos o si hay suerte, el día entero. Y recurrir a ellos cuando las preocupaciones y el miedo nos vuelven a acechar. Cuando se da este momento mágico, desarrollamos relaciones personales con esos elementos a los que en nuestra memoria elegimos dar un trato especial. La canción que al ponerla tantas veces en el coche se convierte en banda sonora de un viaje memorable, el concierto en el que estabas cuando te llamaron para contarte esa buena noticia, la película que fuiste al cine a ver la primera vez con tu pareja, el libro que te regalaron porque pensaron que te gustaría, y acertaron. Es el bagaje vital al que recurrimos cuando el camino se pone oscuro.
Aun sabiendo que la lista de cada persona tiene un motivo y una razón de ser, y es, ante todo, personal, nos damos la licencia de recomendar la inclusión en ella del grupo peruano Kanaku Y El Tigre. Muy probablemente estaréis de acuerdo cuando les escuchéis. Es una banda a la que recurrir cuando necesitamos recordar que la vida es una y hay que vivirla bien. “Si te mueres mañana, no te quedes con ganas de nada”, ordena uno de sus temas más conocidos, incluido en su segundo disco Quema quema quema (escúchalo en Apple Music o Spotify)
Kanaku significa fuego en quechua. Lo eligió Bruno, uno de los componentes del grupo, por su cercanía con la meditación. Nicolás, el cantante, eligió Tigre por el río Tigre en Argentina, donde pasó uno de los mejores días de su vida. Marcial, el tercer miembro permanente, es la unión de los dos, la Y, en el nombre de la formación y en la vida real. Bruno y Nicolás se conocieron primero, son amigos de la infancia y empezaron a tocar juntos música desde muy pequeños. Al principio, Nicolás solo quería componer, no cantar. Fue Bruno quien le motivó a ser el vocalista de la banda de punk que formaron juntos. Se llamaba Ritalin. Grabaron tres discos y al terminar el último dejaron de esperar tener éxito en la música. Bruno viajó a Inglaterra para estudiar producción musical y en la búsqueda por encontrar un reemplazo apareció Marcial. Después del regreso de Bruno y cuando ya habían dejado atrás Ritalin, él y Nicolás contactaron a Marcial para crear una banda, la que sería Kanaku y el Tigre. “Fue como entrar en una relación abierta. No siento que me metí en medio de la relación de Nico y Bruno, pero sí creo que ellos tienen una magia especial. Han crecido juntos y tienen ese código de crecer y lo contagian”, dice Marcial. A Nico, Bruno y Marcial se les juntan en sus conciertos otras personas para tocar todos los instrumentos que requiere su música.
En efecto, la música de Kanaku refleja los colores y la vida del paisaje rural y urbano de su Perú natal, a través de sonidos eclécticos e incluso psicodélicos, utilizando guitarras acústicas, ukeleles, materiales electrónicos, además de la frecuente inclusión de percusiones de cualquier cosa que haga ruido (botellas, mesas, serruchos o juguetes, entre otros). Escuchar sus discos y observar sus directos es realmente un festival de resonancias, diversidad y autenticidad. Muchos sonidos latinoamericanos transmiten esta joie de vivre. Lo que nos llama la atención de Kanaku es además de su música, sus letras, sencillas pero directas, que comunican mensajes pujantes, para no olvidar. Las canciones incluidas en los tres trabajos que han publicado, Caracoles, el ya mencionado Quema quema quema y el recién lanzado ¿Si Le Doy Zoom, Puedo Ver África? hablan del amor, la vida, la alegría y sus paisajes.
Desde que empezaron en su carrera musical han tenido en sus discos colaboraciones de lujo, corroborando que su talento traspasa fronteras. Sus productores han sido los mismos que los de artistas de la talla de Café Tacvba o Molotov. En sus canciones han colaborado Leonor Watling, Kevin Johansen, Jorge Drexler o Miki González. Con este último han incluido en su último trabajo una de las mejores canciones del álbum, Romeo, un auténtico canto a la vida: “Que nos hace falta nada, que ya somos suficientes, esta vida es un recuerdo”, cantan a pleno pulmón.
Recuerdo perfectamente el momento en que conocí a esta banda, hace ya unos tres o cuatro años. Un amigo me enseñó un video en el que el grupo aparece cantando su tema Tu Verano, Mi Invierno en el piso descubierto de arriba de un autobús, recorriendo una ciudad con mar de Perú. Las increíbles vistas que se ven a lo largo del paseo, la coordinación entre los cuatro chicos con voces e instrumentos, pero sobre todo la buena vibra que transmite su música me hicieron sentir una alegría de evasión enorme al verlo. Un momento que en mi memoria ha quedado intacto. Y en estos días hace mucha falta tenerlos.
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