InicioConciertosCrónica del Alhambra Monkey Weekend (El Puerto de Santa María, 2024)

Crónica del Alhambra Monkey Weekend (El Puerto de Santa María, 2024)

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El Alhambra Monkey Weekend cuenta con los ingredientes idóneos para que sea un festival que marcan, y bien, la diferencia. Si juntamos los singulares escenarios, como una destilería, un íntimo museo, una pista de coches de choque o un castillo; con un cartel cada vez más perfeccionado, comisariado solamente con el oído de quien sabe apreciar la buena música; da como resultado una séptima edición del Monkey coronada con un sold out, cocinado a fuego lento.

Pero qué sería de este pedazo de evento sin su esencia fundamental: su público. El cual se acercaba a la misa a primeras horas de la tarde, cuando la luz todavía es fuerte pero el calor empieza a desaparecer. El plan perfecto, pasar por taquilla, una cervecita fresquita y al Castillo de San Marcos.

Este monumento, propiedad del Grupo Caballero, acogería en su primera jornada a los locales Cuerda Huida, que abrirían el festival a base de punk brillante que ya demostraron en su primer álbum S/T y ahora en su reciente lanzamiento Reflejos al Acecho y Sombras que se Estiran. Esta banda arrasa allá donde dan conciertos y da un pistoletazo de salida a un nivel muy alto.

Vendría después Ade Martín, con su proyecto Shanghai Baby quien empezaría puntual a las diez de la noche. Para esa hora los oyentes se acercaban tímidamente al escenario para presenciar un concierto de rock contundente. Con su banda al lado, la artista nos sumerge en un ambiente intrínseco y lejano en el que tímidamente nos va contando su mundo interior acompañado de distorsiones de guitarra, y un ataque de batería impecable. Los ritmos ternarios se funden con los cuaternarios y crean un ritmo en el concierto muy cuidado donde las baladas más coming out of age se funden con las canciones más rockeras. Llega el momento donde Ade sube al escenario a Paco Loco, quien produciría su último EP para acompañarle a la guitarra en los últimos momentos del concierto y terminaría tocando su I Could Never Beat You una canción adictiva, con un toque a The Strokes.

Esto solo ha comenzado, Viva Belgrado sube al escenario donde tras saludar brevemente comienzan su introducción musical, tocando en circulo y llamando a misa a sus más fieles creyentes. Y como para no creer, si ya la banda dejaba el listón alto, con su Cancionero de los Cielos se coronan en lo inalcanzable. Para cuando las cuatro primeras notas de Cerecita Blues se convirtieron en un mantra, los pogos comenzaron enfrente de la banda. No faltaron también los juegos de palmas y ritmos cañeros, como si de Ska se tratase, muy bien llevados a su terreno. Viva Belgrado nos dieron también muy buenos solos, como el de la batería en Jupiter and Beyond the Infinite que nos hace perdernos en los loops del planeta. En definitiva, la ceremonia que profesaron después de siete años sin pasar por la provincia, es uno de esos momentos, que quedarán para el recuerdo.

Y toca esperar a Pony Bravo, con cocktail incluido del grande de Juan Franco, figura clave ya del Monkey… Que con una impecable figura y arte, prepara unos combinados de muerte. Los sevillanos, no defraudan desde que comienzan con Linda hasta el final, esta banda sabe conducir una buena fiesta. No faltaron hits como Noche de setas o C’est chic C’est Bon. Si la vista hacia el escenario era hipnótica, mostrando a una banda compenetrada en los vibes, la vista del público solo emanaría buen rollo de todos sus fans difrutando de una buena fiesta. Una fiesta que terminaría al amanecer, para los más «liantes» de la mano de Durovino y Jesús Psicobeat.

Para pasar la resaca del primer día de festival, el sábado comenzábamos con la aterciopelada voz de María de la Flor, que abriría la jornada a eso de media mañana en la destilería Pico. Acompañada de guitarrista, y con violín en mano María deleitaba a los allí presentes con melodías llenas de folk y tradición con un carácter optimista de un día soleado que renueva energías.

En otro de los míticos escenarios, el del Hospitalito, ahora parte del Museo Arqueológico Municipal se alzaba Júlia Colom, a trío con batería y guitarra. Hace mucho calor y el público se aglutina en las sombras de las columnas. El registro de la mallorquina es digno de admirar, este se entrelaza entre las dos estatuas que tímidamente observan el concierto desde el escenario, y se pierde en lo etéreo del día. Abre el concierto con Estrófica un recitativo con bases electrónicas donde la cantante se pregunta ¿Qué quedará de ella? Mientras otras voces se alzan en el ambiente a modo de coral. Seguiría con Ell i Ella donde la cantante demuestra que a veces es bueno no ponerse etiquetas. Si el concierto era íntimo, llegamos al climax a dúo de guitarra y voz: siguiendo el Camí amunt Júlia se sumerge en un momento con ella misma, para coger perspectiva y seguir hacia delante. Y siguió adelante con una tonada de trabajo, en la que las mujeres cogen higos y ella nos muestra su lado más folklórico, enraizado en la tradición de su isla. Termina su narración con Canta para Seguir, todo un entresijo de texturas, capas vocales e idiomas desconocidos que la artista teje de manera armoniosa.

Tras el descanso de la hora de comer, seguimos en el hospitalito esta vez con Los Sara Fontan, todo un descubrimiento que deja a aquel que los escucha boquiabiertos. Toda una experimentación de ritmos, loops y timbres tanto del violín como la batería que preside la banda, que aprovecha todos sus recursos incluso realiza una oda al cencerro. Cabe destacar la impoluta técnica de ambos músicos, cada uno con su instrumento.

Paralelamente en el original escenario Jägermeister, constituido en una mítica pista de coches de choque tocaban los macarras de Tetas Frías. Con su punk queer y divertido llenaron la pista de baile con un público entregado al cien por cien.

Volviendo al lado del Castillo de San Marcos, donde se podían disfrutar de conciertos gratuitos. La gente se acercaba en compañía de amigos y familia a dar la bienvenida a José de los Camarones, uno de los más veteranos del Monkey y aún así hacía su debut en el festival. Más que un concierto podríamos decir que asistimos a una misa llena de misticismo, cante hondo y mucho arte. No sabríamos decir quien estaría más feliz sobre el escenario: si los músicos con su frontman o viceversa; porque José de los Camarones, acompañado de su banda de músicos baquianos, que iban alternándose en distintos formatos no solo mostraba sus dotes de cantaor, que solo se le otorga a aquel que lleva años pregonando, sino que además daba un buen espectáculo. No olvidemos que además de ser modelo de Gucci, José fue mariscaor como así muestra siempre con su cesta llena de camarones. Un momento cumbre de su actuación sería cuando invitó a María de la Flor, quien ya había actuado por la mañana, a cantar sus Diálogos con Teresa donde las dos poderosas voces se unían en una íntima balada. Su final en el escenario sería apoteósico cuando cantó Getsemaní donde sonidos exóticos se fundían con el flamenco más profundo y el rock de la guitarra eléctrica de manera insinuante. Terminaría de verdad José cantando sus divertidos Tangos de la Libertad una oda a disfrutar de la vida y no dejar que nadie la arruine.

Si fuera del Castillo contábamos con lo mejor del género flamenco; dentro de su patio disfrutábamos de Gaf y la Estrella de la muerte! Con su nueva publicación Pyramids llena de psicodélia y sintetizadores y capas de trompetas dignas de Tame Impala.

Volviendo a los coches de choques, coronarían la noche Dalila con su rave refrescante dejando claro que la artista se renueva en cada ocasión. Y le seguiría Teo Lucadamo, que llenó la pista con una fiesta bien acalorada como bien dice en su canción «Tengo Calor» y triunfaría como uno de los grandes fiesteros del festival.

En el castillo, ya el público totalmente motivado, iba abriendo boca con los San Remo, que jugaban en casa y nos dieron una gran dosis de buen pop para finalmente llegar a Australian blonde, la mítica banda jijonensa que celebra ya 30 años de su Pizza Pop. No faltarían temazos como Chance, Australian Blonde o The last one standing, la colaboración con Steve Wynn. La banda acompañaba a su cantante con una ejecución plena y limpia de power–pop en su, máximo esplendor. Fue Paco Loco quien marcaría el comienzo de un solo alocado, pero regio en cuanto a duración y técnica, haciendo enloquecer al público ya entregado desde el primer momento. Terminaría la guitarra por el suelo y la banda felices de volver a estar una vez más en los escenarios que tan bien les tratan.

Seguiría la noche con los aclamados Za! + Perrate y Los Volubles. Para culminar esta fiesta terminarían Mondongo Boy y Dj Hidrataccioni con sus mixes más cañeros.

Este año, el Monkey decidió alargar un poquito más el evento y se pudo disfrutar el domingo de una participación colectiva en el coro que lleva la Escuela Coral Jardín Menesteo donde se podrían cantar grandes temas. Y así es como se pone la guinda al pastel que es el Monkey del Puerto, un festival hecho a medida con mucho cariño y que no solo recoje a lo mejor del panorama musical sino que aboga por el talento emergente y añade actividades Off festival en un fin de semana para todos los gustos, públicos y edades.

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