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Marika Hackman – Big Sigh

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«Big Sigh es la liberación más dura y oscura de la aceptación del dolor, de la soledad y del malestar interior, una antología llena de tristeza, estrés y lujuria y el disco más difícil de mi carrera»

Marika Hackman

Siempre he considerado que una portada es el indicativo de muchas cosas. En este caso muestra un carro de supermercado, solitario y desocupado en un entorno desolado y gélido. Detrás, se dibuja un fondo de picos montañosos que parecen revelar que la vida es agreste, dura, y que precisamente no es un valle de rosas. Estamos solos ante los desafíos y las ausencias, como ese carro abandonado y medio roto en medio de la nada.

Es así como se muestra gráficamente el último álbum publicado de la británica Marika Hackman, una mujer que sabe escalar valientemente los contrastes y las pulsiones más elevadas del sufrimiento humano. A través de diez temazos de baja frecuencia instrumental, Marika presenta su naturaleza introspectiva y de máxima transmisión emocional. Sus baladas melancólicas y evocaciones indie folk reflejan todas sus inquietudes, rupturas y sentimientos de soledad y desconsuelo. El disco se publicó el pasado 12 de enero de 2024 a través de Chrylasis Records.

Al tratarse pues de un disco tan personal e intimista, se convierte del mismo modo en un espejo donde muchas personas se sienten reflejadas. Los mensajes son unipersonales, pero se dirigen a todos. Es por ello que cabe preguntarse… ¿Quién no goza y sufre en las relaciones humanas? El disco de Marika Hackman cataliza pues todos esos deseos y sentimientos que destruyen pero que a su vez ayudan a recomponerse de nuevo. Son diez pistas que reconstruyen esas almas rotas y perdidas entre un mar de emociones desconcertantes.

Pero Big Sigh no es solo eso, un plástico de buenas canciones. Tiene más secretos. Por ejemplo, es el último jadeo de un tiempo cerrado y de hermetismo creativo. Recordemos que en 2020 Hackman desplegó un agudo bloqueo como artista, situación que le paralizó toda intención de componer. Por tanto, su nuevo álbum, Big Sigh es al mismo tiempo la vuelta a esa nueva respiración creativa, el retorno de escritor perdido como ese carro vacío en medio de la nada.

Musicalmente el disco es pura fluctuación de estados de ánimo, que se plasman en los registros y modulaciones vocales, y en la instrumentación que se desata. Hackman toca todos los instrumentos a excepción de la sección de metales y cuerdas que están coproducidas junto a Sam Petts-Davies (Thom YorkeWarpaint) y Charlie Andrew (Alt-JWolf Alice).

Iniciamos pues el viaje emocional a través de este gran surco…

The Ground es el arranque sin apenas texto, una cascada evolutiva de sonidos industrialmente atmosféricos que permiten despegar hacia los espacios que vienen después. Es el terreno idóneo a través del cual se abona y germina el compost del álbum. Musicalmente es una dilatada pista instrumental definida por piano, cuerdas y voces oscurecidas. La propia Marika lo confirma con sus palabras: «Siempre me gusta que la primera canción sea la apertura de una puerta. Establece el tono y te coloca en el estado adecuado. Quería que sonara como una composición de Vaughan Williams y que luego se descompusiera en algo más industrial.

No Caffeine es la siguiente pista, una renuncia simbólica a ese tipo de relaciones que esclavizan a las personas. Así lo afirma la compositora: «Se trata de una especie de lista de cosas evitables a fin de prevenirse de los ataques de pánico y ansiedad que genera convivir con una pareja abusiva». Algunos fragmentos de la letra dejan el corazón pasmado: «Ocupa tu mente. Habla con todos tus amigos. No mires tu teléfono. Grita en una bolsa e intenta apagar tu cerebro».

Big Sigh es el siguiente título y da nombre al disco. Ante la presión existencial se destila como un gran suspiro de liberación. Su letra lo confirma: «Tengo sangre roja y moscas chupando mi cuero (…) grasa en los pies (…) y la mandíbula floja (…) pero no me importa, me siento amable y será un placer».

Blood arremete sobre la idea de estar sujeto a un cierto estándar de relación que acaba decepcionando. También es una clara referencia a esa idealización de la propia imagen que enamora a mucha gente. Sin embargo, cuando esta máscara comienza a caer todo se vuelve doloroso y estresante: ««Estoy conteniendo todo tu dolor ¿Puedes sentir mis brazos rotos? (…) ¿Por qué quieres beber mi sangre? ¿Crees que estás enamorado? (…) Magnificas este lado de mí».

Hanging nos hace reflexionar sobre las relaciones pasadas que te dejan amordazado y te impiden crecer hacia la siguiente etapa de tu vida. Es pura asfixia y probablemente una de las mejores letras del disco, la más cruel y directa: «Cada vez que hablas, la cuerda arde (…) y me matas en mis sueños. No me gustaría contener la respiración y ser empujada bajo el agua cuando trato de salir y tomar aire (…) Mi corazón no crecerá con tus dedos hincados en mi garganta (…) Me voy a casa para entubarme porque cada vez que hablamos me asfixio. Recuerdo cuando dijiste que soy una enfermedad (…) Alguien bueno no debería ser tan cruel. Y sé que no lo decías en serio, pero me estoy rompiendo como una herida y mi corazón ya no volverá a crecer».

Sin duda es una feroz meditación sobre el dolor sofocante y sobre esa identidad que se va perdiendo a causa de permanecer junto a una relación dominante y tóxica. Al mismo tiempo representa una inhalación de oxígeno limpio tras verse liberado de tales influencias. En definitiva, simboliza a la propia Marika liberándose de los dominios de su amante.

En The Lonely House no hay voces, no hay lirica. Es como una casa vacía sin muebles, sin objetos y sin personas. Es esa ausencia silenciosa que queda cuando todo contenido desaparece y resta un continente sin alma ni esencia. Marika lo describe de esta forma: «No tenía demasiado miedo en tener un momento sin voces, un momento más agradable para reflexionar dentro del vacío y por fin respirar sin tanta devastación emocional»

Vitamins demuestra claramente lo que alguien necesita tras una fuerte caída del sistema emocional. Es una meditación sobre la visión de uno mismo, pero a través de los ojos ajenos de los padres y de la pareja, esas personas tan cercanas al propio Yo cuya relación te deja marcado para siempre. El texto es muy crudo: «Mamá dice que soy un desperdicio de piel. Un saco de mierda, sin oxígeno, una semilla vacía en una lata de tierra. Soy una jodida cuna para la placenta. Papá cree que podría ser algo mejor. Si me tomo las ‘vitaminas’ podría estar en el salón de la fama…»

Slime sigue con la emoción de enamorarse, pero teñida con el caos de ver las consecuencias que suceden al alrededor de este sentimiento. No profundiza ese amor hasta caer en las lágrimas, más bien es un contrapeso que desdramatiza ese dolor causado por una relación perdida: «Quiero deslizarme hacia atrás y sentir cómo se rompen los huesos (…) Quiero escalar por tu columna y sacudir tu mente (…) Quiero tu cabeza sobre la mía (…) y volverme pegamento cuando piense en ti (…) Quiero sentir mis piernas alrededor de tu cerebro (…) Quiero que me muestres tu jardín de baba y yo te mostraré el mío». Escalofriante ¿no?

Please Don’t Be So Kind, en cambio, es puro sarcasmo: «Si simplemente fueras un gran imbécil, la vida sería mucho más fácil en lugar de ser alguien que me gusta». La voz es una sutil dulzura en el interior de una intimidad elevada a cubo, donde las matrices y las ecuaciones desarrollan entre sí resultados más allá de toda álgebra emocional.

Y llegamos al cierre con The Yellow Mine, un tema que analiza las relaciones que una vez fueron buenas pero que terminaron convirtiéndose en relaciones virulentas: «Dejé mi cuerpo a tu cuidado [pero] me arrancaste las alas y me quedé floja (…) No puedo creer que te amaba (…) Me levantaste solo para derribarme».

No cabe duda de que Marika Hackman ha logrado gestar un disco brillante, de suave musicalidad pero de contundente letraje. Es una exploración severa sobre sus relaciones y vivencias con diversas personas de su entorno más íntimo, de sus implicaciones, dinamismos y repercusiones con ellas, pero también de su amor, rupturas y alejamientos. Son, en consecuencia, un cúmulo de experiencias que, a pesar del padecimiento sufrido, adquieren esa curvatura existencial que se recuerda con nostalgia y placer, porque el amor es al fin y al cabo una línea quebrada y suspendida en un constante espacio oscilante. Este tipo de relaciones contrapuestas, una vez se superan, dejan una herencia emocional que puede dar lugar a una colección de excelentes creaciones artísticas, como es el el caso de Big Sigh.

El disco, como su nombre indica, es un gran suspiro, una exhalación creativa compuesta por inputs de máxima intensidad donde distintos juegos de cuerda, piano y electrónica confieren un cosmos embriagador. Paralelamente a ello, destila distintos outputs que dan salida a las emociones más reprimidas o vividas. Entre ambos polos se teje una membrana que transmuta el dolor hacia una atmósfera transpirable como la respiración limpia de un organismo libertado.

En resumen, se trata pues de un disco para tomarlo en serio, con poca luz, aromas íntimos y una buena copa de Courvoisier. Es música calmada, idónea para reflexionar sobre muchos aspectos de la vida y sobre las personas. Es difícil, decir cuál de los diez temas es el mejor del álbum porque todos ellos conforman una unidad indivisible como las piezas de un rompecabezas que al final muestra su imagen definitiva. Tras escuchar el disco el carro solitario y vacío ha logrado llenarse de sensaciones positivas. Es el poder curativo de la música, el arte de la catarsis convertido en notas. Sin duda, es el mejor álbum de Marika hasta la fecha.

Escucha aquí Big Sigh de Marika Hackman

AUTOR

Carlos Flaqué Monllonch
Carlos Flaqué Monllonch
Hablar de uno mismo no es tarea fácil, aunque muchas veces las circunstancias pidan hacerlo, como es el caso. Se pueden contar muchas cosas, pero quizás lo más importante es abrazar la vida con positividad. ¿Qué puedo contaros de mí? Simplemente deciros que me encanta la música y sobre todo mi profesión, periodismo y comunicación gráfica (diseño gráfico y fotografía), herramientas que me permiten abrir muchas puertas, conocer gente para intercambiar, transmitir y generar proximidades. Las nuevas tecnologías permiten eso y más. Así que nada de excusas y manos a la obra…

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