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Sidecars: «Estas canciones nos han ayudado mucho a entendernos» (2022)

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Fotografías: Jorge Herráez (@jherraezb)

Recibir un disco como el que han publicado Sidecars recientemente es un regalo y una motivación para darle al botón de pausa vital, pararse un segundo en mitad del camino recorrido y entender un poco mejor todo lo que nos ha traído hasta aquí, sobre todo en estos dos últimos y convulsos años. Trece es un álbum en el que la banda madrileña ha plasmado todos los miedos, incertidumbres, dudas, reflexiones y esperanzas que han vivido en este tiempo y que, de alguna manera, todos hemos sentido de manera muy similar.

Las letras de Juancho nos interpelan directamente a cada uno de nosotros, abriéndonos los ojos y ofreciéndonos un lugar donde asumir todo lo que somos a día de hoy. Estamos ante el mejor trabajo de Sidecars hasta la fecha, ante una banda y un autor en estado de gracia y ante una colección de canciones que hablan de un momento determinado de nuestras vidas pero que se convierten al instante en atemporales y que acompañarán a mucha gente durante un largo período de tiempo.

Juancho, Ruly y Gerbass nos abren las puertas de los Estudios Reno, su local de ensayo, en plena preparación de la gira más ambiciosa a la que se han enfrentado nunca. Mantenemos con ellos un encuentro que, despojado de los ritmos marcados por las maratonianas jornadas de promoción del disco que tuvieron cuando se publicó, nos permite indagar en Trece como creemos que el disco merece, sin prisas, sin cronómetros y con la comodidad de una conversación en la que nos sentimos como en casa.

Han pasado dos años desde que publicasteis Ruido de fondo y, al menos a mí, por todo lo que ha pasado en este tiempo, me parece que ha pasado un siglo. ¿Tenéis esa sensación también?

Juancho: Es como si hubiera sido en otra vida. Ha sido en un momento tan raro que se ve todo con mucha distancia. De hecho, nosotros cortamos la vida natural de ese disco, paramos cuando nos quedaba un año de gira para meternos a grabar este. De repente habían llegado las canciones y teníamos una necesidad vital de sacarlas ya, de enseñarle a la gente lo que teníamos. Sentíamos que esa etapa se había cerrado y fue mucho menos duradera de lo normal. Nos pasaron muchas cosas muy bonitas, no es que el disco fuera mal, pero hicimos muchas cosas en muy poco tiempo y sentimos que ya se había terminado esa etapa. Es verdad que se ve todo con mucha distancia, cuando en realidad fue antes de ayer.

Al final, creo que todos hemos cambiado un poco en estos dos años, ¿creéis que, como banda y a nivel individual, sois los mismos ahora y entonces?

Ruly: Como banda, yo creo que cada disco que pasa somos un poco más familia. Todo lo que hemos pasado desde “Ruido de fondo” creo que nos ha unido más. La realidad es que fue una gira súper dura. Obviamente, como personas también hemos cambiado porque las circunstancias, el estar encerrados y todo eso, cambia a cualquiera. Pero también todo esto nos ha hecho crecer en muchos aspectos. Esa mirada hacia dentro, a Juancho le trajo un disco.

Trece es un álbum que, si no es conceptual, sí que sus canciones tienen una temática bastante común. Por todas ellas sobrevuelan diferentes ideas que ayudan a entender el disco como un todo. Hay resignación, aires de derrota, gritos de auxilio… pero también hay mucha esperanza. Hay cierto poso melancólico o existencial y creo que, sobre todo, hay mucha reflexión.

Juancho: Es que los textos que escribo son reflexiones mías. Y de una manera muy terapéutica, tengo la suerte de poder vomitar las cosas que tengo dentro, aliviar un poco el peso y descongestionar. Pero muchas veces, te das cuenta de la reflexión que estás haciendo cuando ya la tienes en el papel. A veces es casi una escritura automática. Una gran mayoría de las veces empiezo a hablar y todavía no sé de qué lo estoy haciendo, hasta que todo empieza a cobrar forma. Es como una necesidad pero, en general, son todo reflexiones que me están haciendo caminar más despacio y tener la cabeza embotada y, cuando consigo sacarlas, me libero un poco.

Has dicho que hacer estas canciones es algo terapéutico. Precisamente, cuando entrevisté a Viva Suecia por la salida de su nuevo disco, les comenté esto mismo. Yo estuve preparando ambas entrevistas casi a la par y encontré muchas similitudes entre ambos álbumes. A mí también me parece que Trece es un disco muy terapéutico para el que lo escucha y que puede ayudarnos a entender mejor lo que somos o en lo que nos hemos convertido. Juancho ya ha dicho que para él escribirlas también ha sido algo terapéutico, ¿para vosotros a la hora de interpretarlas también ha sido así?

Gerbass: Es totalmente terapéutico, nos ha ayudado también a entendernos. Somos una familia, somos como hermanos y muchas veces, cuando Juancho nos trae la canción, la entendemos de una manera casi propia. Es curioso ese sentimiento y muy difícil de explicar. Es algo que sale de Juancho, lo recibes, y te sientes identificado en muchas cosas. Al fin y al cabo, vivimos mucho tiempo juntos. A excepción de nuestras parejas, lo siguiente en cuanto a convivencia, tiempo, sentimientos y emociones, somos nosotros mismos. Esto hace que las canciones las sintamos como nuestras y nos ayuden también a entender ciertas cosas.

Bueno, es que en el disco se habla de muchas cosas que nos han pasado como banda, y es muy bonito recibir esas canciones de Juancho y recordar momentos vividos. Al escuchar las canciones, de repente te llegan flashbacks y entiendes las razones por las que él las ha escrito. Eso es precioso.

En este disco se habla de sensaciones que todos hemos tenido

Quizás en este disco es en el que más se plasma todo eso porque yo creo que cualquiera que escuche estas canciones puede verse reflejado en ellas, en esa época, en esos miedos e incertidumbres.

Gerbass: Es el que el marco es común…

Ruly: Y a nivel mundial, que es todavía más heavy. Es que, ¿cuándo puede volver a pasar algo así?

Juancho: Pasa cuando hablas del amor o del desamor, que todos lo hemos vivido, pero puedes pillar un momento vital de alguien concreto. Es verdad que rara vez se va a dar un marco en el que todos hemos sentido lo mismo. Yo en ningún momento hablo de pandemias, pero son sensaciones que todos hemos tenido: esa incertidumbre que decías tú antes y esa esperanza o desesperanza las hemos sentido todos, por eso es muy difícil que no te sientas identificado con alguno de los textos.

Por eso me gustaría centrarme luego en las letras de las canciones, pero antes quería preguntaros en qué momento musical os ha pillado la composición y grabación de Trece. No tanto como banda sino como meros aficionados y consumidores de música.

Ruly: A mí me pilla en un momento de estudiar mucho. Con mi mujer me ha pasado una cosa y es que hemos estado en muchos conciertos sin conocernos, en las mismas zonas… Entonces, durante la pandemia había días que nos acordábamos de un concierto y poníamos ese disco en bucle. Por eso recurrí a muchos discos de finales de los 90 y principios de los 2000, Deftones y cosas de estas. Y también me sentaba a tocarlos en los ratos libres y leía mucho.

Pero lo que te decía antes, sobre todo, me dediqué a estudiar. Me dije: «Tengo la suerte de tener una batería en casa, voy a intentar sacar algo de provecho para no estar mirando a las musarañas en el salón» [risas]. A mí es que el estudio del instrumento me ha venido un poco más tarde, porque como siempre he tenido que compaginarlo con un trabajo, nunca tenía tiempo. Ahora que lo tengo estoy aprovechando y por eso esa época me ha servido para poner un poco en marcha ese estudio. Incluso he empezado a tocar la guitarra, he trasteado con samplers, etc.

Juancho: I+D [risas]. Yo en esa época me dediqué a escuchar mucha música en inglés. Los discos que me gustan mucho en castellano de Calamaro, Quique González, etc. me cuentan cosas y los escucho con mucha atención. Necesitaba mirar para otro lado, por la misma razón por la que dejé de ver las noticias. Necesitaba escuchar música y disfrutar de las melodías y no centrarme tanto en los textos. Aunque sé inglés, no me pongo analizarlo tanto. Por eso escuché mucho a Chet Baker, a Clapton… cosas como más livianas. Quería acompañarme de la música, más que analizarla y colgarme con las cosas que me están contando.

Es muy curioso porque a mí me pasó algo muy parecido. Si recurría a mis discos favoritos en castellano, me asaltaba mucho la nostalgia de esos momentos en los que los disfrutaba tanto, por eso me centré en música en inglés para desconectar de todo lo que nos rodeaba.

Juancho: ¡Qué bueno! La verdad es que ni lo había pensado hasta ahora que me lo has preguntado y me he dado cuenta de que fue así.

¿Y a ti cómo te pilló todo eso, Ger?

Gerbass: A mí me pilló en un buen momento. Al fin y al cabo, siempre que empieza un nuevo curso, el otoño y el invierno para mí tienen una banda sonora que es más americana, más de medio tiempo, no tan festiva, como pueden ser otras etapas. Justo esa etapa fue la previa a meternos a grabar el disco. Teniendo una hija muy pequeña, estoy mucho tiempo en casa y me gusta ponerle música a ella. Creo que eso me ayudó también a ir con un lenguaje parecido al que se plantea en este disco. Todo eso me aportó mucho en el lenguaje que luego pongo en mis líneas de bajo del disco.

Hay canciones que casi puedes identificar el día en el calendario y eso hace que todo esto sea más real

Al hilo de esto, ¿qué ingredientes diríais vosotros que hay nuevos en este disco con respecto a los anteriores y que vienen de esos meses previos a la grabación?

Juancho: Yo creo que hemos abierto un poquito el espectro de los instrumentos, hemos incluido lo sientes y se nota la mano de Sergio Valdehita, que ha investigado mucho en esa dirección. También hemos metido cuerdas, que es algo que siempre nos ha gustado, pero no estábamos preparados, nos parecía un poco solemne. Quizá en este momento nos sentíamos un poco más adultos y sentíamos que los textos y las músicas del disco tenían el reposo adecuado para que cupiera una sección de cuerda. Creo que ese es un rasgo identificativo de este disco con respecto a los demás.

El disco habla de una época muy concreta de la vida de todos nosotros y cada canción se podría identificar casi con un momento concreto. De hecho, pasan por todos los estados de ánimo que hemos sentido en estos dos últimos años: miedo, resignación, ganas de huir, esperanza, liberación… No sé si las canciones han ido surgiendo también de esta manera de manera temporal porque este disco podría perfectamente ser un diario.

Juancho: Surgieron todas en relativamente poco tiempo porque, en el momento más duro del encierro, mi parte creativa no funcionó. Pero sí que se me fue quedando un poco esa cronología y, cuando el cuerpo me pidió escribir y me puse a ello, fui cayendo en algo que parecía un calendario. Cuando estuvimos pensando en el diseño, jugamos mucho con la idea del calendario, del cuaderno de bitácora. Es que hay canciones que casi puedes identificar el día en el calendario y eso creo que es muy bonito y lo que hace que todo esto sea real. Creo que permite ubicar mejor esas sensaciones que hemos tenido todos. Al final todos hemos vivido Filomena o hemos pasado por ese momento de dejar de ver las noticias porque nos estamos volviendo locos… Sí que es verdad lo que dices, que es un disco muy cronológico.

Yo no estoy nada metido en esta vorágine de singles y siempre espero a que se publiquen los discos para escucharlos como es debido, con su orden y demás. A veces me da cierto miedo que se pueda perder la idea de disco como un conjunto de emociones o vivencias, como ocurre con Trece.

Ruly: Yo creo que eso nos pasa a todos. Obviamente, no se puede nadar contracorriente. Hay cosas positivas de todo esto, como es que la música llega mucho más fácil a cualquier rincón, mientras tengas cobertura. Eso es la hostia. Pero el consumo masivo y, muchas veces, injustificado te acaba imponiendo unos ritmos. Tú puedes entrar a formar parte de la maquinaria o seguir haciendo las cosas a tu ritmo. Al final creo que eso es una decisión personal. Nosotros somos de la generación del walkman, así que concebimos los discos como un todo, y que se reproduzca una y otra vez.

Juancho: Ese es el lado del oyente, pero como autor hay otro punto de vista. ¿Qué hago con todas las canciones que escribo? Yo creo que, aunque el mundo vaya en una dirección, siempre va a haber gente que quiera hacer discos y gente que quiera escucharlos. Siempre va a haber gente que escribe muchas canciones y que las va a querer plasmar en un disco porque, al final, un disco es un conjunto de historias que representan un momento.

Si yo hubiera tenido que escoger una canción para hablar de este momento, no habría podido, porque todas juntas cuentan una historia. Por eso creo que mientras siga habiendo autores que escriban diariamente y que tengan ese ritmo vital, va a seguir habiendo discos. En un mundo en el que la gente escucha los audios a velocidad doble, creo que eso va a petar y que, tarde o temprano, va a llegar alguien y se va a volver a poner de moda hacer un disco y después un disco doble [risas].

Ruly: Yo creo que todo esto forma parte del ritmo de vida que llevamos. Como decíamos antes, en el momento en el que nos paramos en pandemia, igual las dos primeras semanas querías hacer un montón de cosas, pero llegó un momento en el que hicimos todos… [pone los pies en la mesa, se recuesta y cruza los brazos] y nos pusimos a ver pasar el día. Efectivamente, esto del ritmo es así hasta que pete y algún día, de alguna forma, pasará.

A veces como autor, siento que las canciones no me las invento sino que están pasando por ahí y simplemente las cojo

Personalmente me han gustado muchísimo las letras de este disco, no exagero si digo que creo que son las mejores que has escrito hasta el momento. ¿Tienes esa sensación tú también, Juancho? Yo en estas canciones percibo algo que no veía en vuestros discos anteriores, aunque no sé muy bien qué es, pero sí que se nota que estás en un estado de forma espectacular.

Ruly: Eso es lo que le decíamos Ger y yo cada vez que nos mandaba una canción.

Juancho: No lo sé. Sí que creo que en cada disco las experiencias anteriores y las canciones anteriores hacen que aprendas, y creo que aquí a lo mejor he encontrado un poco más mi sitio. Todo lo que he vivido antes me ha hecho aprender y llegar hasta aquí. A mí me cuesta verlo con perspectiva, pero es verdad que me lo está diciendo mucho la gente y me lo estoy empezando a creer [risas]. A mí me da vergüenza porque yo me siento un puto estafador [risas]. El otro día coincidí con Quique González y, al lado de él, me siento un estafador, pero veo que los textos conectan con la gente y ahí sí que veo que algo estoy haciendo bien.

Quiero imaginarme un poco cómo ha sido este proceso de escritura. Has dicho antes que hay mucha reflexión detrás, pero no sé si estas letras son fruto del impulso y la inspiración repentina o más bien de la disciplina de un trabajo constante.

Juancho: En general, yo necesito sentirme muy cómodo para escribir o que haya una idea que me ronda la cabeza y que, esté donde esté, la pueda plasmar. Pero no suele ser así, yo necesito llegar a casa, ponerme Friends o cualquier otra cosa que me haga sentir en casa, me pongo a tocar sin pensar y llega un momento en el que cae un verso y me pongo a tirar de él. En general, las letras de este disco han surgido estando tranquilo en casa y contando las cosas tal y como lo sentía en ese momento.

El pasaje del terror surge porque suspendimos un concierto cuando estábamos en la furgoneta de camino porque Valdehita tenía COVID. Llegué a casa muy puteado, cogí la guitarra y, automáticamente, escribí el primer verso de la canción y salió rápido. Creo que tenía mucha necesidad de soltar. A veces como autor, siento que las canciones no me las invento sino que están pasando por ahí y simplemente las cojo. Es un poco místico, pero te juro que es así porque a veces caen versos que me digo a mí mismo: «¿Cómo he pensado esto?».

En Modo avión, eso de la grieta en el cristal, viene de que tenía un chinazo en la luna del coche y me quedé pensando que en cualquier momento se iba a romper, y empecé a pensar que era el mundo lo que se estaba rompiendo y no el cristal. No sé… igual soy un rayado y esas reflexiones me llevan a escribir estas canciones. He acumulado muchas frustración durante estos dos últimos años y, en un momento dado, he escupido toda.

Hemos vivido muchos fracasos y poder atisbar un éxito en el horizonte, para nosotros es algo increíble

Antes ha dicho Ruly que cada vez que os mandaba Juancho una canción pensabais que estaba haciendo algo increíble. ¿Cómo asumís vosotros estos temas que, en cierto modo, son tan personales?

Ruly: En este caso, durante la gira anterior, nos ha pasado también que de repente nos decía «tengo algo», se hacía un silencio en el camerino, nos íbamos a una esquinita y nos quedábamos con cara de gilipollas por eso, porque creíamos que estaba haciendo cosas increíbles. Cada cosa que nos traía molaba más que la anterior. Yo se lo he dicho alguna vez a Juancho, que para mí lo que hace él es un poco ciencia ficción. Que de la nada hagas una canción y que de la nada hagas no solo un disco, sino siete como llevamos ya, creo que es magia.

Gerbass: Los recibimos siempre con mucho orgullo y felicidad, porque ver que el motor funciona así, que trae más gasolina para que siga funcionando y que lo hace con este rendimiento, no puede traernos más que ilusión. Y saber que esto nos va a llevar a más años de disfrute, más historias juntos, más experiencia y probablemente más éxito. Es que joder, hemos vivido muchos fracasos y poder atisbar un éxito en el horizonte, para nosotros es algo increíble. Es quitarte espinitas que se te han ido clavando a lo largo de los años.

En El pasaje del terror dices: «No quiero acostumbrarme a un mundo roto». En el momento que la escribiste hiciste una reflexión con la muchos seguramente coincidíamos, pero ahora que aquella situación parece haberse acabado, ¿creéis que hemos salido del ‘Pasaje del terror’ en el que se ha convertido en cierto modo nuestra sociedad?

Ruly: Creo que hemos pasado de El pasaje del terror a Silent Hill

Juancho: Desgraciadamente, a todos se nos llenaba la boca hablando de todo lo que habíamos aprendido como sociedad. Pero el ser humano, como ya sabemos, no es que tropiece dos veces con la misma piedra, es que puede dar vueltas en círculo y en todas las vueltas tropezarse en el mismo lugar, eternamente. Ahora hemos salido de esa y hay un puto loco con el dedo puesto en un botón rojo que puede volar por los aires todo, y pasado mañana es el mundo que nos lo estamos cargando, etc. Creo que, desgraciadamente, ese pasaje del terror sigue guardándonos un susto en cada esquina y eso lo hemos generado nosotros, así que como mínimo hay que tener la decencia y el valor para asumirlo.

Gerbass: Yo creo que ha quedado más que demostrado que hemos llegado al clímax de la evolución y ahora volvemos a una involución. Creo que, a nivel de sociedad, ya hemos llegado al máximo…

Ruly: Lo cual es una pena porque, si esto es el máximo a lo que podemos aspirar como sociedad, estamos jodidos.

Lo he pasado mal viviendo todo lo que cuento en las canciones, pero a la hora de escribirlas me he quitado peso

En ese sentido, 180 grados podría ser el siguiente paso. Primero darnos cuenta de que no queremos seguir por un camino determinado y después actuar y darte cuenta de que hay posibilidad de huir y de cambiar las cosas. En este disco veo mucho eso: que hay miedos o resignación, pero siempre hay un resquicio de esperanza. No sé si eso es buscado.

Juancho: Volvemos a la terapia. Es una herramienta que tiene la cabeza del ser humano, en este caso la mía. Algo que te preocupa a las 10 de la mañana, a lo mejor a las 12 de la mañana lo ves desde otro ángulo y, a las 4 de la tarde, desde otro. El estado anímico de cada momento cambia mucho. Yo me pongo a hablar sobre algo y, cuando he terminado de desahogarme y de dar una hostia en la mesa y decir «no puedo más, todo es una mierda», hay una voz dentro de mí, que me mantiene un poco equilibrado emocional y psicológicamente y es la que dice: «Sí, todo es una mierda, pero si lo miras desde aquí no es para tanto, siempre tienes herramientas para salir».

A veces estás tres días en los que solo ves el lado malo, pero siempre hay un momento dado en el que esta voz te ayuda a levantar la mirada. Cuando no llega esa voz nunca es porque tienes una depresión de caballo y yo por suerte no he llegado ahí. Muchas veces me doy cuenta de todo esto cuando leo la canción después. Por eso esos pequeños mensajes de esperanza han sido sin querer, es un buen reflejo de mi cabeza.

¿Lo has pasado mal haciendo estas canciones?

Juancho: Creo que no. Lo he pasado mal, como todo el mundo, viviéndolo, pero a la hora de escribirlas yo me quito peso. Alguien me lo decía hace poco: «Qué suerte tienes de tener esto, porque hay gente que no tiene una vía para quitarse ese peso». Yo tengo la suerte de hacerlo y realmente me sienta bien ver con perspectiva lo que pienso. Me alivia y, si mañana no escucha nadie mis discos, me echan de la discográfica y mis amigos me abandonan, voy a seguir escribiendo canciones porque me hacen bien. Lo he pasado mal antes de escribirlas y después, pero en el momento de escribirlas, me hace bien.

En Caballos salvajes dices: «lo harás sin documentos ni matrícula y a contra viento como en las películas». No sé si es anecdótico, pero la primera vez que la escuché, al margen del Wild Horses de los Stones, me vino a la cabeza la película Caballos salvajes, de Marcelo Piñeyro.

Juancho: Algo me han comentado, pero esto es pura coincidencia.

Hay una escena en la que los protagonistas huyen en un coche y suena Sin documentos, de Los Rodríguez.

Juancho: Hostia, ¡qué fuerte, tío! [risas de todos]. Es acojonante, pero de verdad que es pura coincidencia. Estoy hablando del miedo a la pérdida, al abandono, a sentirte un poco impostor, que no eres suficiente. Y pienso en esa sensación que tienes con tu pareja de que todo está bien, pero en cuanto te des cuenta de que no soy lo que tú crees te vas a ir corriendo. Me venía la imagen de un caballo desbocado y, cuando digo que te vas a ir sin documentos, me refiero a cruzar fronteras, libre, con el viento en contra, como en una película. Es flipante, la verdad, pero no tiene nada que ver con la película que tú dices. ¡Qué fuerte, de verdad!

Es mi favorita del disco y se ha convertido, desde mi punto de vista, en una de las mejores de toda vuestra carrera. Creo que encaja todo: la imagen cinematográfica, la letra, el estribillo tan redondo… No exagero si digo que tiene todo para convertirse ya en un clásico. Es la típica canción que escuchas, te vas a la cama y la tienes metida dentro de la cabeza.

Juancho: Tío, ¿sabes lo que me acabas de recordar? Que creo que esto ni os lo he contado a vosotros [dirigiéndose a sus compañeros]. Igual diez días antes de irnos a La Casamurada a grabar el disco, me metí en la cama y tenía rondándome la melodía del estribillo de esta canción. Me vino de la nada y, como pensé que al día siguiente no me iba acordar, me levanté, cogí la guitarra y grabé una nota de voz. Me saqué la melodía que tenía en la cabeza y al terminar seguí tocando un poco. En esa nota de voz quedó el estribillo y la estrofa. Al día siguiente lo escuché y pensé: «Menos mal que me levanté porque mil veces no lo he hecho y se me ha ido». Fue así, como un regalo del cielo [risas]. Es surrealista.

A veces viene bien tirar para adelante, pero otras veces viene bien hundirse del todo para tomar impulso

Hablando de esto me gustaría que me contarais cómo es ese instante en el que, ya sea componiendo, grabando o escuchando un tema terminado, os dais cuenta de que esa canción va a ser importante. ¿Qué sensaciones se tienen desde dentro?

Ruly: Desde dentro es complicado, porque se pierde mucho la perspectiva cuando estás currando de una manera tan «killer» como solemos hacerlo nosotros. Por ejemplo, en La Casamurada estuvimos 22 días…

Juancho: Pero yo creo que él se refiere más a la primera vez que escuchas una canción…

Gerbass: Al feedback

Eso es. Me refiero a ese momento en el que os miráis sabiendo que ahí pasa algo. Me imagino que debe ser casi algo físico.

Gerbass: Es que, en nuestro caso, son muchos años escuchando canciones que trae Juancho. Cuando trae una en la que el texto del estribillo y la melodía se te quedan tanto, es difícil explicar por qué, es como que está más pegado que nunca y eso consigue que el tema sea más redondo que nunca. Es ahí cuando te das cuenta de que puede que sea una canción más importante. Esa es una primera intuición. Obviamente, hasta que luego no grabas, tienes los otros temas y tienes una comparativa, es imposible determinar a dónde va a llegar ese. Pero sí que de primeras piensas: «Este tiene algo especial».

Juancho: A mí me pasa que tengo una perspectiva que no puede tener nadie más y es que veo las caras de los demás cuando enseño la canción. Por ejemplo, Caballos salvajes la escribí y pensé: «Me da la sensación de que esto es especial». Lo primero que hice fue enseñárselo a mi pareja, que es músico también, y ahí ya tuve una primera sensación porque me dijo: «Hostias, esto está muy bien». Luego ya se lo envié a Dani [mánager de la banda] y a estos, y fue un poco unánime. Esto pasa solo algunas veces. La verdad es que es un poco abstracto todo esto.

Ruly: No sé si os pasa a vosotros, pero a mí me pasa que en el tramo que hay entre que terminamos de grabar y nos llega una primera mezcla, busco quitarme un poco el envenenamiento. Cuando escucho esas primeras mezclas, siempre hay algún tema que te produce físicamente un escalofrío y piensas: «Joder… ¿qué va a pasar con esto en directo?». En este disco me ha pasado con Caballos salvajes. La verdad es que tener esa sensación con algo que has hecho con mimo y de manera artesanal (porque nosotros seguimos confiando en hacer las cosas así), es increíble.

En Modo avión hablas del «mundo a punto de reventar», pero en esta ocasión lo haces casi con resignación, como si nadie pudiera ya arreglar esa grieta del cristal. Dices: «Ya no me queda mucho más que dejar de pelear. Cruzarme de brazos». Parece el otro lado de la moneda de 180 grados.

Juancho: Totalmente. Es lo que te decía antes, depende del momento del día y de cómo te sientas. Vaso medio lleno o vaso medio vacío. A veces es súper sano tirar la toalla. A veces viene bien tirar para adelante, pero otras veces viene bien hundirse del todo para tomar impulso. Esta canción habla de un momento de esos en los que dices: “No puedo más, lo siento, pero llegados a este punto no me queda más que asumirlo y esperar a que sea lo que tenga que ser”.

Pero luego en Precipicios dices que «Ojalá no se rompa el cristal» y «Ojalá consigamos llegar, hacer cima y saltar sobre los precipicios». Esa resignación de la que hablábamos antes se proyecta, en cierto modo, en forma de deseo de conseguir un objetivo que no está tan al alcance como parece.

Juancho: Eso es. Es el instinto de supervivencia.

Me gusta mucho esa lectura del disco. Hay momentos en los que te paras y piensas…

Juancho: Pobre chico… [risas de todos]

Hay momentos que incluso hacen un poco de daño, por qué no decirlo. Pero, por otro lado, piensas que hay esperanza y otra manera de salir de todo eso. Como dices en Ruido de la calle: «Vamos a jugarnos la vida para que merezca la pena».

Juancho: Claro. Es que, en el fondo, la última lectura es siempre esa. Primero viene el «hostia, no puedo más», pero… en el fondo… «vamos a vivir, que son dos días».

Hemos aprendido a poner el foco en lo importante de cada canción y no querer extra instrumentar las cosas

Según uno se va haciendo más mayor, parece más utópico salir de la zona de confort, ¿no creéis?

Juancho: Llevamos un ritmo de vida en el que a veces parece que todas las decisiones son unilaterales y para siempre. Muchas veces no nos damos cuenta de que puedes parar el ritmo, puedes escaparte unos días, puedes dedicar tiempo para ti, puedes pararte un momento a mirar las cosas con perspectiva… Una vez que estás dentro de la rueda y de la vorágine, solo piensas «Dios mío, lo que daría por parar». A lo mejor es utópico, pero a lo mejor dejas tu puto curro, la vida te cambia para bien y encuentras otro que te llena de otra manera, aunque ganes menos dinero. Es que a veces nos creemos que lo que hay es lo único que hay; a veces, lo que puede ser asusta.

Ruly: Luego todo es muy relativo porque hay peña para la que la utopía es venirse a una ciudad como Madrid. Luego vienes y es: «Tengo que pillar un curro jodido, para ganar lo suficiente, para permitirme una casa que me pille cerca del curro…» Al final, entras en una rueda de la que no sales hasta que no paras. Todos tenemos derecho a equivocarnos, pero también tenemos derecho a parar de decir «estoy hasta los cojones de todo».

Es un poco lo que dice Volando en círculos: «Sacadme de aquí. Parad el motor. No aguanto ni un minuto más». También dice: «Hoy he vuelto a perder la esperanza en la humanidad».

Juancho: Esa la hice en la última Navidad, en la que parecía que todo iba a ser normal y, de repente, en el último momento, otra vez… La 19ª ola. Iba a comer con mis padres y con mis hermanos por primera vez en varios años y, de repente, me vi solo en casa y pensé: «Estoy perdiendo la esperanza en el ser humano. Si hiciéramos las cosas bien, no estaríamos donde estamos».

La producción de este disco ha sido, una vez más, junto a Nigel Walker. Además del trato personal o humano, ¿qué es lo que más apreciáis de su manera de entender y de ver vuestras canciones?

Juancho: Es que hablamos el mismo idioma… [risas de todos]. Es que nos entendemos muy bien, musicalmente y también en «espanglish». Nigel tiene una manera de entender la música muy genuina, en la que los instrumentos, las dinámicas, los silencios, los espacios cuentan mucho.

En el momento vital en el que se aboga mucho por añadir capas, Nigel nos ha enseñado mucho la importancia que tiene saber dónde va la atención del oyente. En este momento que estás cantando, no tiene que haber un arreglo de guitarra increíble debajo de la voz que obligue al que está escuchando a escuchar una cosa o la otra. Hay momentos para todo. Después la voz se calla y entra un hammond o se queda solo el bajo y la atención se va ahí, y no hacen falta 500 instrumentos para rellenar un espacio, hace falta uno. Y en el momento en el que ese instrumento está, los demás se tienen que echar para atrás.

Es una cosa como de equipo. Somos seis tocando y, cuando yo cuento algo, los demás me abren paso, y cuando Ruly va a hacer un break, los demás soltamos un poco, etc. Es un equilibrio entre todos los músicos y Nigel nos ha enseñado a poner el foco en lo importante de cada canción y no querer extra instrumentar las cosas. Menos es más.

Por cierto, hoy mismo ha salido Si me ves aparecer, la canción que habéis hecho para la película Reyes contra Santa. Contadme cómo ha surgido esto.

Juancho: Nos propusieron formar parte de la película y me preguntaron si quería escribir una canción. Buscaban una canción con espíritu rock y nos contaron la ilusión con la que hacían la película. Querían recuperar ese tipo de películas de Navidad que veíamos cuando éramos pequeños y que llegaba la Navidad del año siguiente y estabas esperando que le pusieran, como pasaba con Solo en casa, por ejemplo.

Nos lo contaron con tanta ilusión que les dije: «Me encantaría, pero no sé si voy a ser capaz. Pasadme el guion y si me veo capaz de escribir una cosa digna y bonita vamos para adelante, pero no puedo asegurarlo». Nos mandaron el guion y unas explicaciones tan bonitas que realmente inspiraron un texto. Luego nos juntamos en el local, nos pusimos a tocar y sonaba muy a Sidecars. Así que se lo enviamos así, muy honestamente, «Chicos, esto es lo que tenemos, si os interesa…» y a ellos les encantó. El texto es muy extrapolable tanto la película como a otras historias y eso es algo que pretendíamos. La verdad es que nos hace ilusión porque es la primera película en la que estamos.

Gerbass: Es que además no sé si hay muchas películas de este género navideño en España y, por lo que hemos visto, está muy bien hecha.

Juancho: La vimos y nos encantó. Estamos muy felices de formar parte de ella.

En nuestra carrera nunca hemos pegado un gran salto, lo cual nos ha venido muy bien porque nos hace valorar mucho dónde estamos hoy

Son ya 16 años de carrera y seguramente estéis en vuestro mejor momento. El concierto del WiZink Center es una fecha marcada en rojo. ¿Cuáles creéis que han sido hasta ahora esos momentos clave en Sidecars en los que os mirasteis y tuvisteis la sensación de que las cosas estaban cambiando?

Ruly: El primero yo creo que fue cuando sacamos Contra las cuerdas. Fue un momento en el que Ger y yo acabamos dejando nuestros curros de siempre. El caso es que dijimos: «Solo tenemos dinero para hacer cuatro shows», porque claro, siendo una gira con un mínimo de escenografía, con una banda y un equipo más grande… Sacamos esos cuatro shows y se agotaron, cosa que no nos había pasado en la vida. Tanto fue así que, de repente, tuvimos que sacarnos otra gira de la manga, que fue una movida en la que íbamos los tres en acústico. Y se agotaron todos también. Así que dijimos: «¿Qué está pasando?».

Cuando La tormenta estuvo en la radio, fue increíble; cuando entró Amasijo de huesos en listas, también. De repente, empezamos a ver a la gente reaccionar. Luego ir a festivales en los que años anteriores habíamos tocado a horas intempestivas… También hubo un momento muy guay hace 4-5 años en el Arenal que, de repente, nos colocaron en un escenario en el que había artistas de urbano y estaba todo muy mezclado. Nosotros estábamos acojonados, pero fue salir y estaba la peña a bloque. No entendíamos nada. En general ha habido muchos puntos de inflexión de este tipo que han tardado en llegar, por eso los hemos paladeado mucho mejor que si hubieran llegado desde el minuto uno.

Juancho: Lo que es verdad es que ninguno de esos puntos de inflexión nos ha hecho saltarnos ningún escalón. Hemos tenido la suerte de que nos han acelerado la subida al siguiente escalón, pero nunca hemos pegado un gran salto, lo cual nos ha venido muy bien porque nos hace valorar mucho dónde estamos hoy. Cada vez que íbamos a una ciudad vendíamos diez tickets más. Nunca hemos pasado de vender 200 a vender 1000, siempre hemos pasado de 200 a 250 o algo así. Día tras día, gira tras gira, hemos llegado a donde estamos hoy. Estamos muy felices y, sobre todo, plenamente conscientes de lo que cuesta.

Y, como decíamos, uno de los siguientes escalones es ese concierto en el WiZink Center de Madrid. ¿Qué sentís si lo visualizáis a mes y medio de que ocurra?

Ruly: Pavor [risas]. Tenemos muchas ganas, pero hay mucho nervio. Pero esto ocurre en general con toda la gira porque estamos preparando una puesta en escena muy ambiciosa, el repertorio más grande que hemos hecho nunca…

Juancho: Hay mucha ilusión. Obviamente, al tocar en el WiZink nos cagamos de miedo porque somos humanos y porque los aforos en Madrid nos obligan a hacer un salto que nunca hemos tenido que hacer. Pasar de hacer varias Rivieras a esto es porque no hay un recinto de 8000. Esto nos obliga a ir al WiZink, que es gigante, y ver hasta dónde llegamos. Hemos abierto 10.000, que es una salvajada, pero no vamos con la ambición de colgar un sold out, sino que vamos a lo que te decía antes, a valorar cada butaca ocupada y a ver cuántos somos en la familia a día de hoy. Por los tickets que llevamos hasta ahora, ya sabemos que va a ser el concierto más grande que hemos dado nunca y será una cosa que recordaremos toda la vida.

Gerbass: Es otro escaloncito a celebrar. De momento eso es lo que tenemos, nervios e ilusión a partes iguales. Y bueno, ya vendrá el siguiente.

AUTOR

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.

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