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Brian Eno – Foreverandevernomore

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«Cuando tenía nueve años tomé la decisión de que nunca iba a tener un trabajo corriente. Un incidente en particular aceleró mi decisión. Mi padre llegó a casa después de haber estado trabajando más que de costumbre. Él era cartero y estábamos en invierno, así que había estado arrastrándose por la nieve doce horas. Al llegar a casa, estaba tan cansado que no podía ni comer. Hambre tenía, y no paraba de coger comida con el tenedor… pero era incapaz de comerla, se quedaba dormido. Entonces pensé: a mí nunca me va a pasar eso. Y creo que lo he ido logrando hasta ahora»

Brian Eno

Cuando hablamos de Brian Eno la cabeza se transforma en un torbellino de historias, de quietud, ensoñaciones y viajes. Lo imperceptible toma consciencia y lo visible se vuelve intangible. Esta doble sensación es lo que viene a reflejar Foreverandevermore, cuatro palabras agrupadas entre sí, pero que separadas comunican«por siempre y para siempre»: For ever and evermore.

Así es de compleja y brillante la cabeza de Brian Peter George St. John le Baptiste de la Salle Eno, artísticamente sintetizado como Brian Eno o simplemente Eno, como la célebre sal de fruta que lleva el mismo apellido, y que resulta ser un medicamento de acción antiácida indicado para el alivio y tratamiento sintomático de la acidez y el ardor de estómago. Sabiendo esto, quizás Eno, a secas y en sus dos versiones, sea el antídoto perfecto para hacer frente al mundo cáustico y ardiente que vivimos, repleto de amenazas y de políticos que parecen más dispuestos a llevarnos directamente al Averno que al Nirvana cósmico. Para el propio Brian es más que notorio: «He estado pensando en nuestro futuro precario y limitado, y esta música surgió de esos pensamientos y sentimientos. Somos conscientes de que el mundo está cambiando a un ritmo súper rápido y que gran parte de él está desapareciendo para siempre… de ahí el título del álbum».

Brian Eno es, ante todo, un autor muy fecundo, hiperbóreo, íntimo y múltiple, una reflexión viva sobre todo lo existente e inmerso, capaz de hacer con ello auténticas arquitecturas electro-sónicas que reflejan los ambientes diversos que conviven con el ser humano.

En base a ello, Brian Eno acaba de publicar, a través de Opal Music Ltd., este disco atronador, crepuscular, donde el tiempo dedicado a su audición pone las neuronas al rojo vivo, y agrieta el núcleo circulatorio como si el oyente estuviera expuesto a más de 50 grados centígrados. A lo largo de este ardiente viaje le acompañan músicos del linaje electrónico como Peter Chilvers, Jon Hopkins, Clodagh Simonds, su hermano Roger Eno y otros miembros de la familia como su hija Darla Eno. Todos ellos se conjuran para advertir que el fin del mundo está cerca si no logramos revertir la cuenta atrás de la emergencia climática.

Foreverandevermore es, por tanto, un album muy especial, crítico y sensible a la vez, que precisa ser escuchado relajadamente mientras la cabeza sobrevuela los nidos sónicos que genera. El disco consta de una decena de pistas, todas ellas profundas y etéreas, en las cuales observamos la voz de Eno entonando melodías extrañas, súcubas, en una especie de abiogénesis que rezuma una reflexión sobre el mundo y nuestros sentimientos con él. Nada existe sin su razón de ser. Todo está conectado y cualquier rotura nos conduce al precipicio. Las personas y el mundo son la consecuencia de lo que somos y lo que hacemos. Asi lo entiende Brian Eno: «Estoy cada vez más convencido de que nuestra esperanza de salvar el planeta yace en que empecemos a tener diferentes sentimientos respecto a él: tal vez reencantarnos por la asombrosa improbabilidad de la vida; tal vez si sufriéramos remordimiento e incluso vergüenza por lo que hemos perdido; tal vez si sintiéramos excitación por los retos que enfrentamos, esto sería posible. En breve, debemos enamorarnos otra vez, pero ahora de la Naturaleza, de la Civilización y con nuestras esperanzas de cara al futuro».

Amigo y colaborador de muchos otros grandes artistas como David Bowie, Robert Fripp, Jon Hassell, Robert Wyatt, David Byrne, Clúster, etc., Brian Eno comenzó su carrera musical en 1971 cuando entró a formar parte del grupo Roxy Music. Tras salir de la banda su musica siempre se ha centrado en colaboraciones y proyectos personales como solista especializado en la investigación sonora ambiental: «Yo quería era hacer música que no cambiara mucho. Así que empecé a hacer una forma de música inmóvil, más parecida a un cuadro y que llamé ‘ambient’. Lo más importante del’ ambient’ era esa cualidad pictórica, los colores del sonido y no la historia. Mucha música es una progresión narrativa y yo quería huir de la narrativa» (Brian Eno para diario El País, 2017).

Who Gives a Thought, nos introduce sombríamente en el éter de la flotabilidad y de la duda de un mundo roto por el descuido y la carencia de reflexión. El pensamiento muere, es lo que susurra con miedo la cabeza de Eno bajo una ondulación profundamente melancólica: «¿Quién piensa en las luciérnagas con sus vidas cortas de luz en movimiento? (…) No hay tiempo en estos días para gusanos microscópicos, o para gérmenes no estudiados sin valor comercial».

En We Let it In, segunda pista del álbum, participa, aparte de Brian, su hija Darla Eno aportando tonos liricos como si de una ninfa deambulante se tratara: «El alma corre alegre con los brazos abiertos a través de campos dorados (…) Abrimos el cielo cegador y dejamos entrar el sol».

Icarus or Blériot es un temazo que encumbra el alma. Nos plantea cuestiones trascendentes como quienes somos y quienes seremos. Tiene ese tono sinuoso a lo David Sylvian, la ex voz de Japan. Define un vuelo que observa el mal que la humanidad está haciendo al mundo. El título es una marcada alusión al mítico griego que voló demasiado cerca del sol, Ícaro, y que terminó abrasado por el mismo. Garden of Stars, es el tema que más sobrecoge, sobre todo por el incremento sonoro que surge a mitad de la pista generando una terrible sensación de que algo creciente y abominable se acerca y se viene encima. Es un descenso al infierno. Recuerda a la música de Lustmord, el astro lóbrego del dark ambient, o incluso a las historias de Howard Phillips Lovecraft.

Inclusion, por su parte, es un retorno a las melodías dilatadas que retan a la inhalación. Es un vacuum que anticipa la supervivencia por la perpetuidad post humana, como esa última toma oxigenada que evita el colapso definitivo de la vida.

There Were Bells, es una canción brillante, repleta de efectismo en su fondo, como truenos que flagelan la triste voz que nos dice que antes «Había pájaros arriba, que cantaban todo el día [pero ahora] en el cielo gira un rosa hacia un azul dorado (…) Todos los caminos a través del tiempo tejen la larga rima del mundo, pero todo se deshace en un mar de perlas y cerdos (…) Los fuertes cuernos de la guerra desgarran el cielo y al final todos marchamos por el mismo camino». Esta pista fue originalmente escrita por Brian Eno y su hermano Roger e interpretada en vivo junto a Leo Abrahams, Cecily Eno y Peter Chilvers en el Festival de Epidauro celebrado en el Odeón de Herodes Atticus (Acrópolis de Atenas, 4 de agosto de 2021). Los termómetros marcaban más de 45 grados de temperatura. Era como estar en el infierno. En ese día se habían declarado varios incendios forestales a las afueras de la ciudad. Brian lo recuerda muy bien: «Estábamos en el lugar dónde nació la civilización occidental pero probablemente ahora estábamos presenciando su final». Sin duda, There Were Bells es un conmovedor recordatorio de esa emergencia climática actual que está causando múltiples catástrofes y una severa advertencia de la naturaleza hacia los seres humanos.

Sherry, es un cambio de sentido y de armonías, pero con una letra que indica marca ese fracaso que nos deja alejados de nuestro destino: «No hay líneas claras que nos guíen». El suave golpeo de las notas de piano caen como gotas pesadas mientras la voz de Eno y los efectismos cruzados de los sintetitzadores, viajan a través de la linea de la temporalidad existencial.

I’m Hardly Me, es un tema muy onírico, suave como un liquido, que va y viene y se desvanece tras su húmedo recorrido. De fondo, la voz de Darla Eno y los sonidos de pájaros agitando sus delicadas alas. La voz de Brian Eno marca su personal gravedad y la letra aunque breve es muy concisa: «Diría que esto es todo lo que hay en juego (…) Nada puede ser lo mismo nunca». Son dos frases que marcan una sutil alusión a la filosofía presocrática de Heráclito, quien consideraba que el mundo experimenta un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada y nadie escapa: «Todo fluye, somos y no somos».

These Small Noises es como un fragmento de un melodrama. Darla anuncia el inicio y junto a Brian corean que existe una vida fértil tras el hado y que, al morir, nos convertimos en abono: «Estos pequeños ruidos. Todo por lo que morimos. Estas pequeñas caras. Todo lo que vimos (…) Estamos terminados (…) Haznos tierra, esa tierra de suelo que le debemos a nuestros padres». Una línea de pensamiento muy sutil e irònica que al final se tuerce cuando las voces anuncian que merecemos ir al infierno porque no somos capaces de mantener nuestro destino: «Vete al infierno para quemarte». Por último, Making Gardens Out Of Silence, es una suspensión letárgica instrumental de 8 minutos que te convierte en un viajero del espacio y del tiempo astral. Es un extenso periplo por los edenes del silencio, que buscan la paz cósmica una vez nos hemos alejado del mundanal ruido y de la distorsión humana.

Para terminar, cabe decir que el tiempo transcurre y la humanidad sigue empeñada en su obsesivo cauce de apatía ante las amenazas que se le ciernen. Se desprende la conclusión de que los seres humanos no queremos desprendernos de las cosas que dañan nuestro hábitat en pos a mantener ciertas comodidades que perfectamente podrían ser transformadas en mejoras. El factor ganancia prima sobre el valor de la supervivencia y esto produce un tremendo desamor hacia lo natural. Como bien concluye Brian Eno: «El arte es el espacio a través del cual los adultos pueden seguir jugando y aprendiendo a sentir (…) Debemos volver a enamorarnos de nuestro entorno y dejar de destruirlo». Foreverandevermore nos indica el camino emocional para hacerlo.

Escucha FOREVERANDEVERMORE, de Brian Eno

AUTOR

Carlos Flaqué Monllonch
Carlos Flaqué Monllonch
Hablar de uno mismo no es tarea fácil, aunque muchas veces las circunstancias pidan hacerlo, como es el caso. Se pueden contar muchas cosas, pero quizás lo más importante es abrazar la vida con positividad. ¿Qué puedo contaros de mí? Simplemente deciros que me encanta la música y sobre todo mi profesión, periodismo y comunicación gráfica (diseño gráfico y fotografía), herramientas que me permiten abrir muchas puertas, conocer gente para intercambiar, transmitir y generar proximidades. Las nuevas tecnologías permiten eso y más. Así que nada de excusas y manos a la obra…

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