InicioConciertosCrónica de The Cure en Madrid (WiZink Center, 2022)

Crónica de The Cure en Madrid (WiZink Center, 2022)

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Tengo que empezar esta crónica con una confesión. Me encantan los conciertos intergeneracionales. No hay nada mejor que mirar a tu alrededor y ver a personas bien diferentes y de distintas edades disfrutando de algo tan preciado y común como la música. Este don no está al alcance de todo el mundo, y desde luego el pasado viernes Robert Smith y sus compañeros de The Cure demostraron en el WiZink Center que son uno de esos pocos elegidos capaces de hacer disfrutar tanto a señores y señoras de alrededor de 60 años y a jóvenes de 20 en un recital de casi 3 horas.

Como todo concierto de los británicos, el recital tuvo varios bloques diferenciados, en los cuales no faltaron por supuesto los éxitos más celebrados y demandados de la banda, pero también algo muy importante y a veces olvidado y denostado por muchos grupos en sus conciertos: el deseo de sus fans de toda la vida de poder acceder a lo más profundo de ese catálogo que han escuchado y adorado a lo largo de los años y su discografía, incluyendo canciones no tan populares pero igualmente adoradas por ellos.

Otro aspecto que me llamó la atención es la forma tan magnífica en la que ha envejecido la voz de Robert Smith. Es que parece mentira que tenga 63 años, más de cuatro décadas sobre un escenario, y su voz siga sonando así de firme y redonda. Maravilloso. O el pacto con el diablo de Simon Gallup, que sigue haciendo kilómetros sobre el escenario, bien enfundado en sus pantalones ajustados de cuero y con esa postura tan personal e inconfundible cuando toca su bajo.

La atmósfera y el ambiente en el WiZink fue maravillosa. Es imposible que no sea así cuando el segundo tema del concierto ya es Pictures of You. Y cuando poco después nos rompen el corazón con la preciosa y eterna Lovesong. Es imposible escuchar ese «However far away / I will always love you / However long I stay / I will always love you / Whatever words I say / I will always love you» y que no se nos rompa el corazón en mil pedazos. Pelos de punta (y algún cardado al estilo The Cure entre el público, por qué no decirlo).

También hubo novedades. Sí, en pleno 2022, todavía puede haber algo novedoso en un concierto de The Cure, y es que parece que este puede ser el año en el que tengamos nuevo disco de la banda. ¿Por fin? Ya sabíamos que estaban estrenando temas en sus conciertos por Europa anteriores a su llegada a España, y en Madrid, por supuesto, también pudimos disfrutarlos. Sonaron Alone (de hecho, abrieron con ella), And Nothing Is Forever, A Fragile Thing, por ahora mi favorita de sus nuevas composiciones, que tiene todas las costuras para convertirse en un clásico moderno de la banda, y dos temas más de los que hablaré más adelante.

Burn, At Night, Push Play For Today, Shake Dog Shake o la mágica Charlotte Sometimes sonaron en esta magnífica «parte inicial» del concierto antes del primer descanso, que llegó después de que sonara otra gran novedad del grupo, presumiblemente de su próximo álbum, titulada Endsong.

Y reanudaron el siguiente tramo con otro tema inédito, I Can Never Say Goodbye, en un mini-recorrido de cuatro canciones que llevó al primer gran momento álgido de la noche, la interpretación de A Forest, ese tema mágico e hipnótico en el que nos llevan de paseo por un misterioso bosque, absolutamente inmersos gracias al magnífico trabajo de luces y escenografía. Desde su inconfundible arranque hasta el coreable final (again and again and again…), es de esas canciones que siempre me han parecido mejores en directo que en su versión grabada.

Los más impacientes, o aquellos que vivían un concierto de The Cure por primera vez, quizá no sabían que se guardan el arsenal de «hits» para el final… Y llegó el momento, iniciando esta retahila de canciones de la forma más «tranquila» posible, dejándonos atrapar por la tela de araña que teje Lullaby a nuestro alrededor, para pasar a uno de los temas más «bailables» de la discografía de The Cure, The Walk y esa fiesta de sintetizadores en la que se convierte por momentos.

Mención aparte, con esas imágenes llenas de corazones y homenajes a la parte más romántica de todos nosotros, esa maravillosa excepción en la música de The Cure que fue su canción más universalmente conocida, Friday I’m Love, probablemente ese tema que cualquiera, aunque no haya escuchado jamás un disco de la banda, sepa nombrarte si les preguntas. Un himno universal que nos encantó escuchar de nuevo.

Con Close To Me pudimos ver al Robert Smith más sonriente de la noche, teniendo sus pequeños gestos de complicidad con el público, probablemente consciente de la gran noche que nos estaba regalando. No me extraña, todo el Wizink estaba bailando al ritmo de las palmas con las que es necesario acompañar el ritmo de esta canción eterna, que transmite todo el buen rollo que su claustrofóbico videoclip nos quitaba (¿recordáis?).

Por su puesto, no podía faltar el final por todo lo alto con una trilogía casi perfecta. Claramente, se guardan los pasajes más «alegres» de su discografía para el final, y allá que nos dejamos llevar encantados de la vida. Primero, In Between Days, después Just Like Heaven y, como gran regalo final, Boys Don’t Cry. ¿Cuántas bandas podrían acabar mejor un concierto de casi tres horas? Muy, muy pocas.

Llegó el momento del adiós y un emocionado Robert Smith se quedó solo sobre el escenario recibiendo el cariño del público después de que sus compañeros se hubiesen marchado. En ese momento, más que una figura del rock, veíamos a una persona entrañable, agradeciendo de forma tímida y casi incómoda la tremenda ovación que más de 15.000 personas le estaban ofreciendo.

Tras este concierto estamos deseando todavía más la llegada de su nuevo disco. ¿Cuándo tendremos la fecha final? Sea como sea, y cuando sea, lo que queremos es que vuelvan a deleitarnos muy pronto. ¡Qué maravilla de noche!

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