InicioConciertosCrónica de Depresión Sonora en Madrid (Ocho y medio club, 2022)

Crónica de Depresión Sonora en Madrid (Ocho y medio club, 2022)

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Fotografías: Eli Quevedo (@ellieatgigs)

¿La fórmula secreta para que un nuevo proyecto musical logre marcar una generación entera? Está claro que nadie tiene la clave, o al menos, casi nadie. Y subrayo el adverbio “casi” porque alguna que otra excepción hay. Hablo de Marcos Crespo y su proyecto artístico Depresión Sonora, con el cual ha conseguido dar voz a una generación que, perdida en mitad de una pandemia mundial, ha encontrado una vía de escape.

Marcos Crespo es original de Madrid, concretamente de Vallecas, un barrio con mucha vida e identidad propia, cualidades de las que tampoco carece el artista. Con sus recién cumplidos 24 años, se ha convertido en todo un virtuoso del Post-Punk. Llama la atención que un joven de esta edad, y procedente de esta periferia madrileña tan personal, se haya decantado precisamente por un estilo tan ochentero y melódico. No obstante para él es algo natural, abordándolo con desparpajo y desenvoltura. Y, sobre todo, con canciones que, a la vista está, son auténticos himnos generacionales. Concretamente, aquellas incluidas en su último álbum de estudio Historias tristes para dormir bien (2021).

El disco está formado por verdaderos hits que obligan a bailar al son de sus letras. Y esto fue precisamente lo que ocurrió el 25 de febrero en el recientemente abierto Ocho y medio club, cuando Marcos Crespo, alias Depresión Sonora, puso por delante a la juventud y demostró que las nuevas generaciones tienen mucho que decir.

Un comienzo triunfal

Antes de entrar en materia, me gustaría hacer mención especial al encargado de dar el pistoletazo de salida a una noche sumida en gritos de alboroto y adoración. ¿Su nombre artístico? Orslok. ¿Su especialidad? YouTube, donde solía subir vídeos sobre parodias e incluso gameplays comentados, por supuesto, siempre con un toque cómico y humorista. Pero ahora el artista está dedicando toda su energía a la música. A pesar de no haber lanzado muchos temas, su estilo bebe notablemente de la nueva ola musical de jóvenes que cada vez toma más relevancia en nuestro país con artistas alternativos como, por ejemplo, Rojuu.

Sé que no debo fue el tema elegido por el ex youtuber para abrir la velada musical. Nunca entenderán y Espíritu fueron otras de las canciones que Orslok seleccionó para su público muy entregado. Pero el previsible ex streamer presentó una propuesta donde no faltaron clásicos como Limón y Sal de Julieta Venegas, o Call Me Maybe, de la diva del pop Carly Rae Jepsen. Haciendo guiño también a Rojuu, Orslok no dudó en dedicar unos minutos a su colaboración con el rapero español, que se titula Tofu Delivery. ¿Y para terminar? La canción que a grito pelado tanto solicitaba su público: Aventura

Arranca una hora de Depresión Sonora

Cuando las voces terminan de cantar los últimos versos de Aventura, las luces azules que habían acompañado a Orslok se tornan a un color rojo. Encima del escenario ya se puede apreciar la silueta de un chico joven, vestido con su característica gorra negra y unos pantalones y sudadera oscuros. Sin duda, a tono con la puesta en escena.

Alguien me mira desde la otra esquina / Siempre con miedo de qué dirán / Niños pequeños en cuerpos gigantes / Escupe al alcalde, quema la ciudad. Ya solo con escuchar estas palabras, todos sabíamos que la encargada de dar el puntapié inicial a la cita era Gasolina y mechero, cuarto sencillo del nuevo disco. Seguidamente, se desbloqueaba otro de los estrenos: Generación perdida, diversión prohibida. En esta, Marcos cantó las opiniones e ideas de toda una generación: jóvenes golpeados por las difíciles situaciones que se han ido desatando desde el comienzo de la década 2020.

Para la cuarta posición, el joven con espíritu ochentero reservó Mira mis ojos, que calificó de manera decidida como “favorita”. De su mano se sucedieron dos temas más incluidos en su primer EP Depresión sonora (2020): Hay que abandonar este lugar y Dime que me odias.

Así transcurría una hora de marcadas líneas de bajo, volátiles e impalpables punteos, y una enloquecedora y peculiar distorsión. ¿El resultado? Una auténtica delicia para los presentes. Resultaba poco relevante que Marcos Crespo, acompañado por René Sharrocks al bajo, y Gonzalo López a la guitarra, recurriese a temas más consolidados, como Ya no hay verano, o a canciones más recientes como La casa del árbol. Cualquiera de sus éxitos era suficiente para que el público siguiese a coro, y con remarcable devoción, todas y cada una de las letras que el cantautor ha ido creando para sus dos trabajos de estudio. Por un lado, el autoeditado y homónimo Depresión Sonora (2020). Por otro lado, su continuación, Historias Tristes para dormir bien (2021), de la mano de Sonido Muchacho.

Un soplo de aire fresco

Antes de continuar me gustaría subrayar un aspecto curioso. Parece que el común estilo de camiseta de rayas y pitillos negros ha dejado de ser el imperativo en los asistentes a este tipo de conciertos. Entre el público se podían apreciar desde chicas con vestidos sanitados ajustados, pasando por disfraces que respondían a la llegada de los esperadísimos carnavales, hasta un grupillo de looks más propios de un concierto de Taburete, que de uno de cualquiera de los hijos de Sonido Muchacho. Y, sin embargo, allí estaban. El Ocho y medio club rebosaba de caras nuevas, muy buena señal. Por fin, después de años de un Post-Punk con olor a cerrado, ver este panorama tan variopinto fue como un soplo de aire fresco. Sobre todo indicio de que algo está cambiando dentro de este estilo musical todavía desconocido por muchos.

Versiones personales de temas como Fuego Cruzado de VVV, o de Disorder de Joy Divison, se colaron entre las grandes estrellas de la noche. Sin embargo fue otra canción lo que más llamó mi atención. Probablemente ahora mismo estés intrigado, tratando de adivinar si se trata de un sencillo al estilo de Desorden del sueño o, de un tema del rollo de Apocalipsis virtual, pero nada más lejos de la realidad. Muchas de las caras nuevas que estaban eclosionando la sala comenzaron a recitar la letra de una canción popular, bien conocida por todos: Cumpleaños feliz / Cumpleaños feliz / te deseamos todos / cumpleaños feliz.

¿Y de quién era el cumpleaños? Pues de nada más y nada menos que de la cara visible de Depresión Sonora. Así, un Marcos Crespo cumpleañero estaba dispuesto a celebrar sus 24 años por todo lo alto. Y vaya si lo hizo. De hecho, reservó sus mejores temas para el final. Ahora sí, llegaba el turno del muy aclamado Apocalipsis virtual, que narra la dependencia del mundo virtual y la nueva necesidad tecnológica. Posteriormente, entraba en escena Hasta que llegue la muerte, convertido ya en todo un clásico de su discografía.

Para los bises, el artista repitió canción. Así, terminó el concierto de la misma manera que lo empezó. Y hablo en un sentido literal, ya que los acordes y la energía de Gasolina y mechero impregnaron de nuevo el Ocho y medio club de dinamismo, sintetizadores expansivos, y punteos de guitarra hipnóticos.

El alter ego de Marcos Crespo

Está claro que Depresión sonora no tiene ni límites ni tabúes. Tampoco entiende de etiquetas, ya que lo único que busca es expresar todo lo que lleva dentro a través del ritmo, la entonación, la dinámica, y la agógica. Ha sabido conectar con una nueva generación adolescente, impermeable a la lucha de etiquetas que ha envuelto este pequeño círculo. Pero, sobre todo, ha sido capaz de reunir las fuerzas necesarias para convertirse en el representante de toda una ola de juventud.

Lo más curioso, es que el madrileño lo ha logrado basándose en una plantilla sónica que no hace muchos años parecía rozar la obsolescencia. Este rasgo le diferencia notablemente de muchos de los jóvenes actuales que escuchan y comparten música en función de su edad o del momento de descubrimiento. Más mérito tiene aún haber conseguido que un proyecto musical nuevo, virgen por aquel entonces, triunfase durante una pandemia mundial. Y también el haber realizado sus primeras actuaciones delante de personas sentadas, que más que público, parecían maniquíes. Pero, sobre todo, es elogiable el haberle puesto voz a un panorama actual que, como bien dicen sus temas, tiene como protagonista un Apocalipsis virtual, porque Qué difícil es el mundo real.

Para los que un día se preguntaron cómo sería un concierto de Depresión sonora en una sala pequeña, después de unas latitas con los colegas en la puerta, con un ambiente cargado de angustia, sudor y emoción, y bajo unas luces intensas de color rojo, hoy puedo darles la respuesta. Sensación de desasosiego, pensamientos compulsivos, y un poder expansivo musical que no llega a su fin. Todo lo abatido y asqueante que vincula ciertos sectores sociales, se funde en una honestidad que, sin lugar a dudas, es más que necesaria.

AUTOR

Miriam Méndez
Miriam Méndez
Soy graduada en Periodismo y Relaciones Internacionales por la Universidad Francisco de Vitoria. Apasionada de la música, del Periodismo y de la comunicación. De hecho, desde que tenía diez años, dedicarme al Periodismo Musical ha sido mi sueño. Adoro ir a conciertos, escribir crónicas sobre discos, playlists y eventos musicales, realizar entrevistas y mucho más.

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