InicioConciertosCrónica de The Lizards en Barcelona (La Textil, 2022)

Crónica de The Lizards en Barcelona (La Textil, 2022)

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Fotografía: Nicolás de los Santos

Eran las 9 en punto de la noche, un sábado caluroso con cierta brisa. Una parte de la ciudad se retiraba a sus espacios más personales, otra salía de sus madrigueras hacia diversas citas, cenas, cines, teatros, copas y, como no, asistir a conciertos. En mi caso, cubrir el directo (14 de mayo de 2022) de la banda The Lizards (Carla Santacreu, Judith Jordan y Edgar Beltri), tres lagartos barceloneses que últimamente están arrasando dentro de la escena punk rock nacional, incluso de Francia y Alemania.

Llegué a La Textil antes de que abrieran puertas, con el tiempo suficiente para tomarme un tubo de IPA en la beer factory del mismo nombre. La Textil es un espacio diáfano situado en el Eixample derecho de Barcelona, justo delante de la Casa Calvet, uno de los edificios gaudinianos más emblemáticos de la ciudad. El entorno ya rezumaba estilo con mayúsculas.

Era la primera vez que entraba en este espacio barcelonés, antiguamente conocido como un almacén textil, de ahí su nombre, pero que ahora se había reformado como fábrica craftbeer, barra gastronómica de autor y sala de conciertos minoritaria, tres ingredientes que van cogidos de la misma mano: el arte para sibaritas.

Fuera estaban ya los miembros de The Deathlines, los teloneros, charlando con sus amiguetes y con la banda estrella, The Lizards. Antes de sonar como bandas, ya se notaba cierto espiritu de fraternidad. Apuré mi tubo IPA y tras acreditarme y recoger en taquilla el pase de prensa, entré en la sala. Mi primera impresión fue como estar en un gran salón de casa, donde el confort y la cercanía ofrecían una grata bienvenida. El espacio era pequeño, pero bien equipado; invitaba a disfrutar de un agradable concierto. Tuve la sensación de que la acústica sería de buen nivel. Los promotores del directo eran Black Izar / Adrenalin Fix Music y Rocksound BCN.

Al poco rato vi que entraban los tres miembros de The Lizards. Tras varios abrazos y risas se pusieron a charlar con sus camaradas y conocidos. Se percibía en el ambiente mucha familiaridad. Buena señal. Estos pequeños conciertos permiten esos detalles de coleguismo y evitar los molestos protocolos que distancian al público de las grandes formaciones. Por mi parte, tenía especial interés en saludar a Carla Santacreu, líder de la formación, pues días antes la había entrevistado para Crazyminds tras reseñar el nuevo disco de la banda: Fake Reality.

Sin pensármelo dos veces, fui a encontrarme con Carla y, tras presentarle a mi hija, auténtica fan del punk rock, charlamos escasos minutos sobre algunas cosillas. No había tiempo para más. Las líneas de la muerte estaban ya sobre el escenario e iban a empezar de inmediato. Sin embargo, durante ese breve período de tiempo, Carla mostró sus auténticos credenciales y su pasión rockera, así como su exquisita atención y sonrisa, todo un pack de actitudes que definían la autenticidad de una líder con alma de grupo y tremenda empatía.

Nada más despedirnos, arrancaron The Deathlines, cuatro chavales que, encabezados por el cantante y guitarrista Mario Silvestre, rompieron el hielo entre los asistentes a base de contundentes golpes de batería y marcadas guitarras que recordaban a ese punk americano de los 80 y 90.  Fueron diversos temas que marcaron el inicio ideal para calentar los turbo motores de los potentes lagartos que vendrían después.

La sala no estaba al tope, a grosso modo habría unas 125 personas aproximadamente. Sin embargo, tenía el ambiente justo y necesario para disfrutar de una noche llena de fuerza metálica y de poderío sónico; y lo más importante era poder hacerlo sin agobios. Los chicos de Deathlines dieron un repertorio compacto, breve como suele ser en esos casos, pero con la gasolina precisa para preparar al público para el Jurassic Park que se avecinaba. Finalizada su actuación, 45 minutos tirando largo, se despidieron muy amigablemente dando la transición a la estrella principal: The Lizards.

Los reptiles del punk rock no se hicieron esperar. Conectados ya todos los cables e instrumentos, The Lizards se lanzó con un setlist de máxima potencia. Los tres baquetazos de salida dieron rugido a Burning City, tema que incendió con extrema furia los oídos de los asistentes. El público empezó a agitarse como sacudido por una imparable fuerza eléctrica. Y así fue todo el concierto hasta el final, con un sonido impecable, firme y perfectamente ajustado en los tiempos como relojes suizos de alta gama.

Era la primera vez que veía y oía a The Lizards en directo y sinceramente verlos son una caña, un viaje y experiencia únicos. Su fuerza siempre radica presente y majestuosa, como la firme destreza de los maestros jedi. Carla, guitarra y voz principal, se desvive con su arrojo vocal, con su impulso lírico, ambos ajustados en torno a un tono excelente, divinamente sincronizado con escalas rítmicas y solistas de guitarra. Su voz e inglés entran con una fineza depurada con múltiples matices que nunca desfallecen. Clara y concisa, brinda un equilibrio nada fácil de lograr en los directos. Sin duda, es una top vocal.

Judith Jordan (bajo y coros) es un trueno, pura dinamita saltando por los aires, y como no, el elemento más inquieto de la banda. No para de moverse ni un segundo, solo para beber un sorbo de agua y regresar con pasión a su bajo Rickenbacker. Es la responsable de agitar la escena, como lo hacía Pete Townshend con The Who. Vestida con una camiseta y tejanos negros, desplaza, con sus enérgicos movimientos, una larga melena oscura contra viento y marea. Su bajo retumba como una bestia salvaje que envuelve los poderosos graves de las canciones reptilianas. 

Por su parte, Edgar Beltri (batería y coros) es el componente que clava el paso fuerte del grupo, marcando toda la rítmica percusiva de los temas. Así lo refleja su rostro, pura geografía gestual que absorbe todas las miradas. Inspirado casi por una fuerza divina, su trabajo es excelente y muy exacto. Su constitución es delgada pero su golpeo con las baquetas es descomunal. Pura contundencia y habilidad que le confieren un perfecto dominio del tempo y del ritmo. Ludwig y Sabian reflejan su profunda pegada. Con él, las chicas de la banda culminan el poder sónico del trio. Además, es productor musical y junto a Mario Patiño responsable de La Atlantida Estudio.

Toda esta potencia se sintetiza bajo el embrujo de una tríade que es capaz de todo, y que durante el concierto supo explosionar con finura y desatada energía, en un set muy recio, combinando temas del nuevo disco Fake Reality, como Dorothy Lewitt, Dead City (canción dedicada a la escasez de las salas de directos en Barcelona), I Don’t Care, Fake Reality, Round the Bend y The Freakshow. Estos temas fueron entrelazándose junto a otros éxitos de trabajos anteriores, como la mencionada Burning City, I Told You So, Ghidorah (de su disco Stalking the Prey, 2011), Beware, Give Me All You Got, Twisted Mind (de su album Road to Anywhere, 2015), Psychic Vampire, A Reason, Everybody Fucks, y What I Am (de su trabajo Inside Your Head, 2019). Para redondear la noche, The Lizards nos obsequió con una cover magistral del famoso tema Folsom Prison de Johnny Cash. En total fueron 18 temas de desgarrado punk rock.

Concluyendo, presenciar y escuchar en directo a The Lizards fue para mí una gran experiencia. Pura expansión de vigor, dinamismo y robustez, un torbellino de sonido brutal y sincopado que dejó al público despavorido y enteramente entregado, llegando incluso a producir el inevitable pogo entre sus fans más acérrimos. Otro de los instantes cumbre del concierto fue cuando la bajista Judith saltó del escenario al foso para tocar su bajo junto a los fans, momento que produjo una auténtico estado de clímax humano y musical.

Debo decir que me fascinó también la actitud que tuvo el trío con el público durante todo el concierto, muy próxima, divertida, excitante, atreviéndose incluso a lanzar bromas que fueron igualmente correspondidas por los asistentes. Incluso Carla estuvo espectacular cuando su guitarra tuvo cierta dificultad de conexión eléctrica al acabar una de las canciones pero que supo solventar rápidamente sin romper el ciclo frenético del auditorio. En respuesta, el público ovacionó esa gran profesionalidad del trío barcelonés.

No cabe duda de que esta incondicional conexión y entrega de la banda y el público, entre la contundencia sonora y el alto calibre de mixturas, contrastes y sincronización, dejaron inserta en el ADN de los oyentes, la satisfacción de haber disfrutado de una bioestructura musical regia, sin fisuras, demostrando una vez más que las buenas bandas confirman su calidad y solidez cuando desarrollan en vivo sus canciones.

En definitiva, The Lizards son un power trio barcelonés que, por sí mismo, es capaz de derretir hasta el acero más duro. En el escenario cruzaron por todo lo alto el umbral del sobresaliente y constataron definitivamente lo que días anteriores Carla expuso en la entrevista a Crazyminds: «Estamos muy cómodos/as cuando tocamos juntos/as. Intentamos sonar lo más compacto posible, porque queremos transmitir energía y buen rollo en todos nuestros conciertos». Y sin duda lo consiguen.

AUTOR

Carlos Flaqué Monllonch
Carlos Flaqué Monllonch
Hablar de uno mismo no es tarea fácil, aunque muchas veces las circunstancias pidan hacerlo, como es el caso. Se pueden contar muchas cosas, pero quizás lo más importante es abrazar la vida con positividad. ¿Qué puedo contaros de mí? Simplemente deciros que me encanta la música y sobre todo mi profesión, periodismo y comunicación gráfica (diseño gráfico y fotografía), herramientas que me permiten abrir muchas puertas, conocer gente para intercambiar, transmitir y generar proximidades. Las nuevas tecnologías permiten eso y más. Así que nada de excusas y manos a la obra…

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