InicioConciertosCrónica de Zahara en Madrid (Las Ventas, 2023)

Crónica de Zahara en Madrid (Las Ventas, 2023)

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«Yo estaba ahí». Así empezó la PUTA era de Zahara. El estribillo de MERICHANE funcionó como el lema del movimiento #MeToo. Las redes se llenaron de mujeres, en su mayoría, que compartieron experiencias abusivas de todo tipo. Desde ese momento fue un no parar: la publicación de PUTA (Gozz Records, 2021), la consiguiente gira, los diferentes formatos de los directos. También las críticas, los ataques, el señalamiento público. Un acoso continuo que, menos mal, nunca llegó al derribo. Tras tres intensos años, la mejor era de la artista ha bajado el telón.

Las Ventas de Madrid fue el lugar escogido para celebrar el punto y final de esta etapa el pasado 16 de noviembre. La ubicación no parece casual. Ya en MERICHANE (REPUTA) con shego, Zahara menciona una plaza de toros. Hace referencia al concierto de Toledo, en 2021. La señalaron públicamente y de una manera bestial, incluso desde los partidos de ultraderecha. Todo por un cartel en el que reinventaba la imagen de una virgen con una banda de puta a modo de denuncia. Una muestra más de que la artista, aun con miedo, sigue poniendo la cara y el cuerpo, llevando lo personal a lo político siempre y alzando la voz.

Sus seguidores respondieron con creces a la cita. Las entradas se agotaron con meses de antelación y la expectación era palpable. Con Fuentes-Guerra a los platos, la previa parecía una olla a presión. Bajo la carpa se acumulaban personas bailando, engalanadas con merchandising, bandas de puta y outfits repletos de cuero, lentejuelas y transparencias. De repente, la euforia empezó a desatarse. Fatboy Slim, con su The Rockafeller Skank, precedió a la voz en off de Zahara. Leyó el manifiesto que aparecía en pantalla, donde abogaba por un espacio seguro para «cantar, gritar, besaros, aullar» y ser libres.

Compaginados con trajes total black, Martí Perarnau IV, Manuel Cabezalí y la protagonista de la noche iniciaron con flotante la rave que prometía prender la plaza de toros. La entrega era máxima y el setlist no ofrecía tregua. TAYLOR y MERICHANE avivaron todavía más la emoción. La voz de la artista se vio eclipsada en ambos temas por un público que la llevó en volandas toda la noche.

Dio tiempo a echar un vistazo a anteriores eras con Crash (Santa, 2015) y Camino a L.A. (La pareja tóxica, 2011). Con esta última, fija en los directos de los últimos años, se aprecia la evolución sin igual de Zahara. Brilla en cada una de sus facetas musicales gracias a las ansias de reinventarse, de no ceder al hermetismo de un molde que no le favorece. Con todo, nunca se la había visto tan libre sobre un escenario. Ese espíritu fue el mayor regalo de la noche: celebrar su libertad y contagiar con ella a todes.

El sample de unas sirenas junto con unos visuals de luces azules y rojas anunciaba la llegada del joker. Los “putos rojos antisistema” allí reunides gritaron un tema que cobró más sentido que nunca. Hasta las proclamas fascistas de Ferraz y los furgones policiales dejaron de escucharse por un momento en la capital. RAMONA, en la versión de REPUTA (Gozz Records, 2022), echó más leña al fuego.

ESTO NO ES UNA CANCIÓN POLÍTICA era el tema más esperado de la noche. Una spoken word irónica en la que no habla de política, tampoco de violencia homófoba ni de machismo. Podría incluso parecer que había cedido ante quienes la animaban a dedicarse única y exclusivamente a cantar. Menos mal que Zahara es, antes que ninguna otra cosa, una tía imparable. Lo demuestra en su no documental y cada vez que pisa, y prende, un escenario. De nuevo, lo personal es político. Siempre.

Poco más se podía pedir, pero los ases bajo la manga no dejaron de salir. El discurso que dio, envuelta en una bandera LGTBIQ+, entre ovaciones que a duras penas la dejaban continuar, alentaron varios gritos de «presidenta, presidenta». Sin deshacerse de la bandera, presentó DOLORES con un conmovedor alegato. Alabó a las mujeres de su vida, a las folclóricas y a la verdadera “patria”, que no es otra que las personas que la sostienen. También se acordó de Eva Amaral, con un guiño al momento que protagonizó este verano en el Sonorama antes de cantar Revolución con sus pechos al descubierto. Jugando al despiste, Zahara confesó que le hubiese gustado contar con su compañía esa noche para devolverle el cariño, pero que no pudo ser. Sin embargo, cuando empezaron a sonar los acordes de la canción, Eva salió desde bambalinas. El delirio colectivo alcanzó niveles insospechados.

Beyoncé se sumó a la rave. SUMMER RENAISSANCE acompañó la sucesión de algunas imágenes con desnudos, desde cuadros de Goya hasta la propia Zahara. Un acto que se suma a la interminable lista de gestos que, dentro de su sencillez, no pierden un ápice de reivindicación.

Tras una breve pausa para disfrutar del despliegue de las bailarinas (Olga, Esther, María y Sara), llegó la traca final. Invitó a cenar a la bestia y trajo el espíritu ravero de Berlín a Madrid. La primera es un himno innegable. De hecho, se considera la primera piedra lanzada en 2018 para todo lo que PUTA trajo consigo. El miau, miau, miau resonó por toda la plaza al ritmo de una coreografía bestial, sudorosa, que acabó de explosionar con la hipnótica berlín U5. Las fuerzas que quedaban en las gargantas del público reventaron con el último llévame a bailar, después de 8 minutos de subidón constante con unos beats de Martí que no daban tregua.

«Gracias por esta noche, os quiero muchísimo. Me llevo esto para siempre» fueron las últimas palabras de una Zahara visiblemente emocionada. Tras una ovación de varios minutos y un corrillo con todo su equipo, la artista se recompuso momentáneamente. Quedaba el colofón: bailar Flowers, de Miley Cyrus. Se sabía libre, segura y respaldada por un público que la adora. Fue el cierre ideal a uno de los mejores conciertos de su carrera. La PUTA rave permanecerá en la memoria de todes los allí reunidos un buen tiempo. Ojalá hubiese sido una no despedida, una era sin fin. Al menos quedará el orgullo de poder decir: «Yo estuve ahí».

AUTOR

Vera Cordeiro Canosa
Vera Cordeiro Canosa
Entusiasta de la música y los libros. Con la cabeza siempre puesta en los días que quedan para irme de concierto. A veces escribo.

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