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Confeti de Odio: «Este disco habla de enfrentarte a tus problemas y hacer las cosas bien» (2022)

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Fotografías: Marina Benítez (@_marinabenitez_)

Confeti de Odio, nombre del proyecto musical de Lucas Vidaur, lanzó el 23 de septiembre su disco Hijos del divorcio. Después de posicionarse en 2020 como el chico indie del panorama con Tragedia Española, su último álbum no sólo le convierte en uno de los fichajes estrella de Sonido Muchacho, también le permite explorar, con todos los medios y licencias, el potencial que tiene como artista más allá de los márgenes de la música independiente.

Del shoegaze a las baladas de Frank Sinatra, este disco tiene un poco de todo y, a la vez, todos somos un poco de Hijos del divorcio. Confeti de Odio traslada su visión personal, triste e irónica, a los demás y se da cuenta de que su entorno está en las mismas. Venimos de una generación en la que el amor «ya no es para siempre, hasta que la muerte nos separe», así que nuestros padres «ya no nos parecen esos dioses», nos explica. Podemos venir rotos de fábrica o no. Lucas Vidaur no culpa a nadie, sino que se dice a sí mismo y a los que le escuchan que, a pesar de lo que nos toca, las cosas se pueden hacer bien.

Hijos del divorcio cuida el ritmo para darle sentido a la historia que está contando. Si se escucha entero, en el relato hay pasajes donde Lucas llora con autotune, pone a cantar a un coro de niños para que cuenten por él sus problemas y deja para el final la redención del protagonista. Hablamos con él para entender cuánto de historia real, cuánto de ficción y cuánto de parodia hay en Confeti de Odio y en su último disco, que se presenta como «lo mejor que ha hecho».

Hijos del divorcio se arma al revés: primero vino el título y después todo lo demás. ¿Qué puedes contarme del nombre de este disco?

Me ha pasado lo mismo que con Tragedia Española: primero fue el nombre del disco y luego fue el resto. Con Hijos del divorcio quería algo diferente al primer disco, pero en mi línea. No tengo una historia que pueda contarte sobre el nombre, simplemente me llegó. Hablando con amigos, vi que todos los padres están separados y me vino esa idea, Hijos del divorcio. Somos unos hijos del divorcio porque de cada diez personas, siete tienen padres divorciados en mi entorno. Tragedia Española es más sobre mí, es mi tragedia, con este quise hacer un disco que fuese muy personal, pero abriéndome a la gente, con letras que hablaran de mis amistades, de los demás, no sólo de mí.

En la primera canción, Coro de los hijos del divorcio, escuchamos a un coro de niños cantar cosas como «madres, fábricas de traumas, padres, despreciable fauna». ¿Cómo surge esta idea?

Es la primera canción que hice de este disco, la hice poco después de publicar Tragedia Española. Nació el título del disco, más conceptual, y pensando en cómo abrirlo se me ocurrió un coro de niños, es una cosa que no he visto demasiado en España. Empecé a hacer una canción coral, me hacía gracia imaginar a unos niños adelantándote lo que vas a escuchar en el disco, porque la letra del coro tiene muchas cosas que aparecen después, y pensé esos niños quejándose de lo tristes que están, de lo mal que les va a ir. Los padres de esos niños todavía no se han separado, pero están anticipándose y diciendo algo muy freudiano: las madres traen los traumas y los padres son un desastre, según nací, con el biberón, me vinieron la pena y el dolor, menuda cosa me espera [risas].

Dirigir a un coro de niños y conseguir que se centren en la letra, ¿ha sido fácil? ¿no acabaron totalmente revolucionados?

El coro casi no sale en el disco porque no encontraba manera. Vi que había que enviar ya los masters, que había que mandarlo a fábrica y fue lo último que acabamos. Al final me metí un sprint, escribí como a cuarenta coros y a muchos o no les apetecía, o ni funcionaban, o la letra no les encajaba en absoluto. De repente llegó este, que es un poco más punki, del instituto Las Veredas, y fuimos Juan de Carolina Durante y yo al colegio con niños como de siete a once años, muy chavales.

No tenían ni idea de la letra [risas], pero tampoco se quedaron mal. Los padres lo mismo escuchan la letra y me denuncian, no lo sé. Yo iba cantando frase por frase y ellos la cantaban después. Juan lo troceó y lo juntó. Fue muy divertido. Alguno más mayor, como una chica de 13 años, sí que dijo «literalmente yo, me encanta la letra» [risas], pero el resto de chavales no entendía, como mucho decían «eh, mi padre es guay», y nosotros como «sí, sí, pero cántalo».

Fue difícil, pero pensaba: si hay películas de terror súper chungas con niños, tiene que haber una forma de conseguirlo. Fue una hora y media y menos mal que salió, porque siento que le da un empaque a todo, presenta muy bien lo que va a ser el disco, es ajeno a cómo la gente espera que abriese, ya no es yo conmigo hablando de mis problemas. Mejor que sea un coro el que hable de mis problemas [risas].  

Decías antes que los niños, en la canción, adelantan muchas de las cosas que se pueden escuchar a lo largo del disco. En Mundo cruel, que es justo el último tema, vemos una conexión con el coro, como si el disco contase una historia circular.

La última canción, Mundo cruel, la hice justo después de Coro de los hijos del divorcio, las dos conectan, hay una resolución ahí. Tienen frases parecidas, al final el hombre más adulto, el protagonista, que puedes imaginarlo como si soy yo o como si fueses tú, se va a morir y dice eso de la soledad y el desamor, como dicen los niños, pero el vacío puede ser peor: es mejor estar vivo en esta mierda que no existir.

Retomando el concepto de Hijos del divorcio. He leído que somos la generación con más padres divorciados de la historia. En este disco tratas, entre otras cosas, las consecuencias de las relaciones disfuncionales que hemos visto en casa, el cómo se nos está notando. ¿Crees que nos irá igual que a nuestros padres?

En el disco intento hablar de lo que hay detrás de cómo estamos, pero no es echarle la culpa a alguien. Mis padres están divorciados y yo puedo estar loco o no. Es un disco que habla de enfrentarte a tus problemas y hacer las cosas bien. También te digo, la generación que iba delante de nuestros padres tampoco era óptima, lo que pasa es que el divorciarse no era una opción, pero a saber cuánta gente se hubiera divorciado en los años cincuenta-sesenta si se hubiese podido.

Lo que realmente quiero decir con este disco es lo mal que nos desenvolvemos en el amor o en las relaciones en general, no sólo es amor de pareja, con unos referentes que están igual de perdidos que nosotros. No son unos referentes malos, aunque hay casos de todo tipo. En mi caso en concreto, no son malos, simplemente gente que está igual de perdida que tú. Hay una edad en la que ves que tus padres no son dioses, son seres humanos, con sus fallos y sus problemas.

Para mí, el disco tiene el mensaje de que no estás solo. Tus padres están como tú y hay gente de tu generación que está igual de perdida que tú. Hay que intentar hacer las cosas bien, pero es normal que no lo hagas bien, ellos tampoco lo hacían y los abuelos tampoco lo hicieron. No es simplemente decir «nuestra generación es la más triste», no creo eso. Todas las generaciones tienen sus cosas y, de hecho, puede que nuestra generación sea de las que más beneficiadas se vean, porque vamos a vivir muchas cosas horribles, pero no estamos tan mal al fin y al cabo.

Es curioso, el divorcio se ha puesto de moda, ha habido un boom gigante y eso, quieras que no, a la gente de nuestra edad le puede dar un poco de miedo de cara a entablar una relación nueva. Ya no tenemos la imagen de que el amor es para siempre, ya no es hasta que la muerte nos separe, estamos viendo que no, que se están deshaciendo matrimonios constantemente.

EL DIVORCIO SE HA PUESTO DE MODA, HA HABIDO UN BOOM GIGANTE Y ESO A LA GENTE DE NUESTRA EDAD LE PUEDE DAR UN POCO DE MIEDO AL ENTABLAR UNA RELACIÓN NUEVA

Hablando sobre el amor, en Estrella escuchamos «No es a mí a quien pides fuego, me sobra con ser tu cenicero», hablas de idealizar a la otra persona hasta el punto casi de la obsesión. ¿Cuánto de historia real, cuánto de ficción o cuánto de parodia hay en esta canción, y en general, en Confeti de Odio?

Lo que cuento en Estrella por supuesto que me ha pasado, y a mucha gente también. Lo que quería en el disco, muy a propósito, es que cada canción hable de las etapas de una relación. Estrella es la canción del puro enamoramiento, hasta el punto de la obsesión, que no es sano, pero que todos hemos vivido.

Todo hemos tenido a esa persona -puede durarte dos años o un mes- y hemos sentido un doy todo por ti, todo me da igual, te pongo en un pedestal que luego no vas a cumplir, que luego no es para tanto. Es la idealización. De hecho, en el videoclip estoy en un altar y hay una persona tumbada, ajena a mí, que al final se levanta y me toca por fin, y me aburro y me voy, porque veo que no es para tanto. Quería encapsular ese momento que, por supuesto, me ha pasado. No sé tanto si lo he vivido desde el otro punto la vista y ser yo la estrella, pero en amistades lo he visto por las dos partes: amigos idealizados y amigos que idealizan.

No sé si es coincidencia o no, pero justo después viene Solo y sin ganas, que parece la siguiente etapa, el desamor total.

Es adrede, el orden tiene un sentido porque quise aunar tanto el sentido de una historia que cuentas, como el sentido que tiene musicalmente, para sentir que tenía un buen ritmo, no poner las tres baladas juntas y las tres cañeras seguidas buscando un equilibrio. Conceptualmente está claro que primero está la obsesión, Estrella tenía que ser de las primeras y eso lo sabía, es la tercera porque las dos primeras son introducciones. Estrella es la primerísima etapa y Solo y sin ganas no es la última etapa, pero es la etapa de la ruptura despechada, de la obsesión desde el otro punto de vista, es el «no quiero hacer nada, todo es una mierda».  

Ahora que me hablas de Solo y sin ganas, me gusta especialmente el uso del autotune, porque se convierte en un recurso no sólo musical, sino expresivo, parece que estás llorando de verdad. ¿Es posible que modules así la voz para romperla y mostrar mucha más tristeza?

Sí, me parecía engañarme a mí mismo no usando el autotune, porque escucho mucha música que tiene este efecto. En este disco cada canción casi viene de un género, al final he querido romper el formato del disco anterior. Tragedia Española, aunque me guste mucho, se quedaba muy encapsulado en indie, rock, la guitarra con distorsión y demás. En este he querido experimentar mucho más, es un recurso que aparece en muchísima música que escucho, urbana o no urbana, la que sea. Le tenía ganas [risas].

La canción Solo y sin ganas está inspirada en las canciones de los años cincuenta, música que podría ser una balada de Frank Sinatra, que me encanta. Si hubiese cantado normal hubiese estado intentando hacer una cosa que no. Contrasta mucho más una melodía y una música tan antigua con una voz del año en el que estamos, con autotune a saco.

El solo final es mi voz también, grito al micrófono y sí que creo que le da esa expresividad porque puede hacer unas florituras que normalmente no sería capaz de hacer [risas]. Como tengo autotune, voy a hacer locuras, llorar, gritar un montón, y me encanta el efecto. No sé si la gente entenderá el efecto, si le gustará, a lo mejor a los más puretas no, pero es un efecto que he usado más veces: en 80s y ojeras, al final de Sálvese quien quiera, es un instrumento más, está aquí para quedarse. Creo que ya hay muy poca gente que esté tan anclada y que lo vea como algo negativo, me parece una bobada no usarlo si lo tienes.

TRAGEDIA ESPAÑOLA, AUNQUE ME GUSTE MUCHO, SE QUEDABA MUY ENCAPSULADO EN EL INDIE Y EL ROCK, EN ESTE DISCO HE QUERIDO EXPERIMENTAR MUCHO MÁS

En Ya no puedo más, dices «Me ha hecho gracia y he llorado». ¿Puede ser este el estado anímico del disco? Porque hay tristeza, pero también hay ironía en Sálvese quien quiera, hay letras tristes, pero melodías alegres, hay muchos contrastes en general.

Todo va en esta línea mía del agridulce. Solo y sin ganas, volviendo a las etapas de las que hablábamos antes, habla del momento de haber sufrido ya la ruptura dolorosa y de tener una decisión firme, cuando la otra persona quiere entrar de nuevo en tu vida y tú ya estás en el casi pero no, ya no puedo más, con todo lo que me ha costado esta ruptura, no vuelvo atrás. El momento de «me ha hecho gracia y he llorado» es de nostalgia, estoy viendo fotos y me río porque me acuerdo, pero lloro porque ya no te tengo al lado.

En El malo final, empiezas diciendo: «Un anuncio me ha asegurado que este va a ser mi gran año, llevo viéndolo más de cinco, creo que algo falla en el algoritmo» ¿Y si te equivocas y este sí que puede ser tu gran año? Leí que este disco es el mejor trabajo que has hecho jamás.

No lo sé. El disco no lo hice en mi mejor año ni mucho menos, y soy una persona optimista por lo general, no te voy a decir que estoy fatal, pero he estado mal, ha sido un momento de mi vida muy revoltoso. Por eso suena así: muchas emociones muy rápido, de repente una ruptura, de repente no, me salía hacer cada día un rollo diferente. Esta canción, aunque diga esa frase, habla justamente de que no está todo bien, pero estoy más tranquilo, por eso viene después de la ruptura y la obsesión. Es un «vamos a disfrutar del tiempo que tenemos para lo poco que nos queda». Es aceptación, resignación calmada. Esa frase del principio es ironía sobre el mensaje optimista que se da bastante de que siempre es tu momento, es tu año, todo va a salir bien.

Nada de preguntas sobre mensajes de autoayuda entonces. Aunque no haya sido el mejor momento, ¿Hijos del divorcio es tu mejor trabajo?

Lo creo dos mil por cien. Es lo que dice todo el mundo cuando saca algo nuevo. Malo sería si te dijese: «Uf, Tragedia Española es mejor», para eso no hubiese sacado esto, no sacaría algo si no me pareciese lo mejor que he sacado nunca [risas]. Que luego la gente lo perciba como tal, no tengo ni idea, a lo mejor hay gente que sigue enganchada a la primera canción que saqué, si a ellos les gusta está bien.

Siento que, a nivel de sonido, en este disco he podido hacer lo que he querido totalmente, me he tomado muchas más licencias para la composición, he pensado menos en qué dirán de las canciones, que, aunque nunca he pensado mucho en qué dirán, quieras que no influye. No ha habido ningún tipo de límite. Aparte de que, por medios, por el sello y demás, ha sido lo más ambicioso y caro que he grabado en un estudio dos semanas encerrado, con Juan, con Borja, con Brian, el arte del disco y demás. Quizás me ves en diez años y hubiese hecho algo diferente, pero hoy por hoy es con el que mejor estoy. Con Tragedia Española estaba contento cuando lo saqué, pero con este estoy cien por cien contento, espero que eso se note.

A NIVEL DE SONIDO, HE PODIDO HACER LO QUE HE QUERIDO TOTALMENTE, ME HE TOMADO MUCHAS MÁS LICENCIAS Y HE PENSADO MENOS EN QUÉ DIRÁN, NO HA HABIDO NINGÚN TIPO DE LÍMITE

Una de las cosas que más llaman la atención es el arte del disco. ¿El niño que aparece en la portada eres tú?

Soy yo [risas].

Tú de bebé con dos demonios muy tiernos sujetándote. ¿De dónde viene la idea? ¿Cómo fue el proceso de creación?

Me gusta mucho la parte visual, sobre todo de arte y pura pintura, y me gusta delegarlo en gente que pilote más. Me gusta mucho escribir y componer, me gusta mucho consumir cosas visuales, pero yo no me veo nada fuerte ahí. Iba con la mente muy abierta, sabía que quería un logo y poco más. Me pasaron varias propuestas y no encontraba nada destacable, hasta que pensé en Humhemhome, que es un artista espectacular. Hablé con él y teníamos poquísimo tiempo. Se nos ocurrió la idea que no fuera una pintura pura, sino coger algo personal.

Cogí una caja de fotos antiguas y apareció esa foto de mis padres en la que yo salgo como forcejeando. Pensé «esto es perfecto». Llegó esta portada y es mi favorita que he hecho: padres con esas figuras perdidas, que no sabes si son malos o son buenos, porque parece que tienen cuernos, pero tampoco son demonios, tienen la mirada inocente, representa a la perfección todo lo que quería. Y todo lo que ha currado Humhemhome junto con Un buen tipo es increíble, lo que es el diseño, en el vinilo cada canción tiene una cara, la contraportada, estéticamente está súper bien representado.

Hijos del divorcio se publicó el 23 de septiembre. ¿Cómo está siendo el recibimiento? ¿Cómo te sientes después de lanzarlo?

Muy bien, me siento muy liberado, reposando. Realmente esto se grabó en noviembre, ya estaba deseando sacarlo y se retrasó por cosas de fábrica, por el covid y demás, y me siento completamente, por fin, liberado. Estaba ya harto del disco, era como «por favor, esto tiene que salir ya».

Creo que a la gente le está gustando mucho, la gente está entendiendo lo que quiero decir con él. Aún es muy pronto para saber, pero todo lo que estoy leyendo está muy bien. Luego cada uno tendrá sus canciones favoritas, habrá que ver en los conciertos con las canciones nuevas. Estoy muy feliz, en temas musicales tengo bastante claro cuando estoy orgulloso de algo, y con esto yo venía con cero inseguridad. No tengo expectativas de sacarlo y ser de repente famosísimo, pero es lo que más se está escuchando de mí y siento que a la gente le está gustando mucho.

Me alegra, sobre todo, que la gente esté escuchando el disco entero, porque sé que es complicado hoy en día, le están dando una oportunidad, aunque luego se queden con tres canciones, que es lo que hacemos todos. Pero están entendiendo este viaje propuesto por mí al que tanto cariño le he puesto.

TRABAJAR CON PRESIÓN SACA LO MEJOR DE TI, NO TE PUEDES RELAJAR, TIENES QUE ESTAR A LA ALTURA: POR ESO HA SIDO EL TRABAJO MÁS PROFESIONAL QUE HE HECHO

¿Si pudieras decirle algo a la gente antes de que escuchara Hijos del divorcio, dirías eso, que es un viaje?

Un viaje a lo mejor no. Es cierto que hay una progresión, que es una historia. Pero le diría: «Intenta escucharlo desde la primera hasta que te canses» [risas]. Si lo para a la tercera, a la tercera, si lo escucha entero genial. Sí que es un disco maquetado y organizado con la intención de que se escuche entero y se escuche desde el principio. No contaría nada más, creo que es un disco que se entiende muy bien, las letras, aunque hay alguna más onírica como Déjales entrar con un significado más complicado de entender, por lo general están muy masticadas.

Básicamente le diría a la gente que escuche el disco, o no, no soy el jefe de nadie. Poco más. Y que sean felices, o al menos que lo intenten [risas].

Ahora que me hablas de Déjales entrar, es una canción que mete muchísima caña. ¿Qué hay detrás de el sonido de este tema?

Al final es que escucho muchísima música cañera, más que no cañera. Quería hacer una cosa más atmosférica, más gótica, menos pop, menos fácil. Con todas influencias de grupos que me gustan de shoegaze, más oscurillas, la letra habla de vampiros. Después, es que básicamente me divierte. Por mucho que me guste hacer canciones más lentas -que esta tampoco es rápida, pero sí que tiene ese muro de sonido de treinta guitarras grabadas, la voz susurrada y extraña- también quería algo así, me estoy muriendo por tocarla. Quería algo para tocar y que fuese divertido para nosotros, es una de mis canciones favoritas del disco.

ESUCHO MUCHÍSIMA MÚSICA CAÑERA, Y EN ‘DÉJALES ENTRAR’ QUERÍA HACER ALGO MÁS ATMOSFÉRICO, MÁS GÓTICO, MENOS POP, CON TODAS LAS INFLUENCIAS DE GRUPOS QUE ME GUSTAN DE SHOEGAZE

Está la caña de esta canción, están las baladas, el autotune, el coro, los sintetizadores…hay muchos elementos muy diferentes en este disco. ¿Ha sido un proceso fácil o difícil?

El proceso fue: yo encerrado el año anterior, haciendo las maquetas solo, muy de andar por casa, dándole vueltas.

Se lo llevé a Juan de Carolina Durante, que es mi productor, hicimos la preproducción del disco, vimos los cambios de estructura, de sonidos y el mundo de sintetizadores que lo hace él, y luego fuimos los dos con Borja a Cal Pau Recordings, que es un estudio de grabación de Cataluña y estuvimos dos semanas encerrados los tres. Fue la hostia, porque durante dos semanas sólo pensamos en el disco, en cómo podía sonar mejor, haciendo ideas locas. Después vino la posproducción con Juan revisándolo todo, grabando el coro en el último momento. Se lo mandamos a Brian Hernández, que es la hostia, encargado del mastering y la parte ingeniera para que todo suene como suena.

Ha estado muy bien porque con Tragedia Española no había ningún tipo de prisa, pero aquí sí que había una fecha, en noviembre tenía que estar todo. En la oscuridad odiaba la letra y la melodía y salió en dos semanas del tirón. Eso mola, trabajar con presión saca lo mejor de ti, no te puedes relajar, tienes que estar a la altura. Por eso ha sido el trabajo más profesional que he hecho.

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