Dicen que una sociedad democrática se define, en parte, por su capacidad de tolerancia y por la libertad de expresión que ofrece. Sin embargo, este principio tiene sus propias contradicciones y límites por lo que se hace muy difícil establecer dónde residen los límites de esa libertad. Dependerá, en todo caso, de los casos a tratar. Es lo que está ocurriendo ahora con Spotify y algunos músicos que están retirando sus trabajos de la plataforma a raíz de los podcast antivacunas publicados en dicho medio.
¿Por qué es noticia este enfrentamiento?
Inmediatamente después de que Neil Young y Joni Mitchell sacasen su música de Spotify como protesta contra esta desinformación antivacunas difundidas en el podcast de Joe Rogan, se han unido David Crosby, Graham Nash y Stephen Stills, todos ellos miembros de la legendaria banda sureña CSNY. Según su opinión, «si bien valoramos siempre los puntos de vista alternativos, difundir desinformación, a sabiendas durante esta pandemia mundial, tiene consecuencias mortales. Hasta que se tomen medidas reales para demostrar que la preocupación por la humanidad debe equilibrarse con el comercio, no queremos que nuestra música, o la música que hicimos juntos, esté en la misma plataforma.
Tras el estallido de la polémica, Spotify no tardó en emitir un comunicado a los medios informativos puntualizando el protocolo que la compañía tenía pensado realizar para combatir la desinformación sobre el COVID y otros temas que puedan generar polémicas.
¿Quién es Joe Rogan?
Joe Rogan es un destacado escéptico de la vacuna COVID y tiene un contrato de exclusividad de 100 millones de dólares con Spotify. Aprovechando esta posición, señaló desinformación generalizada en su podcast, The Joe Rogan Experience, generando una fuerte discordia a nivel mundial. Creado en 2009 se ha convertido en uno de los podcast más populares. Ya en octubre de 2015 alcanzó los 16 millones de descargas y audiciones.
Para quien no lo conozcan, Joe Rogan es un cómico estadounidense, exdeportista, comentarista de artes marciales y presentador de podcast, que, al mismo tiempo, produce y realiza películas, programas televisivos y de música. Muchos lo definen como un provocador y un hábil personaje que sabe sacar jugo a los temas más dialécticos. Rogan no está afiliado a ningún partido político, pero tiene opiniones que muchos catalogan como libertarias. Apoyó a Ron Paul en las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2012 y a Gary Johnson en las elecciones presidenciales de los EE. UU. de 2016.
Entre sus múltiples particularidades, Rogan es un defensor de la legalización del cannabis y del uso del LSD, de los hongos de psilocibina y del DMT, experiencias que bajo control recomienda para la exploración y mejora de los estados de la conciencia. También es un ávido cazador y forma parte del movimiento norteamericano denominado Come lo que matas, que intenta alejarse de la ganadería industrial y del maltrato de los animales criados para alimento.
Por si parece poco, se opone a la circuncisión infantil rutinaria afirmando que faltan pruebas científicas sobre los beneficios de esta práctica, la cual no considera diferente a la mutilación genital femenina. También tiene un interés especial en la privación sensorial y en el uso de tanques de aislamiento para la meditación. Según comenta le han ayudado a explorar la naturaleza de la conciencia y a mejorar el rendimiento en diversas actividades físicas y mentales y de bienestar general.
¿Qué dice el podcast de Rogan en Spotify?
Todo empezó con la entrevista que hizo Rogan al Dr. Robert Malone. En ella ambos expresaron sus dudas acerca de la vacunación contra el COVID. En el podcast se afirmaba que las personas están siendo hipnotizadas para que acepten las vacunas y las mascarillas, calificando la situación de psicosis de formación masiva. La comunidad científica no tardó en responder de forma rotunda a través de una carta a Spotify donde entre otras cosas expresaba: «al permitir la propagación de aseveraciones falsas y dañinas para la sociedad, Spotify está provocando una desconfianza por parte del público en la investigación científica».
¿Qué puede esperarse de todo este enjambre polémico?
De momento, el boicot iniciado por Neil Young, artista que siempre está en permanente choque contra diversos aspectos de la industria musical, ha logrado su doble objetivo: la disculpa de Joe Rogan y provocar un cambio en la política de contenidos de Spotify, un gigante empresarial que vale casi lo mismo que BBVA y el doble que Repsol.
Según han comentado los altos dirigentes de Spotify: «A partir de ahora, cualquiera de los espacios donde se comente el COVID contará con una serie de medidas para evitar la propagación de desinformación relacionada con la pandemia. Entre ellas, la inclusión de un aviso en aquellos podcast donde se hable sobre la COVID o las vacunas recomendando visitar las webs oficiales donde existe información contrastada sobre la enfermedad. También se facilitarán herramientas para creadores que pueden crear conciencia sobre lo que es aceptable o no».
El propio Rogan, aparte de disculparse, también ha sido claro sobre el tema: «A partir de ahora, estoy interesado en averiguar cuál es la verdad, y por tanto a tener conversaciones interesantes con personas que tienen opiniones diferentes. No me interesa hablar solo con personas que tengan una perspectiva».
¿Qué puede pasar a partir de ahora?
Al margen de lo descrito, la posición de Spotify ha sido muy concisa, sobre todo teniendo en cuenta ciertos parámetros. Desde hace un tiempo, Spotify ha apostado muy intensamente por los podcasts en los cuales ha invertido mucho esfuerzo lo que le ha llevado a ganar mucho dinero y a posicionarse como líder en el reñido campo de la tecnología streaming. En estos momentos posee ya una oferta muy amplia de que va dirigida a un target de 365 millones de usuarios. Algunos de estos podcasts han suscitado controversias, especialmente aquellos que se han referido a temáticas políticas, de acoso sexual, transgénero y pandemia. Eso también genera gran audiencia.
Sin embargo, Spotify no cree que la compañía tenga responsabilidad editorial sobre lo que se dice en sus podcasts. Para ello, hizo una comparación directa con la música Rap: «También tenemos muchos raperos muy bien pagados en Spotify, que ganan decenas de millones de dólares cada año y no dictamos lo que ponen o deben poner en sus canciones». No cabe duda de que es cierto que el servicio de streaming no puede ser responsable de las letras de las canciones, aunque también es cierto que el modelo de negocio de los podcasts es diferente al musical. Ahora bien, rápidamente salta la duda … ¿si la música y los podcasts son negocios desemejantes en una misma plataforma, ¿también debe ser diferente la responsabilidad de los mismos? La respuesta no es fácil, y las respuestas traerán puntos de vista divergentes y contrapuestos. Nunca llueve por igual en todas partes. Con lo cual volvemos a la pregunta clave del principio … ¿Dónde están los límites de la libertad de expresión, de la información y de la desinformación y más cuando se relacionan con modelos de negocio multimillonarios?
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