Que Arctic Monkeys toquen dos veces en tu ciudad no tiene precio. Cuando se anunciaron las dos fechas, no podíamos dar crédito, pero llegada la fecha, ahí estaban. A los de Sheffield parece que se les da bien España y no tuvieron problema en sacar tres fechas, algo casi inaudito salvo en su tierra.
The Car es su último trabajo y parece que hay consenso sobre él: excelente producción en el estudio, pero ¿cómo funcionará en vivo? Es cierto que mucha gente piensa que al final viven de las rentas de sus discos anteriores y eso es lo que atrae a su público, pero después de ver esta gira, siento que es un sentimiento equivocado.
Después de arrasar en el BBK Live días antes, aparecieron en Madrid para brindarnos dos noches espectaculares, aunque en este caso hablaré de la segunda, también estuvimos en la primera como fans que somos.
Arctic Monkeys salieron a matar desde el primer minuto. Contrariamente a las expectativas, la primera canción que sonó fue Brianstorm, lo que presagiaba una noche de rock memorable. Con el paso de los años, Alex Turner se ha convertido en el anfitrión perfecto de sus propias fiestas. Creo que poco o nada queda de aquel Alex más frío y reservado hacia adentro. Ahora interactúa mucho más con el público, es más cómplice, incluso se le escapa una sonrisa de vez en cuando. Nos encanta su actitud de último rockero de la década: sabe que rompe corazones con cada paso que da, le gusta gustar y sabe que todos los ojos están puestos en él.
Pero, hay que admitir que, aunque sea la cara visible de esta orgía musical, la banda funciona de maravilla. Encajan perfectamente para sonar como nunca antes, con una energía épica que cautiva a cualquiera. Siempre han sabido sonar bien, pero el principal obstáculo que han tenido ha sido ese aura de frialdad que, obviamente, en esta gira ha desaparecido.
Continuando con el setlist y como mencionamos al principio, continuaron en la cima con canciones como Snap Out of It o la coreada Crying Lightning. Redujeron las revoluciones con una interpretación increíblemente bien lograda en vivo de Four Stars out of Five, del álbum anterior Tranquility Base Hotel & Casino. Nos encanta la habilidad interpretativa de Alex, casi hace un monólogo de la canción en lugar de simplemente cantarla, añadiendo un cierto dramatismo, y es que se le dan bien las canciones lentas.
Aunque en esta segunda noche faltaron dos grandes canciones de su discografía, como Mardy Bum o Cornerstone, al final, con tres noches seguidas, tenían que hacer algunos cambios. Sin embargo, algunas canciones nunca fallan y nunca fallarán. AM es posiblemente su álbum más coreado por el público y, inevitablemente, fue la llave que les abrió al gran público, aunque la fama la fueran cultivando poco a poco. La gente enloqueció con Why’d You Only Call Me When You’re High? o Arabella.
A cambio de las canciones que faltaron en el setlist, ganamos Knee Socks y Do Me a Favour, lo cual también fue una buena modificación. Nadie puede negar que el momento estelar fue 505. Con nuevos arreglos para esta gira, los cuales aún no me convencen del todo porque me encanta la mística de la introducción, pero como siempre digo: cada artista es libre de interpretar su obra a su manera. Y, de igual forma, 505 en vivo sigue siendo una locura.
Arctic Monkeys, ¿La última banda de rock?
Siempre se dice esta frase e incluso Blur la mencionó hace unos días, afirmando que son el último grupo de guitarras que queda en la Tierra. Yo también creo que, sin entrar en si son los últimos o no, o si queda algo nuevo por llegar, son de los últimos que cuidan con amor el sonido rock, con riffs épicos, aunque parte de su estilo se haya alejado en sus dos últimos discos.
Después de verlos estas noches seguidas, creo que me quedo con el momento de Body Paint. ¿Cómo una canción tan dulce y melosa en el disco puede convertirse en una guerra interminable de guitarras durante minutos? Ahí reside la nueva magia de Arctic Monkeys, en llevar al directo cosas que no esperábamos y hacer algo único.
Una vez más, nos esperaba un setlist de 21 canciones, mucho más largo de lo que nos tenían acostumbrados. También es cierto que con el paso de los años han acumulado más discos, lo que afecta a la duración del concierto.
Llegamos al bis, algo que no queríamos que llegara porque estábamos completamente inmersos: banda y público. Con Sculptures of Anything Goes abrió esta segunda parte, donde la entrega vocal de Alex puso los pelos de punta en una canción que posiblemente podría pasar desapercibida al escuchar el álbum completo. Después volvieron a ser los chicos que revolucionaron el 2006 con su éxito I Bet You Look Good on the Dancefloor, y cerraron con Are You Mine? mientras se despedían del escenario tras una noche fantástica.
Sabemos que esta nueva forma de entender los directos por parte de los británicos no gusta a todo el mundo, pero por mi parte diré que nunca los he visto a este nivel de estilo, maestría y elegancia. Creo que están viviendo su mejor momento musical, donde casi no importa lo que hagan, sino que ya están tocando la cumbre. Fue una noche preciosa e inolvidable. Si estos son Arctic Monkeys, siempre estaré en su equipo.