Iván Ferreiro lo tenía claro: cuando volviera tenía que hacerse notar, incluso cuando los trabajos precedentes hubieran sido intachables. Para refrescar la memoria, recordemos que el álbum inmediatamente anterior de canciones originales Casa (2016) tuvo una acogida fantástica, seguida de más de 3 años de gira, dejando claro el lugar que ocupan los hermanos Ferreiro y su grupo en el panorama musical nacional.
Ahora, Trinchera Pop (2023) no deja indiferente a quien se adentra en sus profundidades. Un sonido fresco, diferente, innovador y a la vez maduro y asentado de quien lleva toda una vida dedicado a la música. Esta vez el mensaje que recibimos es una lírica limpia de significado romántico. En su lugar las reflexiones filosóficas y metafísicas nos invitan a que seamos nosotros quienes les pongamos significado y contexto para que sin esforzarnos mucho, se fundan con nuestras historias particulares.
De esto mismo hablan con nosotros los hermanos Iván y Amaro en la entrevista que les hicimos en su presentación del disco, donde comparan el proceso creativo de las canciones con la «sastrería de un traje a medida para el oyente«.
Quien sea asiduo oyente de Iván Ferreiro reconocerá en sus canciones un sello de identidad muy personal, y aunque este trabajo es un salto evolutivo con respecto a los anteriores, es inevitable encontrar guiños a sus anteriores trabajos en él (incluida la etapa Piratas), que hacen que los temas no nos resulten extraños. En efecto, durante los 43 minutos y 38 segundos que dura este viaje, encontramos una especie de pieza mágica que concede un sentido distinto a las canciones ya conocidas, incluso cuando nos las sabemos de memoria. De hecho, es como aquel capítulo de un libro, que al leerlo, nos dota de un entendimiento más profundo de los anteriores y nos arranca un asentimiento convencido.
El álbum, cuya edición especial hace que cada ejemplar sea único, viene en una funda de vinilo reciclada de otros artistas. Desde que lo tenemos en nuestras manos vibra con una energía propia para que lo hagamos sonar cuanto antes. A su vez, esta presentación es una metáfora plena del espíritu de su mensaje: Trinchera Pop está en todos los artistas y en nosotros, los melómanos que hacemos de los artistas y sus obras nuestro refugio o el “sitio de nuestro recreo” como el gran Antonio Vega diría.
El tema que abre el disco es Canciones para no escapar. La canción emerge entre sonidos electrónicos como una confesión íntima, y va tomando fuerza según va progresando. Abre interrogantes que se responden y desarrollan, especialmente en la segunda parte del disco. La energía con la que termina no se desaprovecha, pues enlaza con La humanidad y la tierra, bailable y en cierto modo reivindicativa gracias a la fuerza de los coros a cargo de Tanxugueiras y el sampleado inicial extraído del mítico programa de Félix Rodríguez de la Fuente, El hombre y la Tierra.
El momento de nostalgia y reflexión más notable comienza con Dejar Madrid, en el que es totalmente reconocible la esencia Ferreiro. Se trata, quizás, de la que más recupera el sonido que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en su música. Continúa En el alambre, la primera canción con la que el vigués nos abrió en diciembre el apetito de su nueva obra: contundente. Como un grito del amigo que te anima a que sigas intentándolo, sin reproches, aunque todos y todo parezca hostil ahí fuera. Todo un himno que promete ser una de las favoritas en los conciertos. En un sentido parecido, nos encontramos con Gran columpio, que también empieza pausada para terminar desgarradora e implacable “no puedes intentar saber dónde va a fallar”.
Claro que Iván Ferreiro sabe jugar con las idas y venidas de la energía, y nos regala Pinball totalmente pegadiza, que juega con efectos que casi hacen imaginar su voz saliendo de una película de ciencia ficción. En cambio, Los puntos de Lagrange recupera casi de forma única el sonido acústico de guitarras y piano en el que los cromatismos vocales sobresalen y remueven por dentro como un último abrazo antes de abandonar un lugar al que no sabemos si regresaremos.
Casi llegando al final Miss Saigon recupera los sonidos electrónicos con los que sabe jugar tan bien y que le quedan como anillo al dedo a esta canción. Ligera y bailable, moderna y elegante, distinta y familiar al tiempo. Y tal como acaba enlaza con La gran belleza y la juventud balada preciosa y emotiva, de nuevo con un sello muy claro. Aquí asoman algunas alusiones: en el título, al largometraje de Sorrentino (La grande bellezza, 2013) y hacia el final del tema, también a su propio primer trabajo en solitario. Este tema sirve tanto de reflexión como de reflejo de la culminación en el proceso creativo del artista.
Y como decíamos en líneas anteriores, nuestro músico gallego sabe perfectamente lo que hace incluyendo como última pieza En las trincheras de la cultura Pop, melódica y desgarradora, arropada con un sampleado de la interpretación de Max Richter de Vivaldi, como un grito furioso a la sociedad en la que vivimos y que reafirma como perfecta conclusión lo necesario que es tener una cápsula propia hecha de trocitos de aquí y de allá, en la que resguardarnos de lo que nos asquea.
En resumen, es un trabajo que demuestra que a veces arriesgarse y dejarse llevar es ganar. Y que dejar reposar las ideas, sin prisa, probando nuevas fórmulas tal y como haría un cocinero en su laboratorio llamado cocina, es la fórmula para evolucionar y encontrarse.
Queridos Ferreiro, las piezas aquí sí que conectan y el mundo es un poco menos horrible mientras formáis parte de nuestra pequeña trinchera particular.
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