InicioConciertosCrónica del Sonorama Ribera (Aranda de Duero, 2023)

Crónica del Sonorama Ribera (Aranda de Duero, 2023)

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Todas las fotografías son propiedad de Alejandro García – Cantarero (@alexresfeber)

Que la vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama lo tenemos muy claro. De hecho, si hiciéramos justicia divina, tras el ferragosto, debería volver a arrancar el año. Sin rendición.

La edición número veintiséis ha sido una auténtica montaña rusa de emociones. Casi siempre en lo más alto, a veces caíamos pero siempre resurgiendo. Con esta pequeña metáfora explicaremos nuestro parecer, honesto y sincero, y siempre con ánimo de mejora.

Siempre lo bueno que nos traemos eclipsa a cualquier pequeño fallo que pudiera haber. Nos quedamos con la música que es y será siempre la razón de ser de un festival, el ambiente y cómo no, Aranda de Duero, que nos acoge como un segundo hogar.

Quiero aplaudir muy fuerte tanto a Javier Ajenjo, director del festival y ser humano excepcional así como a la organización del festival y equipo de comunicación, que nos han hecho sentir extraordinariamente bien: queridos, valorados, cuidados, atendidos. Sonorama es casa, pero con gente así, cuesta volver a la realidad.

Queremos dar las gracias a todo el capital humano que trabaja allí por y para el festival: personal de accesos, barras, gastronomía, seguridad. Sin ellos, tampoco sería posible. Gracias a los técnicos de sonido y luces por hacernos disfrutar de la música en plenitud.

Pero, siendo honestos, hay que hacer un ejercicio de reflexión para futuras ediciones. Allí estamos año tras año si la vida nos lo permite, pero siempre creemos en la capacidad de mejora. Uno de los puntos negativos es, sin duda, la gran afluencia. Más de 150.000 asistentes en 5 días es un número vertiginoso y digno de alabar, pero también lleva su perjuicio y en algún momento era agonizante estar allí o ir al baño, con colas de órdago.

Otro punto que nos preocupa es el pueblo. A mí me encanta el ambiente que se genera, los conciertos en la calle, la democratización del festival. Pero cuando se hace intransitable, te sube el amargor a la punta de la lengua. Para mí la peor parte es aquellas personas que no llegan a comprender que esto es un festival de música, así que ideas como lo de poner ciertos conciertos de pago en recintos cerrados me parece hasta bien.

Creo, y es mi opinión y bastante impopular, se debería acotar más la entrada a las plazas (aunque este año ya se ha notado el plan de movilidad creado) y promover un festival más sostenible desde el minuto cero, donde no haya derroche de agua ni uso de plásticos de un solo uso (véase, pistolas de plástico).

Por lo demás, no podemos decir mucho más salvo que nos vamos con un puñado de buenos momentos.

Aunque el festival comenzó el miércoles con actuaciones de Veintiuno y Cupido entre otros nombres, centraremos la crónica en los cuatro días restantes.

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