Domingo 13 de agosto
La última jornada se cerró por todo lo alto. Por una vez, y es que es el único día viable, pudimos disfrutar de la Plaza del Trigo casi en su totalidad. Y esto nos permitió poder ver el directo de Melifluo, que prometían ser un baile de emociones y ya os digo que cumplieron con creces. Los hermanos Gómez Parrilla salieron sabiendo que esta mañana de domingo sería especial y así nos llegó el mensaje. Además de sus éxitos notables de su ascendente carrera, el momento más emocionante fue la aparición de algunos miembros de Arde Bogotá (ya sabéis la comunidad que se forma entre bandas en el Sonorama) así como la interpretación de Puta vida, de Supersubmarina. Y es que no hay año que no se les recuerde, porque se les quiere mucho. Brillantes los de Baeza.
Fuera de la programación oficial tuvimos una pequeña gran sorpresa para medios especializados. Y es que el Sonorama es magia. La organización contó con medios especializados para el acústico menos acústico de la historia de la mano de Arde Bogotá, que la noche anterior había acaparado todas las atenciones, en su concierto más numeroso. Con seis temas nos volvimos a enamorar de estos chicos que lo tienen todo, absolutamente todo, para coronarse como la banda del momento.
Es duro despedirse del Sonorama pero lo hicimos con unos divertidos The Parrots y con la mezcolanza musical de Rodrigo Cuevas, y su fusión de la tradición y la vanguardia y siempre llevado con un agudísimo sentido del humor. El asturiano demostró que merece un espacio mayor dada la inmensa congregación de seguidores y nos enamoró con su amor hacia la música. Cierre de lujo para abandonar la tierra prometida que es Aranda de Duero.
Y ya sabéis, queridos lectores y queridas lectoras, la vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama. ¡A por 2024!
