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Dellafuente – Lágrimas pa otro día

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El pasado abril nos embarcamos en un viaje musical con la publicación de Lágrimas pa otro día (2023),el octavo álbum de estudio Dellafuente, y nos resistimos a volver de esa travesía. Este viaje nos ha llevado por ocho destinos únicos: ocho canciones en las que afloran sonidos que nos trasladan a distintos lugares del mundo.

Pablo, o Chino – como es conocido entre sus amigos – consuma en este disco el mensaje que ha transmitido durante toda su carrera: que su música no es más que un cóctel elaborado con todos los géneros y artistas que ha escuchado durante su vida. “Si metes en una batidora todo lo que escucho, al final sale lo que hago”, afirmaba en una de las pocas entrevistas que ha brindado a lo largo de su trayectoria. Y es que Della no es amigo de los focos, quizás por eso se esmera tanto en que su música hable por él.

Cada trabajo que nos presenta Dellafuente representa una evolución con respecto a su recorrido anterior. Con el tiempo hemos comprobado que no mentía cuando afirmaba que se encuentra en un progreso constante, en el que siempre trata de empaparse de nuevas inspiraciones. Esta revisión de nuevos géneros de la que el artista hace alarde se materializa sin reservas en Lágrimas pa otro día, el que posiblemente sea su trabajo más completo hasta el momento.

El título del álbum ya nos trataba de desvelar el tinte alegre de los ritmos que en él se incluyen. Todos los temas tienen una frescura a la que no estamos acostumbrados en Dellafuente, quizás por eso no supimos adivinarlo antes de escuchar todas las pistas.

La colaboración de distintos artistas, varios de ellos emergentes, ha sido el ingrediente que le ha dado el sabor ecléctico al disco.

Influenciada por los corridos tumbados, Ni soy santo nos transporta a México de la mano de Vatocholo, maestro combinando melodías tradicionales con toques de hiphop o trap. Este tema consigue una deliciosa mezcla entre lo acústico y lo urbano, muy característica en el trabajo de este danés criado en Guadalajara.

Las distorsiones y arreglos invaden Carameloraro, un tema pausado y lleno de efectos, con una armonía casi eclesiástica. Ralphie Choo, uno de los exponentes de la generación Z en el panorama musical actual, impregna la canción con su música experimental. Guitarra, efectos suaves y unas rimas dulces hacen de esta una de nuestras canciones favoritas del disco.

El madrileño Ralphie Choo ha dejado también alguna de sus notas experimentales en El camino, una canción con aires lentos de bossa nova. A este combo se ha unido Rusowsky y lo cierto es que nos pega mucho esta colaboración, por la fama de romántico que le acompaña. La percusión y las trompetas que invaden toda la canción nos recuerdan a los ritmos cubanos. La sorpresa es que casan a la perfección con los toques de bedroom pop de Rusowsky, minimalistas e íntimos.

Esta influencia cubana es también reconocible en 3 Caras, el tema más movido del álbum. Autotune, maracas y percusión se funden en uno para dar salida a este reproche en forma de canción que invita a bailar al ritmo latino.

De Cuba regresamos a España conPa llorar, plagada de matices de rumba flamenca. El percusionista jerezano Ané Carrasco tiene mucho que ver en este ritmo. No nos extrañaría que también haya colaborado en la influencia latina de la canción, ya que su estilo se ha alimentado girando por todo el mundo. Si tuviéramos que clasificarla, tendríamos que crear un género: merengue flamenco.

El disco lo completan tres canciones que, aunque distintas en forma, comparten el ritmo lento y el desenfado que caracteriza este trabajo. Cuando la cosa no me va buena se posiciona hacia la vertiente latina, mientras que en Sharila y en No te lo niego, ma dolío sobresalen los toques flamencos.

En lo que a mensaje se refiere, Lágrimas pa otro día ha aparecido como un despertar poético para el artista. Sin alejarse demasiado de las referencias que siempre le han inspirado, encontramos un Dellafuente renovado, que aborda más lírica y menos temas sociales. En este disco no encontramos alusiones a desahucios, a las dificultades del día a día o a la vida en el barrio… Sus letras son menos crudas. Se niega, sin embargo, a desprenderse de temas como su familia o su tierra y el apego que siente por ambos. Nos habla del amor y de la vida y lo hace con distintas miradas: la de la decepción, el reproche o la aceptación.

Fiel a sus orígenes y en experimentación constante, Dellafuente ha unido en este disco tradición y vanguardia. Ha aunado sonidos de siempre con géneros que antes no había adoptado, todo ello con una fuerte presencia de sus raíces andaluzas. Su ya famosa “música folklórica atemporal” sigue muy presente en Lágrimas pa otro día y la perfecciona con ayuda de artistas que hoy están en la pista de salida del panorama musical. Esto lo hace de la mano experimentada de Antonio Narváez, el productor de muchos de sus trabajos anteriores. Nuevas influencias de la bossa nova, la salsa o el bolero confluyen con su habitual música urbana y flamenca para dar salida a un disco que, en nuestra opinión, es redondo. “Y así suena. De Graná a Guadalajara…”.

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