Fotografías: Eli Quevedo (@ellieatgigs)
Revolá, primer disco de Sanguijuelas del Guadiana que se publicó el 15 de mayo, viene desde la raíz para remover los cimientos: compuesto en la Siberia Extremeña, cuenta la historia de tres músicos que vuelven al pueblo para hablar con propiedad sobre su origen, en el mismo lugar donde todo comienza. Aunque el álbum tenga mucho arraigo, trae nuevas propuestas: Revolá tiene aires de Extremoduro, y hay entre sus pistas un homenaje a las jotas extremeñas, pero también bebe de Los Chunguitos y de Tame Impala. No se puede clasificar y eso es lo bueno. Sin un género concreto, con recursos como la electrónica y términos como barrunte (presentimiento) o jaribe (asalvajado), mezcla lo rural con lo contemporáneo, sonando a algo que no suena a nada más.
Los Sanguijuela del Guadiana no son una banda de garage, sino de cochera: en la de uno de ellos empezaron a ensayar. Ahora, practican en la discoteca abandonada de su pueblo, «echándola abajo con tanto ruido», nos cuentan. Son sanguijuelas porque empiezan a ser de los más pegaos de España, adheridos al panorama, consiguiendo sacudirlo después de su mordida. No son una banda generacional, son un grupo de raíz y pertenencia. Hablamos con Carlos (guitarra y voz), Juan (teclados y voz) y Víctor (bajo) sobre Madrid, sobre Casas de Don Pedro, su pueblo, y sobre dar la revolá: marcharse, empezar una etapa nueva, cambiar de aires y publicar un disco con ese mismo nombre.
Lanzasteis Revolá el 15 de mayo. ¿Cómo estáis, cómo os sentís?
Juan: Bien, muy contentos, habiendo parido después de tanto tiempo preparándolo. Ha tenido una acogida muy buena, a la gente le está gustando mucho.
El disco cuenta una historia dividida en cuatro partes. ¿La idea del disco surge desde el principio, o empezáis por la primera parte y os dais cuenta de que podéis contar lo que está pasando entre vuestra vida en Madrid y la vuelta al pueblo?
Juan: Las canciones ya estaban. Revisándolo, nos dimos cuenta de que contaba cómo era nuestra vida por orden cronológico, que es justo lo que estamos contando en los capítulos. Decidimos ir agrupándolo así, por capítulos, para que se entendiera mejor la historia. Nos venía perfecto lo de los capítulos.
Carlos: La idea principal era hacer un disco.
En vuestro disco es muy importante el imaginario, hay escenarios, paisajes, como la Siberia Extremeña o Casas de Don Pedro, vuestro pueblo. ¿Qué podéis contarme de esto?
Víctor: Es que al final es donde hemos vivido. En los videoclips se puede ver, están rodados en nuestro pueblo. Menos la parte de Revolá, que cuenta esa etapa estando en Madrid cuando nos volvemos al pueblo y se cierra el círculo, todo lo demás está rodado allí, en el pueblo. Hemos recogido a toda esa gente, hemos recogido todos los sitios donde nos hemos criado.
Carlos: Yo creo que escuchas las canciones y te puedes imaginar el espacio donde están hechas. Dependiendo de la canción, puedes imaginar un pueblo en verano, un pueblo vacío en invierno.

Abrís el disco con las campanas de una iglesia, cerráis el álbum con una jota. ¿El disco puede transportar al oyente a Casas de Don Pedro?
Juan: Sí, tanto al nuestro como también al suyo, al pueblo del propio oyente. Nosotros hablamos desde el nuestro, que está en la Siberia Extremeña, es un pueblo de mil habitantes. Pero se puede sentir identificada cualquier persona de cualquier parte de una zona rural.
¿Cuál sería el sitio ideal para escuchar este disco?
Juan: Creo que en cualquier parte te puedes sentir identificado con el disco. Bien con una etapa más o con otra, pero estés donde estés puedes conectar con él.
He leído que sentís que en Madrid habéis perdido tiempo. ¿Esta ciudad es un lugar hostil para los músicos que están empezando?
Víctor: El hecho de irnos, Juan y Carlos a Madrid, yo a Cáceres, es por lo que te das cuenta de lo que dejas atrás, en nuestro caso el pueblo. Al irnos fuera, hemos tenido el sentimiento de querer volvernos, nos ha servido para darnos cuenta de lo que queríamos contar, la vida en el pueblo, el tener que irnos, querer volver. Sin haber vivido en Madrid, no hubiese salido este disco.
Juan: Puede ser un ambiente hostil, pero también aprendes bastante, te mezclas con mucha gente a la que le gusta lo mismo que a ti, la música en este caso. Por ejemplo, en nuestro pueblo tampoco te puedes juntar con mucha gente que comparta tus aficiones. Aquí puedes aprender, nos sirvió de aprendizaje total.
Revolá puede servir para que los músicos que piensan en marcharse de su hogar, de su pueblo, dejen de sentir tanta presión. ¿Qué le diríais a los artistas que están pensando en venir a Madrid?
Juan: Como en todos lados, Madrid tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. No le diría que no vaya porque está haciendo algo mal. Puede ir, siempre se aprende, allá donde vayas puedes sacar cosas buenas.
Carlos: Cada proyecto es un mundo. Hay gente a la que le puede venir bien, otros que no. Nosotros veíamos que no tenía sentido hacer nuestro proyecto desde Madrid, cuando hablamos desde nuestra vida en el pueblo. Creemos que lo más fiel es hacerlo desde el pueblo y por eso nos volvimos allí.
Juan: Puedes venir aquí y juntarte con gente, tocar en jams, en pequeñas salas, en micros abiertos. Depende del proyecto. Lo nuestro también se puede hacer en el pueblo, ese es uno de los mensajes de nuestro proyecto.

«Madrid Puede tener un ambiente hostil, pero también aprendes, te mezclas con mucha gente a la que le gusta lo mismo que a ti, la música en este caso»
Empezasteis a ensayar en la cochera y ahora vuestro local es la discoteca abandonada de vuestro pueblo. Esto me parece increíble. ¿Puede ser el local de ensayo más guapo de la historia?
Juan: Empezamos en la cochera pero hemos acabado ahí [risas]. Primero en la cochera de Carlos, luego pasamos a la de Víctor, y ahora que hemos formado más la banda hemos alquilado la discoteca de nuestro pueblo. Como no hay mucha gente joven ni mucho movimiento, la discoteca no se usa. Está guapísimo porque es como una cueva, tiene sus bóvedas, es una discoteca de estas antiguas, del pueblo de toda la vida.
Víctor: Es una fantasía porque tiene pasadizos de la iglesia. Antes de ser discoteca era el almacén de la iglesia, es como una cueva. Ahora estamos ahí echándola abajo con tanto ruido [risas].
En el disco hay palabras clave, términos que son como símbolos. Por ejemplo, la palabra revolá. Buscando en Google he encontrado un montón de significados, uno de ellos es «irse de un sitio bruscamente, sin que se lo esperen las personas que están contigo». ¿Qué es para vosotros una revolá? ¿Qué significado tiene en vuestro disco?
Juan: Si lo has buscado en Google, te saldrán millones de cosas [risas]. Para nosotros, la revolá es un cambio de aires, nosotros vivíamos aquí en Madrid y nos hemos vuelto al pueblo a empezar una etapa nueva. Hemos dado la revolá.
Carlos: Como tú decías, alguien se va y te quedas como “¿a dónde vas?”. Resulta que esa persona se va al pueblo. Eso es para nosotros la revolá, lo que hemos hecho: volver a donde estábamos.
Garcia Márquez decía que lo más importante que le había pasado en la vida le había ocurrido hasta los nueve años. Es un poco lo que ocurre en el capítulo Jaribe, donde habláis de la infancia. ¿Cuánto os ha marcado vuestra infancia en el pueblo como músicos?
Juan: Esa infancia en el pueblo ha tenido bastante que ver. Al final, el primer capítulo, Jaribe, habla de la infancia, de los veranos en el pueblo. Las cosas que hemos escuchado de pequeños también son referencias que pueden verse en nuestras canciones, el rock de Extremoduro, de Estopa o Los Chunguitos. Los hemos escuchado desde chicos, nos los ponían nuestros padres y nuestros abuelos. La infancia se nota en todo el disco.
En las letras usáis palabras preciosas que están quedando en desuso como barruntar. ¿Creéis que las expresiones, el dialecto, los dichos populares pueden ser un recurso musical más?
Juan: Eso lo dice mucho Carlos, utiliza algunas palabras por su sonoridad, porque le encajan dentro de la canción.
Carlos: Al hacer el disco hemos utilizado palabras que suenan percusivas, la letra parece percusión muchas veces. Estas palabras que dices son de nuestro pueblo y son las que hacen que suene así, que suene a como hablamos nosotros en el día a día.


En la Feria de Abril, se lió porque algunas influencers de Madrid subieron vídeos imitando el acento andaluz. ¿La identidad, el acento, pueden usarse como un accesorio, como algo de lo que apropiarse? ¿En la música está bien que se usen acentos, dichos o costumbres no propias como recurso estilístico? Rosalía cantando con acento andaluz podría ser un ejemplo de esto.
Juan: Yo qué sé, si a Rosalía le nace hacerlo así no me parece mal. En la música, cuando te pones a componer, las cosas te salen de una forma natural, una catalana pone acento andaluz o un andaluz puede poner acento madrileño. Si sale natural al artista que hace música, está bien. Si lo está haciendo porque está de moda, ahí ya cada uno con su movida.
Tenéis referencias de todo tipo: Extremoduro, Daft Punk, Los Chunguitos o Tame Impala. La música que hacéis no se parece a nada de lo que hay ahora mismo en el panorama. ¿Cómo se consigue eso?
Juan: Para nada hemos pensado que Revolá suene a esa mezcla. Lo que ha salido es lo que traíamos escuchado desde pequeños, también de adolescentes. Hemos ido a fiestas, a verbenas desde siempre, hemos mamado todas esas referencias.
En el disco tenéis temas como la Jota Final, Llevadme a mi Extremadura de Los Cabales, en Jaribe cantáis «Vengo de mi Extremadura«… ¿Os conecta esto con oyentes mucho más mayores? ¿No es emocionante esto para los abuelos?
Juan: Sí. La historia que contamos en el disco la contamos desde lo que nos toca a nosotros, que es cuando llega la edad de tener que irte a estudiar fuera, pero los mayores llevan viviendo esto toda la vida. Nuestros abuelos tuvieron que irse fuera de Extremadura para trabajar. Al final, el público capta todo eso, desde los chavales de nuestra edad hasta la gente mayor. Le toca a los ancianos también.
Carlos: En los conciertos nos quedamos flipando porque en las primeras filas, el otro día por ejemplo presentando el disco, eran críos de seis años, pero al lado había abuelos de ochenta.
Se dice mucho de los artistas jóvenes que son bandas generacionales. ¿Sentís que vosotros lo sois? ¿O sois, a lo mejor, una banda de pertenencia?
Juan: No creo que nuestra música se encasille en ningún sector. Contamos un problema que pasa en Extremadura a gente de nuestra edad y también a gente mayor. Además no solo ocurre en Extremadura, pasa en toda España porque pueblos hay en todos lados. Como somos jóvenes, la primera idea que siempre tienes al montar un grupo es que te va a escuchar gente de tu edad o gente de tu zona. Saliendo fuera a dar bolos, nos hemos dado cuenta de que a una persona de sesenta años en Barcelona le encanta lo que hacemos porque le recuerda a su pueblo. Podemos abarcar tanto todas las edades como toda la geografía [risas].
Es absurdo preguntaros por vuestro género musical porque aquí hay mezcla por todos los lados. Pero, si pudierais definir la música que hacéis, ¿qué diríais?
Carlos: Hacemos la música que a nosotros nos gustaría escuchar. Nos gusta el rock de Extremoduro y no somos unos puretas, también nos gusta la música urbana de ahora, la nuestra es la música que nos gustaría escuchar sin ser rockeros, ni traperos, ni raperos [risas].

Decís «para que nos veas en el pueblo, dibujados en la fachada», en la introducción del disco. Esto acaba sucediendo con la portada de vuestro álbum colgada en Casas de Don Pedro ¿Qué podéis contarme de esto?
Juan: La portada recuerda a los carteles de Nitrato de Chile, que es un tipo de abono. Esos carteles se empezaron a poner en muchos pueblos, sobre todo en Extremadura. Para nosotros engloba Extremadura y es donde nos juntábamos nosotros de pequeños cuando quedábamos. Era el dibujo perfecto para poner en nuestro primer disco. Además, en un álbum donde se junta lo moderno con lo tradicional, hemos querido hacer un guiño a algo tan antiguo como los carteles de Nitrato de Chile, llevándolo a nuestro terreno, poniendo nuestra silueta en el diseño, pegándolo en una pared de Casas de Don Pedro.
A día de hoy, es valiente publicar un álbum donde las canciones son un conjunto, donde se cuenta una historia. La gente cada vez escucha menos los discos enteros, se van a los singles, a los pelotazos. ¿Estáis de acuerdo con esto? ¿Es importante escuchar Revolá de principio a fin para captar la esencia del disco?
Carlos: Yo creo que el disco se entiende si lo escuchas entero, pero si escuchas canciones sueltas el tema te va a llevar a donde quiere. Si lo escuchas en orden está guay porque estás pasando por todas las etapas, pero escuchas Cien amapolas y te va a transportar a los veranos del pueblo con tu gente, por ejemplo. Nos puede influir en algo que no lo escuchen entero, pero tampoco creo que sea lo más importante.
Si pudiérais decirle algo a alguien que va a escuchar Revolá por primera vez, ¿qué le diríais? ¿Un consejo, una advertencia, un abrazo, un beso?
Juan: Si es alguien que viene de un pueblo, que recuerde según vaya escuchando las canciones lo que ha vivido en su tierra. Y si es de ciudad y tiene algún pueblo, que se acuerde de esos veranos en los que vas al pueblo y pasas allí el verano, siendo más feliz que en la ciudad, seguro.
¿Por qué sanguijuelas? ¿Por qué no lagartijas, linces ibéricos, cigüeñas?
Juan: O sabandijas [risas]. Eso salió un día que estábamos Carlos y yo en Madrid tocando en la calle y nos preguntaron cómo nos llamábamos. Les dije «Sanguijuelas del Guadiana». Después, pensamos que estaría guapísimo llamarnos así de verdad. Todo esto viene porque por nuestro pueblo pasa el Guadiana, tenemos una playa natural y siempre vamos con nuestros amigos. Nuestras familias nos decían «¡tened cuidado que hay sanguijuelas en el río y se os van a quedar enganchadas!”.
Carlos: Y ahora el disco lo hemos presentado en esa misma playa. Flipamos en ese concierto, ha sido el día que más ilusionados hemos estado hasta ahora. Se hizo un programa de radio en el pueblo y la gente estaba muy contenta con eso.
Juan: Además coincidió con la romería y la fiesta ese día se hace en el río. ¿Qué mejor que presentar el disco de Sanguijuelas del Guadiana a las orillas del Guadiana? [risas].